¡Anda, pero si es la macarra!

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El fin de semana se acercaba, y Emma no podía quitarse de la cabeza lo que había escuchado. Carlos, su hermano, había anunciado que traería a casa a alguien especial para que la familia la conociera. Emma sabía perfectamente de quién se trataba: Ruslana. La idea de ver a Ruslana presentada como la novia oficial de su hermano era simplemente insoportable. La rabia y el dolor se mezclaban en su pecho, creando un torbellino de emociones que no podía controlar.

La rubia, con el corazón hecho pedazos y llena de furia, decidió no quedarse en casa para enfrentar esa situación. En su lugar, optó por ir a un botellón no muy lejos de su casa. Necesitaba olvidarse de todo, aunque fuera por unas horas. Bebió sin control, y pronto el alcohol la hizo olvidar el dolor... o al menos eso creía.

Pero el dolor no desapareció; solo se transformó en una furia descontrolada. Embriagada y tambaleándose, Emma decidió que no podía dejar que Ruslana se saliera con la suya. Con la valentía que solo el alcohol puede dar, se dirigió a su casa, decidida a interrumpir la cena.

Al entrar, el ambiente en la sala de estar cambió instantáneamente. Carlos estaba sentado junto a Ruslana, presentándola con una sonrisa a sus padres. Pero todo se detuvo cuando Emma irrumpió en la habitación, tambaleándose y con los ojos llenos de ira.

—¡Anda, pero si es la macarra de clase! —dijo Emma con voz pastosa y desafiante.

Todos se quedaron en shock. Sus padres la miraron con incredulidad, Carlos parecía no creer lo que veía, y Ruslana, aunque sorprendida, mantuvo la compostura.

Emma continuó con su diatriba, lanzando insultos y acusaciones sin filtro:
—¡Vaya! ¿Ahora eres la princesita de la familia? ¡Qué patético! ¡Ruslana, la macarra, jugando a ser una dama!

Carlos se levantó rápidamente, intentando calmar a su hermana.—Emma, basta. Estás borracha. Vamos a tu habitación.

Pero Emma no quería escuchar razones. Estaba decidida a seguir con su espectáculo.
—¡No quiero! ¡No voy a quedarme callada mientras esta… esta… niñata intenta robar a mi familia!

Ruslana, notando el estado lamentable de Emma, se levantó y se ofreció a ayudarla.
—Señora y señor García, permítanme ayudarla a llegar a su habitación. Está claro que necesita descansar.

Emma, rota por dentro, se negó rotundamente.—¡No quiero tu ayuda! ¡No quiero nada de ti! ¡No puedo creer que te hayas metido en mi familia!

A pesar de la resistencia de Emma, Ruslana la llevó a su habitación a rastras. Una vez allí, cerraron la puerta y la tensión alcanzó su punto máximo.

—¿Qué coño te pasa, Emma? —dijo Ruslana, agotada y furiosa—. No puedes seguir así.

Emma, con las emociones a flor de piel, se lanzó a la ofensiva.—¿Qué me pasa? ¡Qué pregunta más estúpida! ¡Tú me pasas! Tú y tu estúpida manera de meterte en mi vida. ¡Tú, Noelia, todo! ¡Todo es una mierda por tu culpa!

Ruslana se quedó callada por un momento, pero luego explotó.—¿Por mi culpa? ¿De verdad crees eso? ¡Tú has sido la que ha estado jodiéndome la vida desde el primer día!

—¡Porque estoy enamorada de ti, joder! —gritó Emma, las palabras escapando antes de que pudiera detenerse.

Ruslana se quedó helada, su rostro una mezcla de sorpresa y confusión.
—Emma… yo…

—¡No! —la interrumpió Emma, lágrimas de rabia y dolor corriendo por sus mejillas—. No te atrevas a compadecerte de mí. No necesito tu compasión. Lo que necesito es que te largues de mi vida. ¡Y ahora estás con mi hermano! ¡Eres una puta pesadilla!

Ruslana, sintiendo una mezcla de culpa y frustración, respondió con dureza.
—No es mi culpa que te hayas enamorado de mí. Y no puedo dejar de ver a Carlos solo porque tú lo digas. No voy a dejar que sigas controlando mi vida.

Emma, rota y derrotada, se dejó caer en la cama.—Te odio, Ruslana. Pero te odio porque no puedo tenerte.

Ruslana se acercó, intentando consolar a Emma, pero la rubia la apartó bruscamente.
—No me toques. Solo vete.

La pelirroja, con el corazón pesado, salió de la habitación sin decir una palabra más. Emma se quedó sola, llorando en la oscuridad, preguntándose cómo todo había salido tan mal. Las paredes de su habitación parecían cerrarse sobre ella, y por primera vez en mucho tiempo, se sintió completamente sola.

BATALLA DE CORAZONES|    RUSLANA OT2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora