11.Ropa nueva
🎀 Daena Müller 🎀
Al entrar a la cocina, vi a Lucas sentado comiendo un pan con mermelada. Al verme, me dedicó una sonrisa amistosa que me hizo sentir un poco más relajada.
—Buenos días dormilona —me saludo Lucas, con una sonrisa que iluminaba su rostro.
—Buenos días —le devolví el saludo con una sonrisa, acercándome hacia él.
—Vestida así te ves como una niña tierna —comentó Lucas, mirando mis ropas holgadas.
—Las ropas grandes me hacen parecer una niña angelical —dije sentándome a su lado, con una sonrisa pícara— pero sin ellas no…
Lucas me vio con una ceja levantada, como si estuviera sorprendido por mi comentario. Luego, me dio un pan con mermelada y un vaso de jugo.
Lucas siguió comiendo, sin decir nada más, pero con una sonrisa leve en su rostro.
Yo también comencé a comer, tratando de disfrutar del momento, pero mi curiosidad era mayor.
—¿Esta ropa es tuya? —pregunté, curiosa, señalando las ropas holgadas que llevaba puestas.
—No, es de Luka —respondió Lucas, con una sonrisa—. Él es más bajo que todos nosotros y además es el menor de aquí.
—¿Qué edad tiene? —pregunté, interesada en conocer más sobre Luka.
—Tiene 17 años —dijo Lucas—. Yo tengo 21 al igual que todos aquí menos Scott, él tiene 19 años.
—Así que todos son ancianos aquí —dije, bromeando, tratando de hacer que Lucas se riera.
Lucas solo sonrió, levantándose para retirarse. Esa sonrisa me hace recordar al insoportable de Ethan, pero no pude negar que había algo en la sonrisa de Lucas que me recordaba al chico arcoíris.
Después de terminar de comer y lavar el servicio, salí de la cocina para regresar a mi cuarto.
Pasé por la sala donde todos estaban sentados y hablando, Matheo y la chica seguían besándose, completamente absortos en su propio mundo.
—Daena, espera, te compramos ropa —dijo Lucas, antes de que saliera de la sala.
Al oír lo que dijo paré mis pasos y me giré para ver a Lucas.
Me sorprendió verlo parado frente a mí, con una sonrisa amistosa en su rostro. Se acercó a mí y me extendió unas bolsas, y me sentí aún más sorprendida. No esperaba que me compraran ropa.
—¿Para mí? —pregunté mientras recibía las bolsas.
—Sí, te compramos ropa —dijo Lucas, sonriendo—. Pensamos que podrías necesitar algo nuevo.
—¿Pero si ustedes no saben mi talla?
—Compraron con mi ayuda niña —dijo la chica, dejando de besar a Matheo—. Y la verdad fue muy fácil porque tengo una hermana de tu misma edad.
Me sentí un poco incómoda con la comparación, y decidí responder con un tono sarcástico.
—Sí, seguro fue muy fácil —dije—. Pero déjame decirte que no soy tu hermana.
—Sólo da las gracias, Daena —habló mi primo molesto.
Me sentí aún más incómoda, y decidí no discutir más. Solo me giré y me dirigí a las escaleras, molesta.
Me sentí un poco frustrada por la situación, y me di cuenta de que no estaba acostumbrada a que la gente me tratara de esa manera.
—Que se cree ése estúpido —susurré subiendo las escaleras—. Ni siquiera me pidió disculpas por lo de ayer.
Me sentí indignada por la actitud de Zabdiel, y me di cuenta de que Dereck se estaba divirtiendo con mi desgracia. Sabía que no me gustaba que me dieran órdenes, y me sentí un poco humillada.
Al llegar a mi cuarto, tiré las bolsas a mi cama y me tumbé frustrada. Me sentí como si estuviera atrapada en una situación que no podía controlar.
—Respira, Daena, respira —me dije a mí misma, tratando de calmarme—. Tenemos que resistir hasta que puedas conseguir dinero para así poder abortar.
Me sentí un poco desesperada, pero sabía que tenía que ser fuerte. Tenía que encontrar una manera de salir de esa situación, y no dejar que los demás me controlaran.
Me prometí a mí misma que encontraría una solución, y que no me rendiría.
Me levanté y saqué las ropas de las bolsas, y al ver las ropas que compró la chica, no pude evitar soltar una carcajada.
Era como si hubiera reunido la colección de horrores más grande del mundo.
Las ropas eran de todos los estilos y colores, pero ninguna era de mi gusto.
Había blusas con estampados ridículos, pantalones con cortes extraños y faldas que parecían haber sido diseñadas por un niño.
¡Era tan ridícula que hasta yo me reía de mí mismo!
No solo eran feas, sino que también eran de tallas equivocadas. Había ropas que parecían haber sido diseñadas para una niña pequeña.
"Esto es el colmó"
—Ésa tipa que es lo que pensaba, que tenía un cuerpo de tabla— dije viendo el brasier pequeño, que parecía un juguete en comparación con mi busto.
No pude resistir más y nuevamente solté una carcajada viendo las ropas que había comprado, esparcidas en la cama, disfrutando de la absurdidad de la situación.
Pero finalmente dije "Daena, ya es suficiente" y recogí todas las ropas y las devolví a sus bolsas, una por una, tratando de contener la risa.
Cuando ya recogí todas, me levanté de la cama y luego bajé las escaleras, dirigiéndome a la sala.
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El precio de una noche
AcciónLa sangre los unía, pero un odio los separaba. Sin embargo, una noche los unió hasta la muerte. -Estoy dispuesto a arder en mil infiernos por un solo beso tuyo, Mio Ángelo.