Bienvenida, Macarra.

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El sol comenzaba a ponerse sobre Madrid, bañando la ciudad con tonos dorados. Emma estaba en su habitación, ordenando nerviosamente. No podía creer que realmente había invitado a Ruslana a su casa. Miró su móvil, esperando que la castaña llegara de un momento a otro.

Finalmente, el timbre sonó. Emma corrió a abrir la puerta, encontrándose con Ruslana, que lucía tan chula como siempre, aunque con un toque de curiosidad en su mirada.

— Bienvenida, macarra. Pasa, no hay nadie en casa.

Ruslana cruzó el umbral, mirando alrededor con desdén fingido.

— Vaya, la pija hueca tiene buen gusto.

Emma se rió y la guió hacia la sala de estar.

— Claro, solo lo mejor para una pija como yo. ¿Quieres algo de beber?

— Lo que tengas, no soy tan exigente.

Emma fue a la cocina y volvió con dos refrescos. Se sentaron en el sofá, un poco incómodas al principio.

— Entonces, ¿qué tal tu día, chulita?

Ruslana tomó un sorbo de su refresco y suspiró.

— Ha estado bien, supongo. Nada emocionante. ¿Y el tuyo, pija?

— Bastante aburrido, hasta ahora. Pero oye, quería aprovechar esta tarde para que hablemos. Sin insultos, si es posible.

— Bueno, lo intentaré. ¿Qué quieres saber?

Emma se acomodó, buscando las palabras.

— Pues, no sé. Cuéntame más sobre ti. No todo el mundo tiene la suerte de ser tan misteriosa como tú.

— Misteriosa, dice. Bueno, mi vida no es tan interesante. Vivo con mis padres y mi hermana mayor. Me gusta el rock, los tatuajes y, por supuesto, meterme en líos de vez en cuando.

— ¿Y qué tal la relación con tu hermana?

— La verdad es que nos llevamos bastante bien. Ella es más tranquila, pero siempre me cubre cuando hago alguna tontería. ¿Y tú? ¿Siempre has sido la reina del instituto?

Emma se rió, pero su risa sonó más triste esta vez.

— Pues sí, más o menos. Pero no es tan divertido como parece. Mucha gente espera que seas perfecta todo el tiempo, y no puedes dejar que vean ninguna debilidad.

— Ya, me imagino. Pero oye, no tienes que ser siempre la pija mandona, ¿sabes? Puedes ser tú misma.

Emma sonrió, agradecida por la sinceridad de Ruslana. Pasaron la tarde charlando, descubriendo cosas nuevas sobre cada una. Hablaron de música, de películas y hasta de sus sueños y miedos. Con cada palabra, la distancia entre ellas se fue acortando.

Finalmente, el reloj marcó el fin de la tarde. Ruslana se levantó, preparándose para irse.

— Bueno, pija, ha sido interesante. Gracias por la invitación.

— De nada, chulita. Oye, me alegra que hayas venido.

Justo en ese momento, el móvil de Ruslana vibró. Miró la pantalla y vio un mensaje de

Noelia: ¿Podemos hablar? Necesito verte.

Ruslana frunció el ceño, debatiéndose internamente. Emma notó su reacción.

— ¿Todo bien?

— Sí, es Noelia. Quiere verme. No sé si debería.

Emma sintió una punzada de celos, pero trató de no mostrarlo.

— Haz lo que quieras, macarra. No es asunto mío.

— Vale, gracias. Ha sido una tarde interesante.

— Ya ves, quién lo diría. Nos vemos en el insti.

— Nos vemos, pija.

Ruslana salió de la casa de Emma, con el corazón un poco más ligero. Mientras se dirigía a encontrarse con Noelia, no podía evitar pensar en la tarde que había pasado. Tal vez, solo tal vez, Emma no era tan mala después de todo.

Emma cerró la puerta, sintiéndose una mezcla de emociones. Por un lado, la tarde había sido agradable, pero por otro, la idea de que Ruslana fuera a ver a Noelia le revolvía el estómago. Decidió que no dejaría que esto le afectara más de lo necesario.

BATALLA DE CORAZONES|    RUSLANA OT2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora