¿Necesitas ayuda?

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CLASE DE MATEMÁTICAS

La última prueba del trimestre estaba en marcha. Todos estaban concentrados en sus exámenes, intentando recordar fórmulas y soluciones a los problemas que la profesora había planteado. Emma, sentada al lado de Ruslana, podía sentir la tensión en el aire. Miró de reojo a la castaña y vio cómo fruncía el ceño, claramente atascada en una de las preguntas.

— Eh, macarra, ¿necesitas ayuda?

Ruslana levantó la mirada, sorprendida por la oferta. Sabía que estaba arriesgándose, pero no podía permitirse otra nota baja.

— ¿De verdad me vas a dejar copiar, pija?

Emma asintió discretamente y movió su examen ligeramente hacia Ruslana. La castaña comenzó a copiar rápidamente, intentando no levantar sospechas. Pero la suerte no estuvo de su lado. La profesora, vigilante como siempre, se acercó sigilosamente.

— Emma, Ruslana, a mi despacho ahora mismo. Ambas.

Las dos chicas se levantaron, sus rostros reflejando una mezcla de culpa y desafío. Sabían que estaban en problemas.

Despacho de la Profesora

Sentadas frente a la profesora, Emma y Ruslana esperaban su veredicto. La profesora las miró con severidad.

— No tolero el engaño en mis clases. Van a estar castigadas. Hoy se quedan después de clase para limpiar el aula. Espero que esto les enseñe una lección.

Las dos asintieron, sabiendo que no había nada más que pudieran hacer. Salieron del despacho y se dirigieron al aula vacía, listas para cumplir su castigo.

Aula Vacía

Emma y Ruslana estaban solas en el aula, limpiando las mesas y barriendo el suelo. El silencio entre ellas era incómodo, hasta que Emma decidió romperlo.

— Nunca pensé que acabaríamos así, macarra. Todo por intentar ayudarte.

Ruslana dejó caer la escoba y se sentó en una de las mesas, mirando a Emma con curiosidad.

— Ya, ¿y por qué lo hiciste? No es típico de una pija hueca como tú.

Emma se rió, pero su risa no tenía alegría.

— Supongo que pensé que te vendría bien. Y también pensé que era hora de que nos conociéramos mejor. No todo es lo que parece, ¿sabes?

Ruslana cruzó los brazos, interesada.

— ¿Ah sí? ¿Entonces por qué no empiezas tú? ¿Cómo acabaste siendo la líder de las pijas?

Emma suspiró y se sentó frente a Ruslana.

— Bueno, todo empezó en primero de la ESO. Vine de un colegio privado y no conocía a nadie. Maria fue la primera en hablarme. Me di cuenta rápido de que aquí todo era sobre quién conoces y qué tan popular eres. Maria era leal y siempre estuvo a mi lado. Juntas, construimos este grupo. Pero eso significa ser fuerte, no dejarse de nadie.

— Ya, ¿y te gusta ser así? ¿No te cansas de ser la pija mandona?

Emma miró a Ruslana, su expresión se suavizó.

— A veces sí, pero es lo que se espera de mí. No puedo mostrar debilidad, no en este instituto.

Ruslana asintió, comprendiendo un poco más a Emma. Luego bajó la mirada, su tristeza evidente.

— Estoy así por Noelia. Sé que no debería importarme, pero me duele. Ella me dejó porque pensaba que algo pasaba entre nosotras, que tú y yo teníamos algo. Y ahora está con su grupo, ignorándome.

Emma se sintió culpable. Su juego de celos había causado más daño del que pretendía.

— No sabía que te afectaba tanto, lo siento. Noelia tomó su decisión, pero yo no quería que todo acabara así para ti.

Ruslana se encogió de hombros, tratando de restarle importancia.

— No te preocupes, pija. Soy fuerte, ¿recuerdas? Pero gracias por decirlo.

Emma asintió, sintiendo una conexión nueva y extraña con Ruslana. A pesar de los insultos y las peleas, había algo más profundo entre ellas. Quizás, en algún rincón de sus corazones, había lugar para algo más que odio.

— Bueno, macarra, volvamos a limpiar antes de que la profe nos eche más bronca.

Ruslana sonrió levemente, tomando la escoba de nuevo.

Las dos chicas continuaron con su tarea, compartiendo un silencio más cómodo. A veces, las cosas no eran lo que parecían, y en ese aula vacía, Emma y Ruslana empezaban a entenderlo.

BATALLA DE CORAZONES|    RUSLANA OT2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora