Capítulo 16

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            16.¿Qué se siente tener una
             hermana golfa?

                 
Lexie Müller

Una vez más, respira e inhala, todo va estar bie, me decía mientras me veía en el espejo, tratando de calmar mis nervios. Me pasé la mano por el cabello, intentando ordenar mis pensamientos. 

Salí del baño y agarré mi mochila, que estaba apoyada en la silla, lista para otro día de escuela. Luego salí por la puerta de mi habitación, cerrándola suavemente detrás de mí, y comencé a bajar las escaleras.

La casa estaba en un completo silencio, un silencio que me resultaba inquietante. Todo había cambiado en solo dos días, desde el incidente con mi hermana Daena. Mis padres habían salido de viaje, dejándonos solos a mi hermano y a mí. La ausencia de mi hermana se sentía en cada rincón de la casa.

Al entrar al comedor, me encontré con mi hermano Tayler, sentado en su lugar habitual, con la mirada fija en su plato. Él no me habló ni mucho menos me miró, siempre fue así, reservado y callado, solo decía monosílabos cuando era necesario.

Me senté frente a él y empecé a comer lo que la sirvienta me había servido, un desayuno silencioso y solitario.

Después de terminar, salí de la casa y el chófer ya nos estaba esperando, con la puerta del auto negro abierta, listo para recibirnos. Me subí y me senté en el asiento, sintiendo el frío del aire acondicionado en mi piel. Mi hermano también se subió, sentándose a mi lado, pero sin decir nada. Solo estábamos allí, en silencio, cada uno sumido en nuestros propios pensamientos y emociones.

El auto comenzó a moverse, alejándonos de la casa y llevándonos a nuestras respectivas escuelas. Mi hermano miraba por la ventana, con la mirada perdida en el horizonte, sus ojos reflejaban una profunda tristeza y preocupación.

El auto se detuvo en el aparcamiento de la escuela de mi hermano y el chófer salió para abrirle la puerta. Mi hermano salió del auto sin mirarme, sin decir nada, y se dirigió hacia sus clases.

Luego, el auto continuó su camino hacia mi destino. Miré por la ventana, viendo cómo pasaban las calles y los edificios, pero mi mente estaba en otro lugar. No quería llegar, no quería enfrentarme a mis compañeros, no quería hablar con nadie. Pero sabía que tenía que hacerlo.

Finalmente, el auto se detuvo en la entrada de la secundaria. Me costaba respirar, mi corazón latía con fuerza. No quería bajar, pero sabía que no tenía opción. El chófer abrió la puerta y salí del auto, sintiendo que mis piernas temblaban bajo mi peso.

Todos los estudiantes estaban reunidos en grupos, charlando y riendo, mientras yo me sentía como un extraño en mi propia escuela. Los populares se agrupaban en un rincón, con sus sonrisas perfectas y su confianza exagerada. Mi hermana Daena siempre había sido parte de ese grupo, la reina del colegio, y yo... yo era solo una nerd.

Empecé a caminar hacia la entrada, tratando de evitar las miradas de los demás, pero sentía que todos me estaban observando. Mi corazón latía con fuerza y mi piel se erizaba con cada paso. Me dirigí hacia mi casillero, intentando mantener la calma, y empecé a sacar mi libro.

—¿Qué se siente tener una hermana golfa? —habló una chica al pasar por mi lado, su voz era como un veneno que se esparcía por mi cuerpo, dejando una sensación de dolor y rabia.

Sentí una oleada de calor subir por mi cuello y mi rostro enrojeció de rabia y vergüenza. Quería gritarle, decirle que se callara, pero no podía. En su lugar, cerré mi casillero y empecé a caminar hacia mi salón.

[***]

Ya no aguantaba las miradas y los insultos hacia mi hermana, todos las chicas hablan mal de ella.

—Eh, tranquila —habló mi amiga Savannah, con voz dulce. Levanté la mirada y ella me estaba mirándome con una sonrisa y a la vez con preocupación. Me sentí un poco mejor al verla, sabía que ella siempre estaría allí para mí.

—Aún no has tocado la comida, tienes que comer algo Lexie —dijo Savannah, intentando distraerme de la situación.

—No tengo hambre —dije apartando la mirada hacia los amigos de Daena, que estaban sentados en una mesa lejana, riendo y hablando entre ellos.

Ahí debería estar ella, pero no lo está. Su mesa estaba igual, sus amigas seguían igual, como si Daena no hubiera existido. Era como si hubieran borrado su existencia de un plumazo.

Pero lo que me sorprende es Emma, pensé que ella se acercaría a preguntarme sobre Daena.

Pero no lo hizo. Ella estaba feliz, hablando y riendo con las demás, como si nada hubiera pasado. No había ni un rastro de preocupación o tristeza en su rostro. Era como si Daena nunca hubiera sido parte de su vida.

Me sentí un poco decepcionada por Emma, pensé que era mejor persona. Pero supongo que en momentos como estos es cuando se ven las verdaderas amistades. Y Emma no parecía estar dispuesta a demostrar que era una amiga verdadera.

Volví mi vista hacia Savannah, y mi mirada se detuvo en la cicatriz que tenía en su frente.

Era una marca que le había dejado Daena, cuando se enteró de que el ex novio de Emma estaba saliendo con Savannah.

—Si quieres hablar de algo, sabes que puedes hacerlo conmigo, Lexie —dijo Savannah, con una expresión de preocupación en su rostro.

—Lo sé —dije con una sonrisa débil, agradeciendo su apoyo. Savannah siempre había sido una amiga leal y confiable, y en ese momento, necesitaba su apoyo más que nunca.

Me sentí un poco mejor con la presencia de Savannah, sabía que podía confiar en ella, que me escucharía sin juzgarme. Y aunque no estaba lista para hablar sobre lo que había pasado con Daena, saber que Savannah estaba allí para mí me dio un poco de consuelo.

[***]

Después de terminar las clases, emprendí el camino de regreso a mi casa, sumido en un silencio sepulcral. Tayler parecía estar en su propio mundo, absorto en sus pensamientos, mientras yo me debatía en una tormenta de preguntas y preocupaciones.

¿Dónde está Daena? ¿Se encontraba bien? ¿Estaba comiendo?

A pesar de que nuestra relación no era la mejor, la quería mucho y no podía evitar sentir una profunda inquietud por su bienestar.

El camino parecía interminable, y mi mente no paraba de dar vueltas, imaginando todos los posibles escenarios. Me sentía impotente, sin saber qué hacer o cómo ayudar a mi hermana. La incertidumbre me estaba consumiendo, y solo quería saber que Daena estaba a salvo.

Finalmente, llegué a mi casa, pero la sensación de alivio que esperaba no llegó. En su lugar, me sentí aún más inquieto, sabiendo que Daena no estaba allí, que no sabía dónde estaba ni qué le había pasado.

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