La luz de la mañana iluminó la estancia donde se encontraban ambas mujeres. Sereyra, con el pelo alborotado, descansaba sobre el pecho de Rhaenys.
La princesa fue la primera en abrir los ojos y no pudo evitar sonreír al ver a Sereyra durmiendo plácidamente sobre ella.
Rhaenys observó a Sereyra mientras dormía durante unos segundos hasta que puerta del dormitorio se abrió bruscamente.
—Sereyra tenemos proble... —dijo Rhaenyra, deteniéndose al ver a Sereyra dormida sobre Rhaenys y a esta tapando su cara con una de sus manos mientras con la otra sostenía la manta que las cubría.
—¿Qué pasa Rhaenyra? —preguntó Rhaenys sin ser capaz de mirar a la cara a la joven y no hablando muy alto para no despertar a Sereyra.
—Otto está aquí.
—Maldita sea ¿y Alicent?
—No quiere salir de la habitación. Ser Eneor está en el puente hablando con Otto, ha venido con varios hombres.
—La despertaré, enseguida vamos. Que Ser Eneor y los primeros guardias de la fortaleza lo mantengan ocupado.
—Claro. Una disculpa por... interrumpir.Rhaenyra se marchó cerrando la puerta y cuando lo hizo, Sereyra comenzó a reír incontrolablemente sobre el pecho de Rhaenys.
—¡¿Estabas despierta?! —preguntó Rhaenys sin poder creer que había pasado esa vergüenza por nada.
Sereyra intentó contestar pero una carcajada se lo impidió.
—He hecho el ridículo delante de tu sobrina —dijo y solo logró que Sereyra se riera aún más. —Muy graciosa —añadió con notable ironía.
—No te enfades —dijo Sereyra acercándose a Rhaenys para darle un beso.
—Tu sobrina nos ha visto desnudas.
—Bueno, dudo que sea algo que ella no haya hecho ya con Alicent.
—No es lo mismo.
—¿Lo discutimos luego? Tengo que hablar con el amargado Hightower.
—¿Quieres que te acompañe?
—No, lo conozco lo suficiente como para saber que intentaría de cualquier modo manchar tu nombre. No quiero exponerte a eso.
—¿Segura? Voy a ser tu consorte, poco importa que lo sepa ya.
—Prefiero esperar a hablar con mi hermano. Tranquila. Sé manejarlo —dijo la heredera poniéndose una de sus botas. —Te veo enseguida.Sereyra dio un rápido beso a Rhaenys y tras terminar de atarse el vestido y adecentarse el pelo salió disparada.
—Vaya, buenos días —dijo Sereyra.
—Vos, no sé quién creéis que sois pero.
—Estáis hablando con la heredera al trono de hierro, os recomiendo mostrar respeto.
—No podéis retener a mi hija aquí.
—Yo no retengo a nadie. Vuestra hija ahora es una doncella de mi corte.
—Mi hija es mucho mas que una doncella que deba vivir en una isla con olor a azufre.
—Ella no ha sido obligada. El puesto se ha ofrecido y lo ha aceptado. Si no tenéis nada más que decir...
—Quiero verla. Y saber por qué está esa... chiquilla con la que siempre está, también aquí.
—Tened mucho cuidado con lo que decís de mi sobrina —dijo la heredera sacando su espada y apuntando a Otto. —Me costaría muy poco cortaros la lengua. Marchaos antes de que decida hacerlo. ¡Ahora!Ante la rabia de la heredera, las olas azotaron la costa pero no era más que la premisa de que la enorme criatura marina comenzaba a ascender hasta salir del agua y rugir fuertemente. Syrax, percatada de la angustia de su jineta quien observaba desde la entrada. Descendió y se colocó tras la heredera y rugió también.
—Marchaos, o Tiamat y Syrax tendrán un banquete antes de lo previsto. ¡Fuera de mi isla!
Con resignación, Otto y sus hombres no tuvieron otra opción que marcharse.
—¿Por esto me han despertado? Idiotas —dijo Sereyra a Ser Eneor mientras ambos subían a la fortaleza, haciendo reír a este.
—Dormíais a gusto ¿verdad?
—¿Vos también? —preguntó Sereyra.
—Os vi anoche mientras entrabais a su habitación y por como ha vuelto Rhaenyra después de ir a buscaros... Deduje que habíais pasado la noche. Intenté detener a Rhaenyra para que no os despertara pero no me hizo caso. Como no os encontró en vuestros aposentos comenzó a entrar a todas las estancias de la isla.
—Gracias y sí... Estáis en lo cierto. Pero...
—No diré una palabra, alteza.
—Gracias.—Gracias —dijo Rhaenyra al ver a Sereyra. Posteriormente, al entrar al salón, la reina encontró a Alicent siendo tranquilizada por Rhaenys.
—¡Sereyra! —exclamó Alicent y corrió a abrazarla. —Gracias.
—No hay de qué. Chicas, Rhaenys y yo tenemos que hablar. Id a desayunar.Rhaenys y Sereyra se trasladaron a la sala de guerra. Sereyra cerró las puertas tras ella y se apoyó en la mesa.
—Siento lo antes —sonrió Sereyra.
—Ya claro —dijo Rhaenys acercándose a ella.
—Hablo en serio —se quejó Sereyra. Entonces Rhaenys la tomó por la cintura y Sereyra colocó las manos en el cuello de la princesa.
—No te preocupes —declaró Rhaenys cerca de sus labios.
—¿No estás enfadada? —preguntó Sereyra cerca de sus labios.Rhaenys la pegó más a ella y la besó profundamente durante unos segundos.
—¿Eso es un no? —preguntó Sereyra.
—No me agrada que Rhaenyra nos haya visto. Pero no me enfada. Es tu sobrina, la conoces mejor que yo. Si a ti no te preocupa...
—Podemos confiar en ella. Además nosotras también le guardamos secretos.
—Sí, tienes razón —dijo Rhaenys. —¿Y ahora qué?
—Ya... Es una buena pregunta —dijo Sereyra alejándose un poco y dirigiéndose al balcón. —Supongo que tienes que volver a Marcaderiva. Cuando hable con Viserys te lo haré saber.
—Puedo intentar hablar con Corlys. Evitar que le tome por sorpresa.
—Eso estaría bien... —sonrió Sereyra colocando un mechón de Rhaenys tras su oreja. —Deberíamos bajar a desayunar.
—Tienes razón. Vamos.Al llegar al desayuno, Rhaenyra y Alicent ya estaban allí. Las cuatro charlaron tranquilamente, hasta que terminaron y posteriormente Rhaenys anunció que debía marcharse.
—Te acompaño a buscar a Meleys —declaró Sereyra.
—Ojalá pudiera quedarme —declaró la princesa mientras ambas caminaban hasta la colina.
—Lo entiendo, tranquila. Saluda a tus hijos de mi parte.
—Lo haré, te tienen mucho cariño.
—Lo sé, yo también a ellos.Ambas andaron en silencio hasta llegar a Meleys y al hacerlo Rhaenys se giró para besar a Sereyra.
—Vuela segura. Meleys, cuídala.
—Ten cuidado en el mar —se despidió Rhaenys. Subió a Meleys y la dragona emprendió el vuelo bajo la mirada de la heredera.
ESTÁS LEYENDO
EL DRAGÓN DEL MAR (Rhaenys Targaryen)
RomansaDicen que su sombra al horizonte atemorizaba a los marineros. Que en cuanto la veían estos comenzaban a despedirse. Pues sabían que se trataba de sus últimos momentos en alta mar. Es dicho que los Targaryen están cerca de los dioses. Esto se debe a...