Eres la novia de mi hermano

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MENORCA

La noche había caído completamente, y el campamento estaba en silencio salvo por el suave murmullo del mar. Carlos ya estaba dormido en su carpa, agotado por el viaje. Emma, Ruslana y Hugo se quedaron un rato más en la orilla, el resplandor de la fogata menguando lentamente.

—Creo que es hora de irnos a dormir —dijo Hugo, estirándose y dejando escapar un bostezo.

Emma asintió, pero antes de que pudieran moverse, Ruslana les lanzó una mirada penetrante, visiblemente molesta.

—Antes de que os vayáis a vuestras carpas, dejadme deciros algo —dijo Ruslana con voz firme, cruzando los brazos sobre su pecho—. Si a alguno de vosotros se le ocurre salir en plena noche para verse mientras yo estoy dormida... Hugo, te juro que te corto las pelotas. Y Emma, te aseguro que no volveré a ayudarte para que tu madre te dé permiso de salir.

Hugo la miró sorprendido, mientras Emma fruncía el ceño.

—¿Qué te pasa, Ruslana? —preguntó Emma, visiblemente irritada.

Ruslana suspiró, pero su tono se mantuvo firme.

—Lo hago por Carlos. Está frito en su carpa y no merece que le traigamos más problemas. Así que, por favor, manteneos en vuestras carpas y no hagáis nada estúpido.

Emma rodó los ojos, sintiendo la tensión en el aire.—Está bien. No tenías que amenazar, pero bueno, la macarra que tienes dentro tenía que salir en algún momento.

Hugo levantó las manos en señal de paz.

—Tranquila, no planeo salir de mi carpa. Buenas noches a las dos.

Con eso, se dirigió a la carpa donde Carlos ya estaba roncando suavemente. Emma y Ruslana se quedaron en silencio por un momento antes de dirigirse a su propia carpa.

Al entrar, Emma no pudo evitar lanzar una mirada de reproche a Ruslana.

—¿Era realmente necesario todo eso? —preguntó Emma, mientras se acomodaban en sus sacos de dormir.

Ruslana suspiró, su expresión suavizándose un poco.

—Tu y yo sabemos de lo que eres capaz, Emma. Solo... no quiero que las cosas se compliquen más de lo que ya están.

—Entiendo. Pero no soy una puta.

Ruslana negó, mientras se pasaba una mano por el rostro harta.—No dije eso.— Emma se hizo la ofendida y no dijo ni una palabra más.

Se acomodaron en silencio, y el sonido del mar las envolvió, creando una atmósfera más tranquila. Aunque la tensión no había desaparecido del todo.

Emma se quedó mirando el techo de la carpa, sintiendo una mezcla de emociones. Sabía que la relación entre ellas seguía siendo complicada, y entendía a Ruslana, total, ya la había decepcionado mucho, pero eso no le daba el derecho de llamarla indirectamente fácil.

La pelirroja se revolvía en su saco de dormir, incapaz de encontrar una posición cómoda. No quería dormir si estaba enfadada con Emma, por el malentendido de antes. Emma por su parte, estaba de espaldas a la pelirroja, el ceño fruncido en la oscuridad. Se sentía herida, de alguna manera, siempre le iba a importar lo que Ruslana pensara de ella, aunque actuase como todo lo contrario.

Finalmente, la pelirroja, decidió que no podía dormir así. Así que se giró hacia Emma y con voz suave, intento romper el hielo— Emma, de verdad lo siento.— Dijo, pero la ojiazul no respondió. La pelirroja suspiró, sabiendo que tenía que intentar algo más.

De repente, recordó que Emma tenía muchas cosquillas. Se acercó con sigilo y comenzó a hacerle cosquillas en los costados. La castaña intento resistirse, pero pronto, se encontró riendo a carcajadas, su risa resonaba en la pequeña carpa.

—¡Para Ruslana!— Jadeo Emma entre risas— ¡Me voy a mear encima!

La pelirroja, no se detuvo de inmediato, porque quería disfrutar de la risa de la ex-rubia. Después de unos segundos, se detuvo, pero no se alejo. Sus rostros quedaron a apenas unos centímetros de distancia, ambas podían sentir la respiración agitada de la otra. La respiración de Emma era entrecortada, y sus ojos brillaban con una mezcla de diversión y algo más profundo. Ruslana podía sentir su propio corazón acelerarse, consciente de la cercanía y la tensión que había surgido entre ellas.

—Emma...— Susurró Ruslana, su voz casi inaudible.

La ojiazul, la miro a los ojos, su expresión se suavizo un poco. A pesar del enfado y la confusión, había algo innegable en el aire, una atracción que ninguna de las dos podía ignorar.

—Ruslana, eres la novia de mi hermano— murmuró la ex-rubia, su voz cargada de emociones.

La pelirroja asintió, sintiendo el peso de las palabras de Emma— Lo sé, joder.— La ojiazul, suspiró, el enfado discipandose porque ahora sentía culpa, por casi haber besado a la novia de su hermano.

Ruslana sabía que la situación no era fácil, para ninguna de las dos, así que decidió no complicarse más por el momento y— Vamos a dormir y mañana hablamos de esto, si te apetece.

Emma asintió, agradecida por qué Ruslana no estaba pensando en dejar pasar ese momento como un error. Se acomodaron de nuevo en sus sacos de dormir, esta vez, más cerca la una de la otra. Mientras cerraban los ojos y se dejaban llevar por el sonido del mar. Y Aunque ninguna admitiera en voz alta, en el fondo, ambas deseaban encontrar una manera de estar juntas, sin todo el caos que las rodeaba.

BATALLA DE CORAZONES|    RUSLANA OT2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora