Capítulo 6

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                          6.La noticia

Zabdiel Russo

Seguimos a Alan hasta el elevador, donde introduce una contraseña en un panel digital y coloca su mano sobre un sensor.

La luz verde parpadea y el elevador comienza a ascender con un suave zumbido.

Luego entramos al elevador y mi prima se recostó en la pared opuesta mirando a Alan con una sonrisa burlona.

—Es en serio ¿Una contraseña? —preguntó Daena

Alan no respondió, solo le dedicó una sonrisa enigmática.

El silencio entre nosotros era palpable, solo roto por el suave zumbido del elevador y el sonido de nuestras respiraciones.

De repente el elevador se abrió y salimos a una sala grande y elegante, con sofás de cuero negro y mesas de cristal. Donde mis amigos Luka y Matheo estaban viendo la televisión.

—Por fin llegan, ¿por qué tardaron tanto tiempo? —dijo Luka, sin apartar la mirada del partido de fútbol que se proyectaba en la pantalla plana.

—Tuve que mostrarle a la niña dónde va vivir desde este día —respondió Alan con burla, acercándose hacia ellos.

Luka se giró hacia mí y una sonrisa burlona salió de sus labios por mi apariencia, como si estuviera disfrutando de mi desgracia. Parecía divertirse con mi situación, y su sonrisa lo delataba.

Pero luego, su mirada se desplazó hacia Daena y su sonrisa se suavizó, convirtiéndose en una expresión amable y acogedora.

—Ustedes dos están hechos un asco —oí la voz de Lucas detrás de mí, con un tono burlón.

—Hola a ti también Lucas —dije, dirigiéndome hacia el sofá para recostarme, intentando ignorar su comentario.

—Bueno, iré a traer el botiquín para curarte —habló Matheo parándose, preocupado por mi estado.

—¿Estás herida pequeña? —preguntó Lucas acercándose hacia ella.

—Mi nombre es Daena, no "pequeña" o "niña", es Daena —dijo ella molesta, corrigiendo a Lucas con una mirada severa y penetrante.

Los tres soltaron una risa, pareciendo disfrutar de la reacción de Daena, pero ella no se inmutó.

—No quieres sentarte niña —dijo Alan con burla, ignorando lo que dijo Daena.

Ella solo hizo una mueca de desagrado, pero no dijo nada. Su rostro reflejaba una mezcla de molestia y frustración.

En ese momento, Matheo regresó con el botiquín y Daena se quedó viéndole, recorriendo cada línea de su rostro.

Era como si estuviera recordando algo o como si lo conociera desde hace mucho tiempo. Su mirada era profunda, como si estuviera tratando de descifrar un misterio oculto.

A mis amigos se les formó una sonrisa pícara cuando se dieron cuenta de la intensa mirada de Daena hacia Matheo.

Sin embargo Matheo, parecía ajeno a la mirada de Daena. Se acercó a mí con el botiquín.

El precio de una noche Donde viven las historias. Descúbrelo ahora