07:07 - 03 de septiembre 1996 (martes)Los días transcurrieron y todo fue empeorando. Dos días después de lo sucedido, mis amigos me consiguieron un psicólogo al cual iba todos los días, ellos me venían a buscar y luego me esperaban afuera. Cómo siempre.
El día estaba nublado, el sol estaba tapado y el color del mundo seguía sin volver.
Dudo que alguna vez vuelva, al igual que la luz de mis ojos.
La ciudad finalmente ganó, consiguieron lo que querían, sé que fue uno de ellos, pero los policías no me hicieron caso y por el momento lo dejaron como homicidio inconcluso.
No hubo ningún robo, solo fue un ataque, lo apuñalaron varias veces hasta matarlo y lo dejaron morir ahí mismo, en el frío pavimento del suelo.
¿Cómo es que la gente puede llegar a ser tan cruel?
No quería seguir, no quería estar aquí, no quería caer en la realidad en que otra vez perdí a otra persona importante.
Primero, mí padre.
Segundo, mí hermano.
Tercero, mí madre.
Y ahora...
Ahora...
Perdí al amor de mí vida...
Perdí a la única persona que me hizo tener esperanza hacia la felicidad.
Perdí a Josh.
No quiero perder más gente, no quiero ver cómo le pasa algo a mis amigos.
Ayer salí corriendo del psicólogo y desde ese entonces no hablé con ninguno de ellos. En el celular tenía miles de mensajes y llamadas pero no atendí a ninguna.
No pude dormir en toda la noche, desde la sesión de ayer con el psicólogo sentí que ya no podía continuar más con todo esto.
Limpié mis lágrimas y me dirigí hacia la bañera, la llené con agua algo tibia. El agua mostraba mí reflejo distorsionado mientras esta misma se iba llenando, el reflejo solo mostraba una cosa, mí cara borrosa.
En ese momento me di cuenta de que mis miedos entraron dentro de mí, me ganaron.
Mis pesadillas se volvieron realidad, volvieron mí mundo en suma oscuridad, en puro dolor y sufrimiento. Josh... él se volvió el polvo de estrellas que fue consumido... ¿Por qué yo no?.
En ese instante me di cuenta que me perdí a mí mismo cuando te perdí a ti.
El universo es muy confuso, este mismo está lleno de misterios, como los agujeros negros que absorbían la luz, en este caso, fue la vida.
Para mí eso se volvió algo importante en mí vida, porque se volvió mí forma de ver lo que ocurría a mi alrededor.
Sin ningún apuro, me metí dentro de la bañera sin sacarme alguna prenda.
Solo me quedo observando la habitación, para luego observar el agua y como se movía al ritmo de los movimientos dentro de esta misma.
El agua transparente dejó de revelar mí reflejo en ella.
Lentamente comenzó a notarse un rojo carmesí en esta misma, mezclándose con el agua que segundos antes estaba transparente. De a poco el rojo carmesí invadió todo el agua.
Yo solo me relajo y me estiro más en el agua.
Y de a poco me fui hundiendo.