Emma Cooper.
—¿Estás segura de que esto es una buena idea? —interrogo mirando la bolsa plástica con tres pequeñas cajas dentro.
—Lo es si no quieres salir embarazada.
—Obvio que no quiero —aseguro centrando mi vista en Grecia, que lima una de sus uñas son expresión de desdén.
—Entonces comienza a tomarlas cuanto antes, no te olvides jamás de ninguna y, por favor, tómalas a una hora en específico cada día. Aunque. —Alza sus bonitos ojos chocolate en mi dirección—. Debes recordar que el primer mes no estarás protegida, así que obliga a tu insaciable semental a usar preservativo.
—Sí, lo recuerdo. La enfermera de la escuela fue muy concisa con eso. —Sacudo mi cabeza, cubriendo mi rostro con mis manos—. No puedo creer que tuve que decirle que ya no soy virgen.
—Te puedo asegurar que le han dicho cosas peores, y yo en su lugar estaría feliz de ver cómo estás siendo responsable con tu sexualidad.
—Seguramente para ti no es ningún problema hablar de estas cosas, Grecia, pero a mí todavía me cuesta. Si contigo estoy segura de que lucía como un tomate al hablarte.
—Y me quedé esperando los detalles picantes —dice sonriendo con un brillo pícaro en los ojos—. ¿No quieres contarme, Emma?
—No voy a decirte de qué tamaño lo tiene, porque no se lo medí. —Me levanto de su cama y voy hasta el escritorio para guardar de nuevo las tres cajas de anticonceptivos en mi bolso.
—Solo quiero estar segura de que mi mejor amiga haya tenido buen sexo.
—Créeme que sí lo tuve, pero no sé si el tamaño haya tenido algo que ver...
—No es lo esencial si saben cómo moverse, pero se agradece cuando sí.
—Hablas como si hubieses estado con muchos chicos, cuando solo has tenido a Luke. —Me giro a mirarla, ella de nuevo está concentrada en sus uñas—. ¿Y qué pasa si soy yo la que no sabe moverse? —inquiero.
Grecia vuelve a mirarme, ladeando el rostro y alzando una ceja.
—¿No estaba gimiendo mientras lo montabas?
—Grecia...
—Eso era lo que hacías, y déjame decirte que es una posición en la que tú tienes todo el control. —Su ceño se frunce ligeramente—. Es interesante saber que te dejó eso para tu primera vez.
—Quería que yo controlara todo, pero fue raro, aunque él me guio la mayor parte del tiempo.
—Eso es genial, y si la pasaste bien, es todo lo que cuenta.
—También cuenta que él lo pase bien, luego realmente no hice nada mientras estaba encima de mí. ¿Es normal eso?
Grecia sonríe levantándose de la cama, para acercarse a mí.
—En momentos como ese, lo normal es dejarse llevar. Por lo general, tu cuerpo por instinto te dirá hacia dónde moverte, pero si quieres aprender con profesionales, te recomiendo ver una porno.
—¡Por Dios!
—Créeme que, un movimiento de caderas así, no lo ves en cualquier lado.
—¿Lo has hecho tú? —pregunto con la sorpresa impregnando mi voz.
Creo a Grecia capaz de muchas cosas, pero la pornografía es algo que jamás había considerado.
—A veces, para ya sabes, innovar —musita tomando su celular—. ¿A qué hora tienes que llegar a casa?
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Solo un postre
Romance"El amor entra por el estómago", es una de las cosas que Emma Cooper siempre recuerda escuchar decir a su madre. Hecho que corroboró de primera mano con sus padres, pues vio cómo ella, antes de morir, cada día se desvivía por prepararle postres deli...