Capítulo 13

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Emma Cooper.

—¿Y cómo han estado las cosas desde ayer entre ustedes? —curiosea Grecia a través de la pantalla del celular.

Estamos haciendo una video llamada.

—Después de que pasaste por mí, no he vuelto a estar a solas con él. Su padre le pidió hacer un proyecto que presentar la semana próxima en la empresa y sé que pasa tiempo con Nicholas también.

También me contó la pelea que tuvo con su padre, la que lo alteró y lo hizo buscarme. Para mí no era un secreto que sus padres se habían separado a causa de Cassandra, pero escuchar que a él todavía le duele eso, me ha sorprendido. Aunque no es algo que deba decirle a Grecia, Christian me lo confió a mí.

—Quién lo diría, Emma Cooper enamorada de un futuro empresario supermillonario.

—No estoy enamorada y, si lo estuviese, no sería por el dinero que tiene. —Dejo el teléfono sobre el tocador de un modo que Grecia pueda verme, pero al mismo tiempo, yo pueda tener libre ambas manos para recogerme el cabello—. Christian simplemente es encantador, me trata de una manera bonita y dice que soy su paz. —Muerdo mi labio, recordando ese instante.

—¿Segura que no estás enamorada, Emma?

Suspiro, dejando caer mis brazos.

—No lo sé, Grecia, ¿cómo podría saberlo si jamás he sentido esto por alguien alguna vez? —Ella sonríe del otro lado del móvil—. No te burles de mí y mejor ayúdame a entender todo esto que siento ¿quieres?

—¿Y qué es lo que sientes, Emma?

—Sería más fácil describir qué no siento, Grecia, porque cuando estoy con él... ¡Cristo! —Llevo mis manos a mi pecho—. De solo pensar en ello mi corazón se acelera, recordar su tacto o sus besos, sus ojos oscuros, lo que transmite con ellos y su ronca voz.

—¡Emma está enamorada! —canturrea mi amiga entre risas.

Cubro mi rostro con mis manos, sintiéndome avergonzada.

—¿No es un poco irracional que esto esté pasándome cuando hace una semana estaba perfectamente bien sin sentir nada de esto? —Descubro mi rostro—. No es normal.

—Yo creo que es solo tu cuerpo reaccionando a algo que le has estado reprimiendo todos estos años. Mi consejo sería que lo dejes fluir y lo disfrutes al máximo. Ya va siendo hora de que la pequeña Emma conozca los placeres carnales.

—No puedo solo dejarme llevar, Grecia. Después de todo, Christian y yo... ni siquiera sé bien qué significa todo esto entre nosotros.

—Emma, sé que quieres una gran historia de amor como la de tus padres y lo comprendo, en serio, pero que tu afán por conseguir el amor no te prive de vivir la vida y de experimentar todo lo bueno que tiene para darte.

Hago un mohín, volviendo a sostener el teléfono entre mis manos.

—¿Entonces dejo a un lado mi intento de conquistarlo con mis postres? Sigue sin aceptármelos.

Aunque la manera en que probó mi glaseado...

—Mejor dale el postre que tienes entre las piernas.

—¡Grecia! —exclamo sintiendo mis mejillas enrojecer.

Ella ríe a carcajadas, la clase de risa contagiosa que te hace reír a pesar de que no me hace gracia su comentario. Sin embargo, aquí estoy, cubriendo mi boca para contener la risa que aflora de mis labios, la cual detengo cuando escucho que llaman a mi puerta.

—Mmmm ¿será el catador de tu macaron?

—Shhh, Grecia —le pido que haga silencio mientras me levanto de la silla y me dirijo a la puerta, donde Margot me observa con grandes ojos.

Solo un postreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora