Capítulo 18

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Christian Kennedy.

El calor de su cuerpo me encanta, su delicioso aroma a vainilla también, su cuerpo encajando a la perfección con el mío es la señal más obvia de que debería seguir durmiendo junto a ella, pero si hago eso podría meterme en problemas.

Fue un riesgo aceptar su invitación a la cama, sobre todo cuando sus ojos completamente llenos de deseo me estaban pidiendo a gritos que la tomara. Como si eso no fuese suficiente estímulo, dejó muy en claro que me quería para su primera vez. Sin embargo, yo no quería que fuese de ese modo. Aquí en la mansión, temiendo ser escuchados o descubiertos, sin algo realmente especial que ella pueda recordar y, sobre manera, el hecho de que en realidad quiero ser el único hombre en su vida.

Es egoísta de mi parte decirle eso, pues ella apenas está comenzando a vivir. Merece conocer, experimentar, viajar fuera de esta ciudad. Expandir su mente y encontrar su camino, como casi yo lo hago cuando estuve fuera y cuando creí que era realmente libre, pero la verdad es que, con cada segundo que paso junto a ella, estoy convencido de que haber tenido que regresar a Seattle es de las mejores cosas que me han pasado.

No por tener que hacerme cargo del emporio Kennedy, sino porque pude volver a encontrarme con ella y comenzar a vivir este mar de sensaciones que me embargan cuando la tengo a mi lado. No es solo deseo y lujuria, que claro que las siento en gran medida, pero es más que eso, solo que no logro descifrar qué pueda ser.

—¿Qué estás haciéndome? —susurro, quitando un mechón de cabello de su rostro.

Se remueve un poco, pero continúa estando dormida, con los labios entreabiertos, sus largas pestañas acariciando sus mejillas, su piel pálida bañada de ese aroma a vainilla que me encanta, descansando su cabeza sobre mi brazo mientras el suyo reposa sobre mi pecho, al igual que su pierna.

Llevo un buen rato admirándola, diciéndome a mí mismo que debo irme antes de que alguien despierte y descubra que estoy en una habitación que no es la mía, mas me mantengo en mi posición, prendando de su belleza. Sonriendo como idiota cuando su ceño se frunce y sus labios forman un mohín.

En definitiva, Emma Cooper en tan poco tiempo logró meterse en mis pensamientos, mis deseos más carnales y, sobre todo, bajo mi piel. Está convirtiéndome en un adicto a ella y eso nos deja en una gran disyuntiva. Porque en algún momento, si las cosas continúan en el rumbo que parecen estar direccionadas, haré esto público, sin importarme papá o Cassandra e incluso su padre. El problema es ¿ella estará de acuerdo?

Decido salir de la cama en este momento, moviéndome con cuidado de no despertarla y admirando la curva de su trasero cuando se mueve y me da la espalda. Busco la camisa que dejé tirada en el suelo ayer, también mis zapatos y tras un último vistazo en su dirección salgo de su habitación y con sumo cuidado me dirijo a la mía, en donde tomo una ducha de agua fría antes de meterme completamente desnudo en la cama.

Son casi las cinco de la mañana, puedo dormir un rato antes de despertarme para desayunar con Nicholas y tal vez ver a Emma antes de que tenga que irse a la escuela. Mis ojos se sienten pesados, la inconsciencia comienza a apoderarse de mí y en un último vestigio de mi mente, no puedo evitar imaginarme a Emma, completamente desnuda, durmiendo plácidamente a mi lado tras haberle hecho el amor.


—¡Christian! —Me siento sobresaltado en la cama, desorientado completamente.

Cuando logro ubicar que estoy en mi habitación, mamá está observándome con semblante preocupado.

—¿Mamá? ¿Qué haces aquí?

—Te dije que vendría a verte hoy.

—¿Tan temprano?

Solo un postreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora