Tener que renunciar al amor de tu vida por aquel que consideras tu hermano.
Esa era la más difícil decisión de Moisés, tenerla tan cerca y a la vez tan lejos. . .
Tenerlo tan cerca y no poder estar junto a el, sus sentimientos la consumían, el e...
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Ahora que Ramsés se fue finalmente podremos hablar con más calma — dijo el general — Estuviste muy apagado durante todo el entrenamiento, ¿Qué te sucede hijo? — cuestionó preocupado.
— Te preocupas demasiado papá — dijo al soltar la espada.
— Te conozco perfectamente Moisés, no solamente yo he notado tu condición sino también tu madre — se dirigió hasta al muchacho.
— Dime algo Papá...si estuvieras en mi lugar lucharías por el amor de tu vida o dejarías el camino libre para aquel que consideras un hermano? — se giró a mirarlo, de inmediato Disebek había entendido el problema de su hijo.
— Sin duda alguna lucharía — respondió seguro — ¿Por acaso esa mujer es Nefertari?
— Es tan notorio no es así? — suspiró.
— Era más que obvio hijo, desde niños han sido muy unidos en especial ustedes dos — hizo una sonrisa — Yo en tu lugar no le dejaría el caminó fácil a Ramsés y mucho menos sabiendo lo mujeriego que es tu amigo — río al darle una pequeña palmada en la espalda. Había razón en sus palabras, Ramsés estaba fascinado con todas las mujeres del harén.
Pero las palabras de su padre le habían dado esperanzas al joven príncipe, no soportaría ver sufrir a Nefertari por los actos imprudentes de Ramsés, tenía que luchar por ella, tenía que confesarle su amor y no dejarla ir.
Su caminó se dirigió rumbo al harén, intuía que Nefertari podría estar ahí jugando al senet con su dama pero fue todo lo contrario, solo pudo encontrar las sonrisas coquetas de las mujeres hacia el. . .
Para su buena suerte Karoma venía llegando al lugar, una sonrisa se plantó en el rostro del hijo de Henutmire, tenía que preguntar por ella e ir a su encuentro.
— Por Isis príncipe no lo vi, discúlpeme — se disculpó al hacerle una reverencia.
— Descuida Karoma, sabes dónde puedo encontrar a Nefertari? — preguntó eufórico al mirar a la sierva.