BATALLA DE CORAZONES

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CASA DE RUSLANA

Llevaban un buen rato hablando de la situación entre Maria, Emma y Ruslana. Y Emma no encontraba otra solución que dejar de ser la amiga de Maria.— ¿Estás segura de que ya no quieres ser su amiga?

—Ruslana, tu más que nadie quiere eso.

—Que no, Em. Maria es una gilipollas de los pies a la cabeza, eso es innegable, pero es tu mejor amiga, yo no puedo decidir sobre tus amistades.— me respondió mientras miraba sus ojos azules tristes— Además, no quiero que tu lo pases mal.

—Ya, pero, ¿y si se vuelve a repetir lo de hoy?

—Mira, yo estoy dispuesta a soportar a la niñata esa...por...por que si— respondió nerviosa la pelirroja al darse cuenta de lo que iba a decir. Eso hizo que a la castaña se le escapara una sonrisa.

—No puede ser— Dijo sarcástica la ojiazul— Vas a volverte amiga de la pija hueca mayor, por mi. —Ruslana alzo una de sus cejas.

—¿Pija hueca mayor?, creí que tu eras quien mandaba— respondió la pelirroja con burla. Sin querer ambas se estaban acercándo con cada palabra que decían.

—¿Y lo dudas?— preguntó con voz seductora la ojiazul. Sus respiraciones se mezclaron por la cercanía en la que estaban sumergidas, solo ellas dos, en su propio mundo.

Ruslana sentía su corazón latir con fuerza, un ritmo tan salvaje que apenas podía controlar. Y entonces, en un acto impulsivo, se inclinó hacia adelante y atrapó los labios de Emma entre los suyos.

El beso fue suave al principio, casi tímido, pero en poco tiempo se volvió más apasionado, cargado de todos los sentimientos reprimidos que ambas habían guardado durante tanto tiempo. Emma correspondió con igual entusiasmo, sus manos encontrando el camino hacia el cuello de Ruslana, atrayendola aún más cerca, como si temiera que este momento se desvaneciera si no se aferraba con fuerza.

Los minutos pasaron con rapidez, pero para ellas el tiempo parecía haberse detenido. Era como si todo lo que habían vivido hasta ese momento, peleas, escenas de celos, fiestas. Las hubiera llevado a ese preciso momento. Un beso que lo decía todo, que hablaba de todas las cosas que no podían decir con palabras.

Finalmente, se separaron, agitadas, con sus frentes aún apoyadas, la una sobre la otra.  Sus respiraciones eran rápidas, pero sus corazones estaban en calma, como si finalmente hubieran encontrado el equilibrio que tanto habían buscado.

—Supongo que es verdad lo que dicen— murmuró la ojiazul con una sonrisa, todavía sin apartarse de Ruslana— Del odio al amor hay un solo paso.

—Y parece que lo hemos dado— respondió la pelirroja, sus labios aún hormigueando por el beso.

Ambas se quedaron así, en silencio, simplemente disfrutando de la presencia de la otra, sin necesidad de decir nada más. Era un momento que habían temido y anhelado en igual medida, pero ahora que estaban aquí, parecía lo más natural del mundo.

Sin embargo, antes de que pudieran sumergirse por completo en su nuevo entendimiento, el sonido molesto del móvil de Emma jodio el momento. Emma miró el móvil y antes de contestar murmuró un "Lo siento".

—¿Que quieres?— respondió fastiada a su hermano, había interrumpido un momento muy especial.

—¿Dónde estás?— preguntó enfadado con su hermana menor, no había avisado a nadie de a donde iba.

—En casa de Maria— respondió nerviosa la castaña. Ruslana la miró con curiosidad, ¿ella y Maria se parecían?, ni de coña.

—Se que mientes.— Respondió su hermano tratando de mantener la calma— cuando vuelvas a casa, buscame, ya lo sé todo, adiós.

Carlos dio por terminada la llamada, dejando en completo estado de shock a la ojiazul a quien se le había caído el móvil sobre la cama de la pelirroja. Ruslana se acercó a ella al ver esto, pensó lo peor.

—¿Que ha pasado?— preguntó la pelirroja mientras la miraba intentando descifrar a la chica.

Emma no podía más, estaba hasta el coño de los secretos, de las mentiras y de ocultar sus sentimientos. Pero tampoco quería que su hermano se enterase por otras personas. Sin querer, una lágrima cayó por su mejilla y Ruslana se sorprendio por esto pero la abrazo.

—Quién haya sido el chivato, te prometo que se va a cagar cuando me tenga enfrente— respondió eso y dejó a la ojimarron pensando, decidió no preguntar más sobre el tema porque, Emma estaba sensible y prefería hacerle pasar un buen rato, su chica llevaba todo el día deprimida.





















En esta Batalla de Corazones, aprendemos que el odio es solo el principio de algo más grande. A veces, la gente que más nos enfada es la que más puede llegar a importarnos. Lo que empieza como un pique puede convertirse en un vínculo que nunca imaginaste. Al final, la vida es eso: entender que los corazones que luchan también pueden latir juntos. Porque en Madrid, como en cualquier otro lugar, lo que más vale es saber que del odio al amor, solo hay un paso... si te atreves a darlo.

FIN














O NO?....

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⏰ Última actualización: Aug 10 ⏰

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