10.El fue mío primero
🎀 Daena Müller 🎀
Luego de cambiarme, me fui a dormir, agotada por los eventos del día. Pero al despertar, mis ojos se dirigieron instintivamente hacia la ventana.
Las luces de la ciudad se veían claramente desde aquí, ya que no había muros.
La ciudad parecía estar viva, llena de movimiento y energía, mientras que yo me sentía vacía y cansada.
Me levanté de la cama y me dirigí a la escalera, intentando ignorar el frío que se filtraba por el piso.
Al llegar al final de la escalera, me dirigí a la sala, esperando no encontrarme con nadie. Y, para mi alivio, la sala estaba vacía.
"Genial, nadie está"
Seguí adelante, dirigiéndome hacia la cocina, y me encontré con Luka, que estaba sentado en la mesa con su celular.
Al darse cuenta de que estaba allí, levantó la cabeza y me sonrió.
—¡Te ves tierna con esa ropa! —dijo con una sonrisa radiante que iluminó la habitación.
“Si lo sé” pensé, recordando cómo me había visto en el espejo del baño.
Cuando me puse la ropa, el buzo se me cayó, así que tuve que amarrarlo fuerte con el cordón. La ropa es grande y sé que me veo como un gatito tierno.
—En serio, te ves muy tierna y adorable —dijo, parándose para acercarse y agarrarme de los cachetes.
—Nooo, ya basta —dije, empujando su mano.
Luka se rió y se sentó a mi lado en la mesa.
—Disculpa, no quise hacerte sentir incómoda
—¿Dónde están los demás? —pregunté, cambiando de tema.
Luka se encogió de hombros con una sonrisa pícara, restándole importancia al asunto.
—Están abajo —me miró con una sonrisa traviesa— ya es de noche, así que todos están abajo divirtiéndose en la fiesta.
Luego se paró y fue hasta el microondas.
—¿Y por qué tú no? —pregunté, viendo cómo sacaba un plato del microondas.
Luka se rió y puso el plato delante de mí.
—Porque tengo que alimentar a una mami que está embarazada, por eso estoy aquí —respondió con una sonrisa que me hizo reír.
Yo sólo hice una mueca juguetona al oír lo que dijo. Ya había tomado la decisión de abortar y eso no iba a cambiar. Pero no quería pensar en eso ahora.
—¿Qué esperas, come pequeña?
Yo solo asentí con la cabeza, agarré la cuchara y empecé a comer en silencio. Luka solo se quedó viéndome fijamente y era algo incómodo. Me sentía como si estuviera bajo un microscopio, pero intenté ignorarlo y me concentré en comer.
Después de terminar de comer y agradecerle, me levanté y regresé a mi cuarto, un cuarto que no tenía muros, solo una gran ventana que se abría al cielo.
"¿Quién era el demente que dormía aquí?",
Me acerqué hasta estar al borde de la ventana y me senté, sintiendo el aire fresco golpear mi rostro. Elevé mi vista hacia el cielo despejado.
Las estrellas y la luna eran magníficas, como diamantes esparcidos por el terciopelo negro del cielo. El cielo nocturno siempre me había parecido hermoso, pero en ese momento, me pareció especialmente conmovedor.
Me quedé sentada allí durante un rato, perdida en mis pensamientos y admirando la belleza del cielo. Era un momento de paz y tranquilidad, lejos del caos y la confusión que reinaba en mi mente.
[***]
La luz del sol radiante se filtró por las enormes ventanas, iluminando la habitación y haciéndome abrir mis ojos con un parpadeo.
Me sentí desorientada por un momento, recordando que no estaba en mi casa.
"Otro día más y lejos de casa", pensé con un suspiro, sintiendo una punzada de nostalgia en mi pecho.
Me quedé viendo el techo sin querer levantarme, pero mi estómago rugió con un gruñido impaciente, recordándome que tenía que comer. No sabía cuánto tiempo había pasado, pero sabía que tenía que levantarme sí o sí.
Me levanté de la cama con un suspiro y comencé a bajar las escaleras, escuchando risas y conversaciones que provenían de la sala.
Me detuve en el último escalón, dudando si debía ir o no.
Pero mi estómago era primero, así que me armé de valor y seguí adelante, tratando de ignorar la sensación de incomodidad que me invadía. A medida que me acercaba, pude ver a todos en el sofá, menos a Lucas.
Y también había una chica de cabello negro que estaba encima de Matheo, la escena era intensa y sensual, la chica se aferraba a Matheo con un deseo desenfrenado, sus labios se movían con una intensidad arrebatadora, como si estuvieran ansiosos por fundirse en un beso voraz. La pasión entre ellos era palpable, y el aire estaba cargado de tensión.
Mientras tanto, las manos de Matheo exploraban con avidez los contornos de su trasero, aumentando la tensión y la sensualidad del momento. La chica gemía suavemente, disfrutando de la atención, y Matheo se sumergía aún más en la pasión, olvidándose del mundo a su alrededor.
—Buenos días, niña, por fin despiertas —habló Alan cuando me vio con una sonrisa, y así la parejita dejó de comerse la boca el uno al otro.
La chica se separó de Matheo con un movimiento elegante, sus ojos, oscuros y penetrantes, recorrieron mi figura de arriba abajo y una sonrisa burlona se extendió por sus labios.
Matheo, cuando me vio, me sonrió como un saludo de buenos días pero yo se que ésa sonrisa es falsa.
"El me odia por lo que le hice”
Luego volvió a besar el cuello de la chica, lo cual hizo que ella se riera suavemente, disfrutando de la atención de Matheo.
—Hola niña, tú debes ser la prima de Zabdiel —habló la chica con una sonrisa suave y sensual, pero también pude ver un brillo de desdén en sus ojos.
Hice una mueca y lo ignoré, tratando de no darle importancia a sus palabras, pero luego escuché cómo decía que era una niña malcriada, fea y otras cosas más.
La ira y el resentimiento bullían en mi interior mientras escuchaba sus palabras mientras me dirigía a la cocina. ¿Cómo se atrevía a llamarme fea? ¿No se miraba al espejo? ¿o qué?
—Si supiera que Matheo fue mío primero y lo dejé porque me aburrí —susurré para mí misma.
Mi mente empezó a divagar, recordando el pasado, recordando a Matheo y cómo lo había dejado porque me aburrí. Una sonrisa sarcástica se formó en mis labios mientras pensaba en cómo reaccionaría si supiera la verdad.
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El precio de una noche
ActionLa sangre los unía, pero un odio los separaba. Sin embargo, una noche los unió hasta la muerte. -Estoy dispuesto a arder en mil infiernos por un solo beso tuyo, Mio Ángelo.