No me lo trago

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El primer trimestre había llegado a su fin en el instituto San Lorenzo. Ruslana, que siempre había sido una estudiante promedio, estaba molesta consigo misma. Aunque no había suspendido ninguna asignatura, sus notas no eran nada del otro mundo. Un 5 no era suficiente para ella, y esa mañana, la frustración la tenía al borde del colapso. Para colmo, Kiki no había ido a clase ese día, dejándola sin su principal apoyo.

La clase de matemáticas transcurría con normalidad cuando Emma y María comenzaron a cuchichear y reírse entre ellas.

Ruslana, ya de por sí con los nervios de punta, no pudo soportarlo más. Al principio intentó ignorarlas, pero cada risa, cada comentario, era como una aguja clavándose en su paciencia.

De repente, María lanzó una risilla contenida, señalando algo en la pizarra. —Qué patética, de verdad, ¿no se da cuenta de que nunca va a destacar en nada?— susurró, lo suficientemente alto para que Ruslana lo oyera.

Ruslana, con el rostro enrojecido de rabia, se levantó de su asiento de golpe. —¡Ya está bien, tío! ¿Qué cojones os pasa? ¿Es que no podéis dejar de tocarme los huevos ni un solo día?—La clase entera se quedó en silencio.

Emma la miró con sorpresa y algo más, quizás una chispa de admiración por la valentía de Ruslana. María, sin embargo, no se achantó. —¡Vaya, la macarra se ha despertado! ¿Qué vas a hacer? ¿Pegarnos?—Antes de que Ruslana pudiera responder, Noelia, que había estado observando la escena con creciente preocupación, se interpuso entre ellas.

—Vale, chicas, basta. Esto no lleva a ninguna parte.

Ruslana la miró con desdén.—¿Y tú qué, Noelia? ¿Vas a defender a tus amiguitas ahora?

Noelia intentó mantener la calma, aunque por dentro estaba igual de nerviosa.—No estoy defendiendo a nadie, Rus. Solo digo que no merece la pena. Tranquilízate.— le susurró, Maria no le presto tanta atención, pero Emma si.

Ruslana bufó, aún llena de rabia, pero Noelia mantuvo su postura. Al final, Ruslana se dejó caer en su asiento, cruzándose de brazos y respirando hondo para intentar calmarse.

Emma observaba la interacción con interés. Había algo en la manera en que Noelia se preocupaba por Ruslana que no cuadraba. Y luego estaba el hecho de que, a pesar de todo, Noelia no la había traicionado de verdad. Esto le dio a Emma una idea, pero no estaba segura de cómo proceder aún.

La clase continuó con un ambiente tenso, pero el enfrentamiento había dejado a todos pensativos. Ruslana sentía un torbellino de emociones: frustración por sus notas, rabia contra Emma y María, y una confusión creciente por Noelia. Sabía que necesitaba hablar con alguien, pero Kiki no estaba, y ahora mismo, no confiaba en nadie más.

Al final del día, mientras todos recogían sus cosas para irse a casa, Emma se acercó a Noelia. —Noe, ¿qué ha sido eso? Parecía que realmente te importaba que la macarra no se metiera en problemas.

Noelia la miró de reojo, intentando mantener la compostura. —Simplemente no quería que la cosa se fuera de madre. No es que me importe tanto.

Emma no estaba convencida. —Ya, claro. Sabes que no me lo trago, ¿no?—Noelia no respondió, simplemente se giró y salió del aula, dejando a Emma con más preguntas que respuestas.

Esa noche, Ruslana caminó hacia su casa con la mente revuelta. Las palabras de María aún resonaban en su cabeza, y la actitud de Noelia la tenía completamente confundida. Pero una cosa estaba clara: tenía que mejorar sus notas, no solo para demostrar que no era una “patética”, sino para demostrar a sí misma que podía ser mucho más.

BATALLA DE CORAZONES|    RUSLANA OT2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora