El nombramiento de Sereyra como heredera al trono de hierro unas semanas después de la tragedia, fue una alegría para el reino. Y una negativa por parte del consejo de sentar a Daemon en el trono. Aunque evidentemente por ser mujer hubo oposición, Viserys sabía bien que no había nadie en el reino que se preocupara más por el mismo y sus gentes.
También el pueblo lo sabía. Ningún ciudadano era ajeno a la manera en que la heredera se preocupó por ellos antes de saber si quiera si ella sería la siguiente reina. Sereyra era amada allá donde iba. Su carácter era fuerte e inquebrantable pero su corazón era el más noble que se hubiera visto en la corte. No se dejaba doblegar pero luchaba para que los demás tampoco fueran doblegados. Nunca se imaginó propiamente a sí misma sentada en el trono de hierro. Pero no era necia, sabía que el ser nombrada heredera le daría más potestad a la hora de intervenir en asuntos que repercutieran en los ciudadanos del reino. Por otro lado, sabía que cuando ascendiera, ansiaría la libertad que toda su vida había tenido.
—¿No estás emocionada?
—¿Por qué lo estaría?
—Vas a ser reina —dijo Rhaenyra a su tía.
—Sí pero hasta que muera tu padre, que espero que sea dentro de muchos, muchos, muchos años, ese momento no llegará. Aún me queda un suspiro de libertad.
—¿Seré tu caballero cuando seas reina?
—Dalo por hecho, si así lo quieres protegerás el reino desde el aire junto a Syrax y a tu tío Daemon y Caraxes. Y yo dominaré los mares.
—Necesitamos aliados en la tierra —bromeó Rhaenyra. —Aunque tengo a Alicent.
—¿Qué hay entre vosotras?
—¿Entre nosotras?
—Veo como os miráis.
—Si casi no has estado aquí...
—Soy muy sabia —bromeó. Sereyra no podía evitar que Alicent y Rhaenyra le recordarán a ella misma y a Rhaenys en su juventud. Eso le hizo sentir una nostalgia que se instaló durante un rato en su pecho.
—¿Prometes no decírselo al rey?
—Prometido.
—Estamos... En algo.
—Con que algo... —sonrió Sereyra. —Háblame de ella.
—Si fuera caballero no debería desposarme con un hombre y podremos ser felices juntas.
—No permitiré que te obliguen a desposarte. Y deberías presentármela formalmente.
—Nos conoces desde que somos niñas.
—Sí pero no como la futura señora de mi sobrina —bromeó y Rhaenyra le dio con un libro. —¿Qué? Es la verdad. Además... Creo que tu padre se alegraría de saber que es una mujer con quien te encamas...
—Creo que preferirá seguir creyendo que no me encamo con nadie.
—Sin duda.
—Felicitaciones —dijo la princesa Rhaenys apareciendo en el balcón en el que se encontraban Sereyra y Rhaenyra.—Princesa Rhaenys —saludaron ambas a la vez.
—Gracias —dijo Sereyra. —Justo quería veros, me gustaría hablar con vos.
—Claro.
—Nyra... —dijo Sereyra, esta entendió y las dejó a solas.
—¿De qué se trata?
—He disuadido al rey de la idea de desposarse con vuestra hija. Conozco la ambición de vuestro esposo pero... Aún no tiene catorce siquiera... Entenderéis que...
—Gracias —dijo Rhaenys con un alivio palpable. En ese momento sintió como si le hubieran quitado un bloque de hormigón que le impedía respirar del pecho. Rhaenys no podía evitar recordar sus días junto a Sereyra. Y como fue obligada a separarse del lado de la mujer que amaba y a casarse con un hombre mucho mayor que ella. Jamás podría permitir que algo así le pasara a su hija. La princesa habría preferido ser comida por su dragona antes que permitir tal cosa.
—¿No estáis... airada?
—No. Mi marido lo estará pero él no tiene que enterarse de vuestra intervención. Siempre habéis velado por el bienestar de los niños y os lo agradezco. No tenemos contacto a penas, pero sé que mis hijos os quieren.
—No hay de qué. Yo también los quiero. Se han criado con Rhaenyra y conmigo, son como mis sobrinos también. Por otro lado... Imagino que mi nombramiento...
—Yo tengo esa herida cerrada. Mi esposo sin embargo... Creo que no os tiene alta estima.
—Sí, pero eso es porque a Tiamat le gusta hacerse brochetas con sus marineros...
—Es irónico, los Targaryen tan cercanos al fuego y vos siempre habéis sido... —trató de decir Rhaenys. Realmente no quería marcharse. Estar cerca de Sereyra después de tantos años la hacía sentir emociones que creía que había enterrado.
—Sí... Al mar.
—Creí que abogaríais a favor de ser marinero...
—No. Me gusta el mar pero... Tiamat y yo trabajamos bien solas.
—No me cabe duda...
—¿Cómo está Meleys? —preguntó Sereyra recordando a la dragona de su madre.
—Muy bien. Descansa en pozo dragón.
—Me alegro, le guardaba aprecio. Aunque eso ya lo sabes.
—Sí, lo sé... ¿Y Tiamat? —preguntó Rhaenys recordando a la hidra que tantas veces montó para escapar junto a Sereyra a Rocadragón.
—Muy bien. Ha crecido.
—Eso he oído.
—Será mejor que me vaya. Disfrutad del día, princesa —dijo Sereyra abandonando el lugar.La conversación con Rhaenys la había removido sin entender si quiera muy bien como. Sereyra creía que sus sentimientos habían sido eliminados hacía años, pero cada vez que se cruzaba con la princesa, su corazón le demostraba que no era así.
Se dirigió a la costa escoltada por unos miembros de la guardia y al llegar se adentró unos pasos en el mar para ver a Tiamat emerger de él.
Sereyra no era capaz de sacar de su cabeza a Rhaenys. El volver a verla, sin duda, la estaba volviendo loca.
Sea como fuera decidió prestar atención a asuntos verdaderamente importantes como el hecho de que oficialmente algún día sería nombrada reina de los siete reinos. No podía decir que no quisiera el trono, pero la capital no era de su agrado. Prefería estar tranquila en Rocadragón, acompañada de Tiamat, sus guardias y sus doncellas. Sin nadie más que ella misma en quien pensar. Al menos eso era lo que se decía a sí misma. Pero realmente pensaba en todo. En Rhaenyra, en sus hermanos y en quién sería la mujer que debiera casarse con su hermano. Al menos estaba tranquila al saber que Laena no tendría que someterse ante Viserys.
ESTÁS LEYENDO
EL DRAGÓN DEL MAR (Rhaenys Targaryen)
RomanceDicen que su sombra al horizonte atemorizaba a los marineros. Que en cuanto la veían estos comenzaban a despedirse. Pues sabían que se trataba de sus últimos momentos en alta mar. Es dicho que los Targaryen están cerca de los dioses. Esto se debe a...