Capítulo 39

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David

El sonido de la alarma me obliga a despertarme y apagarla rápido para dejar de escuchar ese horrible sonido. Me incorporo quedando sentado en la cama y froto mis ojos.

Hoy vuelo a Argentina para comenzar la gira y aunque me duele en el alma separarme de la persona dormida a mi lado tengo que hacerlo.

-Lauri...- susurro mientras reparto besos por su espalda -despierta cielo - zarandeo su cuerpo

-Hmm...-gime en una queja removiendose y dándose la vuelta quedando boca arriba

-Me tengo que ir, amor - beso su cuello pero ella sigue con los ojos cerrados emitiendo sonidos guturales

-Chss...que me voy a ir y no me has hecho caso -acaricio su mejilla

-No - espeta somnolienta rodeando mi cuello con sus brazos -No te vas

-Si te pones así me va a costar irme -comento analizando su rostro que mantenía los ojos cerrados pero una pícara sonrisa asomaba de sus labios contagiandome

-Vale - me acerca más a ella y besa mi cuello tiernamente obligándome a morder mi labio y sonreír

-Al final se me hace tarde - sonrie y siento su cálido aliento en mi oreja

-Eres un quejica. Fuera de mi vista, quiero seguir durmiendo - ordena dando un suave golpe en mi mejilla arrancandome una carcajada y se da la vuelta agarrando la almohada como si fuera mi cuerpo

-Ah muy bonito, pues no tienes café -pellizo su costado y me levanto para vestirme y bajar a comer algo

Me gusta bien poco despertarla porque eso conlleva lidiar con su agresividad matutina pero hoy no tiene pinta de haber amanecido así.

Anoche hubieron lágrimas que dejaron claro lo mucho que nos íbamos a echar de menos, todo un poco dramático de más. La verdad es que no me quejo, para nuestra sorpresa aún no han puesto ningún impedimento a mi relación con ella y eso no sé si me mantiene tranquilo porque lo aceptan o me altera porque quizá estén planeando algo más gordo a mis espaldas con lo que intentarán acabar con esto tan bonito que tenemos.

Termino de preparar el desayuno y oigo a mi espalda unos pasos. Me giro y la encuentro sentada en una de las banquetas que rodean la isla, tiene apoyada la cabeza en su brazo y sus ojos se resisten a mantenerse abiertos.

-Son las seis y media de la mañana, te juro que a la próxima ni me muevo -amenaza adormilada

-Soy tan privilegiado por haber conseguido que te levantes - vacilo con ironia dejando frente a ella una taza de café

-Ah que te burlas, aún me vuelvo a la cama y que el beso de despedida te lo dé otra

Bebe del líquido y me mira arqueando las cejas lo cual me provoca una carcajada y poner los ojos en blanco.

-Prefiero que me lo dé una reguñona recién despierta

-Reguñona, lo estás arreglando -repite burlona sacándome una sonrisa

Voy a su lado y la abrazo dejando un beso en su mejilla que ella recibe sonriendo ligeramente.

-Respecto a la despedida - me mira expectante mordiendo una de mis tostadas - no me quedo tranquilo dejando a los niños con Rosanna

-Entendible, pero ella es la madre, no se van a quedar conmigo

-Podrían, estarían más seguros y ellos lo prefieren

-Y tú también - enuncia confiada

-Y yo muchísimo más -afirmo seguro de mis palabras

-No pienses en esas cosas que te calientas y te tienes que ir

Siempre volvemosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora