Capítulo 1

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Emma Cooper.
—Emma, levántate. —Oigo que me hablan, pero ignoro ese llamado.
Quiero seguir durmiendo, no quiero ir a la escuela hoy. Anoche me desvelé haciendo un hermoso pastel de chocolate para el señor Carson Kennedy, porque sé lo mucho que le gustan, y ya que hoy es su cumpleaños, me parecía el obsequio adecuado para un hombre que lo tiene todo en la vida y al cual le agradezco muchísimo todo el apoyo que siempre le ha brindado a mi familia, antes y después de la muerte de mamá.
Abro los ojos y llevo mi mano al pequeño medallón en mi cuello, donde una fotografía de ella se encuentra siempre, muy cerquita de mi corazón.
La puerta de mi habitación se abre de pronto, logrando que dé un respingo y observe a mi padre mirarme desde el umbral con una ceja alzada.
—Si estás despierta ¿por qué no te has levantado?
—¿Y tú por qué abres la puerta como si nada? Pude haber estado desnuda, papá —refunfuño saliendo de la cama.
—Cuando eras pequeña te limpié el culo incontables veces.
—Pero ya no estoy pequeña, tengo dieciocho años.
—Los cumpliste hace una semana, apenas —me recuerda con una sonrisa—, pero seguirás siendo mi niña siempre, y si quieres que no irrumpa en tu habitación de este modo, ponle seguro.
—O tú entiende que necesito mi privacidad —espeto, aunque no estoy molesta.
No tengo nada que ocultar, jamás lo he hecho. Desde que mamá murió hace cuatro años, hemos sido él y yo contra el mundo, apoyándonos mutuamente en toda la transición, no solo de dejarla ir, también de mudarnos a la casa del señor Carson Kennedy para que yo no tuviese que pasar tantas horas sola en casa por su trabajo.
—Respeto tu privacidad, pero si no vas a levantarte cuando Augusta te llama...
—Ya entendí, ya entendí —lo interrumpo mientras me acerco a él—. Tomaré una ducha y bajaré a desayunar antes de que irrumpas en mi baño también ¿está bien?
—Te amo —musita dejando un beso en mi mejilla—. No te tardes si quieres que te lleve a la escuela.
—De acuerdo. —Cierro la puerta cuando se aleja y me despojo del pijama mientras camino hacia el baño para tomar una ducha rápida.
Decido no lavar mi cabello para ahorrar tiempo, lo cual agradezco cuando al terminar y voy a lavarme los dientes, me veo en el espejo y noto que las bolsas bajo mis ojos requieren de cierta atención. Por lo que aplico una capa de corrector para luego aplicar un poco de base, polvo translúcido y rubor. No suelo usar labial diariamente, tampoco rímel, aunque Grecia, mi mejor amiga, siempre insiste en que debería atraer más la atención a mis ojos azules. Pero ¿la atención de quién?
Los chicos en la escuela son, en su mayoría, niños de papi y mami que han tenido todo en bandeja de plata y que no ven necesario esforzarse por llamar la atención de alguien que les atrae y eso no es algo que me agrade. Crecí en una familia donde constantemente las muestras de afecto y detalles que en su momento parecían insignificantes, en realidad fortalecían el amor de mis padres.
No quiero menos de eso.
Quiero conocer a alguien y que me vuelva loca en la misma medida en que yo lo vuelvo loco a él, en el buen sentido, y conquistarlo con mis postres, del mismo modo en que mamá lo hizo con papá, y seducirlo poco a poco con esos pequeños detalles que harán que se enamore de mí con intensidad.
El problema es que hasta ahora, nadie me ha atraído de ese modo.
Suspiro, mientras termino de peinar mi cabello rubio que cae en leves ondas hasta mis hombros y salgo del baño para buscar mi uniforme en mi armario, el cual consta de una falda negra, una camisa blanca de mangas largas, un bonito blazer del mismo color de la falda, corbata de color rojo y zapatos a juego con un tacón no demasiado alto.
Termino de vestirme y salgo de mi habitación con la mochila y el blazer en mi brazo. Bajo las escaleras de dos en dos, las cuales me llevan directamente hacia la inmensa cocina de la mansión Kennedy, sin pasar por el comedor donde probablemente ya el señor Kennedy se encuentre terminando su desayuno con su esposa y su hijo pequeño. Ya que, a pesar de vivir en la misma casa y de que es él quien paga mi colegiatura, soy solamente la hija de su antigua cocinera y su actual chofer, lo que me da un lugar qué ocupar en esta mansión y ese lugar es, junto a los trabajadores.
—¡Hasta que por fin apareces! —refunfuña Augusta cuando me ve.
Coloca un plato lleno de huevos, tocineta y tostadas junto al plato casi vacío de mi padre.
—Buenos días para ti también. —Le regalo una sonrisa a modo de saludo y me coloco junto a papá, quien toma su café.
—Creí que tomarías una ducha rápida.
—Lo hice, no me lavé el cabello.
—Igual te tardaste, tengo que salir en cinco minutos —explica dejando el vaso sobre la barra—. ¿Puedes comer e ir a lavar tus dientes en ese tiempo?
—Sí, sí puedo —digo antes de tomar un bocado—. ¿Por qué tanta prisa? Sé que me levanté un poco tarde...
—¿Un poco tarde? —me interrumpe Augusta—. Margot te estuvo llamando varias veces hasta que se hartó y tu padre subió a hacerlo.
—Lo siento. Sabes que me desvelé un poco anoche. —Me encojo de hombros a manera de disculpa.
Augusta resopla.
—No sé cuál era tu afán de terminar ese pastel anoche, bien podías hacerlo al regresar de la escuela.
—Llegaré de la escuela muy tarde para terminarlo a tiempo antes de que lleguen los invitados del señor Kennedy. Como no podré estar en la fiesta...
—Emma. —Papá posa el brazo sobre mi hombro, negando—. Por favor termina tu comida, iré a confirmar que el vuelo no esté llegando con retraso.
—¿Vuelo? —cuestiono con la boca llena.
—Emma Cooper, tus modales —habla Augusta—. Termina tu comida y punto, o tu padre te dejará.
Papá se levanta de su asiento y tras dejar un beso en mi cabeza sale de la cocina, dejándome a solas con Augusta quien me da la espalda para comenzar a montar una olla en la cocina. Termino mi desayuno en silencio, preguntándome a quién tendrá que ir a recoger papá al aeropuerto y justamente hoy en el cumpleaños del señor Kennedy.
¿Acaso será Christian?
Busco mi teléfono y entro en Instagram para confirmar si ha posteado algo al respecto, pero su más reciente post es de hace algunos días, en la India, el último lugar al que ha llegado en su viaje por el mundo. Lo sé porque papá lo comentó hace un tiempo. Desde ese momento, sentí curiosidad por saber si Christian Kennedy seguía siendo ese chico guapo e inalcanzable que me gastaba bromas cada vez que podía hacía seis años, pero para mi pesar, solo publica fotografías de los lugares a los que va, jamás imágenes suyas.
Como no veo nada que me indique que estará volando de regreso a Seattle, lo descarto por completo, asumiendo entonces que estará recogiendo a un familiar de Claire, la esposa de Carson.
—¿Aún no estás lista? —La voz de papá me hace dar un brinco.
Engullo lo poco que queda de mi plato y lo trago con jugo de naranja antes de girarme hacia él y sonreír.
—Me lavaré los dientes en diez segundos —prometo mientras me alejo de él hacia las escaleras las cuales subo de dos en dos.
Entro a mi habitación y a mi baño, donde cepillo mis dientes lo más rápido que puedo antes de regresar con papá a la cocina, donde él me espera con la mochila y el blazer en las manos.
—Rápido, no quiero que llegar tarde al aeropuerto —expresa mientras camino detrás de él hacia el garaje donde varios autos están cuidadosamente acomodados en su lugar designado.
Papá por lo general maneja el SUV negro, que es al que nos dirigimos en este momento. Tomo asiento junto a él en la parte delantera del auto, la cual se mantiene dividida de la posterior por una pequeña pantalla de vidrio polarizado. Enciende el auto y sale del garaje directamente hacia el patio delantero, el cual recorre por el camino de gravilla.
—¿A quién vas a recoger? —pregunto cuando hemos salido por las puertas metálicas que se abren de forma automática cuando nos acercamos a ellas.
—A Christian —responde papá sin dejar de mirar hacia el frente, ignorando por completo el hecho de que, por alguna razón, oír que el único chico por el que he tenido una especie de enamoramiento regresa a casa, acelera mi corazón.

Bienvenida nueva/o lectora/o a este nuevo viajecito llamado Solo un postre.
Te reirás, te enamoraras, posiblemente lloraras pero sobretodo, amarás esta bonita historia entre Emma y Christian.
Espero ver muchos comentarios por acá para que me comenten que les parece la historia.
Pd: las actualizaciones serán seguidas puesto que la historia ya está terminada.
Pd2: para quienes están leyendo otra de mis historias por acá, también la estaremos actualizando pronto.
Besitos.
Los amo mil.

Solo un postreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora