Muy graciosa

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El verano había pasado rápido para Emma. No había vuelto a buscar a Ruslana desde el incidente en el instituto. Se había limitado a observarla desde la distancia, espiando su Instagram y viendo cómo se divertía en la playa con sus amigos, siempre con esa sonrisa que la hacía sentir una mezcla de celos y nostalgia.

La noche antes de empezar su último año de la ESO, Emma estaba en su habitación cuando su hermano mayor, Carlos, entró sin llamar, como siempre.

—Ey, Em, esta noche salgo a cenar con una chica. Quiero que vengas, quiero que la conozcas.

—No me apetece salir, Carlos.

—Venga, no seas aguafiestas. Además, quiero tu opinión. Es importante para mí.

Suspirando, Emma aceptó. Se preparó sin muchas ganas y bajó a la sala donde Carlos la esperaba. Se había pintado el cabello de castaño durante el verano, un cambio que la hacía sentir renovada y que, según sus amigas, le quedaba de maravilla.

Fueron al restaurante favorito de Carlos, un lugar acogedor y elegante en el centro de la ciudad.

Cuando llegaron, Carlos sonrió y saludó a una figura que ya estaba sentada en una mesa del rincón. Emma sintió como si el suelo se desvaneciera bajo sus pies. Allí, con un vestido negro que resaltaba su figura y esa actitud chula que tanto la caracterizaba, estaba Ruslana. Pero algo era diferente. Su cabello ahora era pelirrojo, y se veía increíblemente sexy. Su cuerpo había cambiado, más definido y con nuevos tatuajes que adornaban sus brazos, visibles bajo el vestido sin mangas.

—Em, quiero que conozcas a Ruslana.

— Hola, macarra.— Dijo la rubia tensando su voz.

Carlos frunció el ceño y le pidió a Emma que se comportara. Durante la cena, Emma apenas habló, su mente estaba en caos. No podía creer que Ruslana estuviera saliendo con su hermano. Sentía una mezcla de celos, rabia y confusión. Además, no podía dejar de notar lo mucho que Ruslana había cambiado. Y aunque no lo admitiría, el nuevo look de Ruslana la atraía aún más.

Después de un rato, Emma encontró un momento para hablar a solas con Ruslana. La llevó a un lado, lejos de la vista de Carlos.

—¿Qué coño haces saliendo con mi hermano?

—¿Te parece mal? No sabía que ahora eras la guardiana de las citas de tu hermano.

— Muy graciosa. Solo quiero saber por qué, Rus. ¿Qué juego estás jugando esta vez?— respondió sarcásticamente amargada la ahora castaña.

Ruslana la miró con frialdad, pero había un destello de dolor en sus ojos.

—No es un juego, Emma. Carlos me gusta, y me trata bien. Algo que tú nunca hiciste.

—¿Ahora me culpas de todo? Noelia ya me ha echado suficiente mierda como para que vengas tú también a joderme la vida.

—Noelia solo te dijo la verdad, Emma. Eres egoísta y solo piensas en ti misma. Pero eso ya lo sabes, ¿no?

Emma sintió un nudo en la garganta, pero no iba a dejar que Ruslana viera lo mucho que le dolían sus palabras.

—Pues, ¿sabes qué? Que te den. Sal con quien quieras, pero no esperes que me quede de brazos cruzados.

Ruslana suspiró y negó con la cabeza.

—Haz lo que quieras, Emma. Pero no voy a dejar de ver a Carlos solo porque tú no puedes superar tus mierdas.

Emma se quedó en silencio, viendo cómo Ruslana regresaba a la mesa con Carlos. Sentía una mezcla de ira y tristeza. Sabía que Ruslana tenía razón, pero no estaba dispuesta a admitirlo. No esa noche.

La cena terminó en un incómodo silencio para Emma. Ruslana y Carlos parecían ajenos a la tensión, riendo y disfrutando de la compañía del otro. Emma solo quería que la noche terminara, pero sabía que el verdadero problema apenas estaba comenzando.

BATALLA DE CORAZONES|    RUSLANA OT2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora