No me importan tus juegos

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El lunes comenzó con un aire denso en la escuela. Emma, tras la conversación con su amiga María, se sentía decidida a recuperar su rol dominante. María le había recordado los días en que Emma no dejaba que nadie la pisara, especialmente Ruslana. Con un tono de advertencia, María le dijo a Emma que dejara de actuar como una perrita enamorada y que volviera a ser la misma de siempre: la que no toleraba ni una sola falta de respeto.

—Recuerda, Emma, que Ruslana no es la única que ha jugado contigo. Tú también has hecho lo tuyo. No dejes que un par de disculpas te hagan olvidar quién eres—, le había dicho María, con un brillo de determinación en sus ojos.

Así que Emma, con una actitud renovada, se dirigió al instituto con un objetivo claro: dejarle a Ruslana muy claro que nada había cambiado en cuanto a su relación.

Al llegar, encontró a Ruslana en la entrada del colegio, hablando con Kiki. La pelirroja llevaba un estilo llamativo que no pasaba desapercibido, pero Emma no estaba dispuesta a dejarse impresionar. Caminó con paso firme y se plantó delante de Ruslana con una sonrisa que, aunque parecía amigable, tenía un tono de desafío.

— ¿Creías que esto había terminado, macarra?— Emma lanzó el comentario con un tono mordaz, justo antes de que las puertas del colegio se cerraran detrás de ella.

Ruslana, levantando una ceja, la miró sin sorprenderse. —¿Qué pasa, pija? ¿Vas a volver a tus viejas costumbres?

Emma hizo una mueca y se encogió de hombros. —Solo me estaba ajustando al nuevo rol que me has dado.

Mientras tanto, Hugo, el chico nuevo que estaba causando sensación en el instituto, hacía su entrada triunfal. Con su sonrisa de chico malo y su actitud relajada, pronto se convirtió en el centro de todas las miradas. Era carismático y divertido, con un sentido del humor sarcástico que lo hacía destacar.

Emma no tardó en entablar conversación con él. Hugo, con su naturaleza despreocupada, se mostró encantado de conocer a Emma y de integrarse en el grupo. Aunque Emma estaba más interesada en jugar a los celos con Ruslana, también disfrutaba del nuevo desafío que Hugo representaba. La interacción entre ellos era constante y sus bromas se volvieron el nuevo entretenimiento del grupo.

—Vaya, parece que el nuevo va para chulito de cuarto— comentó Ruslana a Kiki mientras observaba cómo Hugo y Emma se reían juntos en el pasillo. No le gustaba el tipo de bromas que Hugo hacía, ya que sentía que era un gilipollas con demasiado ego, pero no podía evitar sentir que la situación comenzaba a ponerla nerviosa.

Emma, en cambio, estaba disfrutando cada momento con Hugo. A pesar de que el chico no era tan perfecto como lo pintaban los demás, su actitud sarcástica y su carisma hacían que Emma se sintiera bien. Hugo era un contraste refrescante para el drama constante con Ruslana.

Esa tarde, mientras Emma y Hugo conversaban animadamente, Ruslana se acercó a ellos con la intención de acabar con el juego que había empezado Emma. Con un tono frío y desafiante, le dijo a Emma—¿Sigues con tus tonterías, pija? Ya veo que nada ha cambiado, pero te advierto que no me importan tus juegos de celos.

Emma, con una sonrisa que no llegó a sus ojos, le respondió—No creas que lo estoy haciendo solo por ti. Hugo y yo estamos simplemente pasando el rato. Pero ya sabes, si te resulta incómodo, puedes irte.

Ruslana no se dejó intimidar. —No estoy aquí para discutir contigo. Solo venía a recordar que, a pesar de tu nuevo amigo, todavía no has cambiado nada. No olvides que aún me debes una.

Emma no pudo evitar reírse. —Qué original. ¿Crees que me asustas? A mí me parece que estás más preocupada por lo que hago con mi vida que por lo que haces con la tuya.

Y así, el ciclo continuó. Emma, con su renovada actitud y el apoyo de Hugo, no estaba dispuesta a dejar que Ruslana le arruinara el día. Mientras tanto, Ruslana, con sus propias reservas, observaba cómo las cosas cambiaban nuevamente en su entorno.

BATALLA DE CORAZONES|    RUSLANA OT2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora