Sereyra despertó completamente abrazada a Rhaenys. Como si tuviera miedo de que esta pudiera marcharse. Como si creyera que iba a desaparecer.
Tras unos segundos notó como la princesa acariciaba su espalda. Dando a entender que también estaba despierta.
Ninguna quiso decir nada. Solo disfrutar del íntimo momento que tenían juntas durante un rato más. O al menos hasta que el destino lo permitió. Pues ambas escucharon un fuerte golpe en la puerta que las hizo sobresaltarse.
La puerta de los aposentos de Sereyra se abrió de golpe rompiendo las bisagras en el acto. Sereyra y Rhaenys se incorporaron alteradas y pudieron ver a un hombre correr hacia ellas empuñando una espada.
La heredera rodó en la cama y tiró de Rhaenys haciendo que ambas cayeran del lado contrario del invasor. Quien ya se había preparado para atacar, evitando que clavara su espada en una de ellas y haciendo que esta se clavara en el colchón.
Seryera sin tener el tiempo suficiente para escoger, sacó al azar una de las varias espadas que guardaba bajo su lecho y rápidamente detuvo con ella el segundo ataque del desconocido hombre.
La heredera empujó con fuerza y se puso de pie a toda prisa. Las espadas chocaron con violencia. La intención del atacante había quedado clara, asesinar a la heredera. Y está se defendía y atacaba con fervor y agilidad.
La princesa Rhaenys. Tomó una de las espadas y consiguió clavarla en la pierna del desconocido, haciéndolo distraerse un instante, instante que Sereyra uso para rebañar su cabeza, aunque debido a haber escogido la espada correcta esta carecía del filo necesario para cortar el cuello de un solo tajo, por lo que la heredera desatascó la espada y con impulso golpe de nuevo haciendo que la cabeza y el cuerpo cayeran al suelo por separado.
Sereyra tiró su espada al suelo y se sentó al borde de la cama llevándose las manos a la cara.
—¡¿Dónde infiernos están mis guardias?! —exclamó. Tras ello, se levantó y dio a Rhaenys un camisón para que se vistiera. Haciendo ella lo mismo.
Tras colocarse los camisones escucharon pasos apresurados y pudieron ver a Harrold llegar.
—Alteza —dijo este con suma preocupación la ver los aposentos llenos de sangre y al hombre decapitado en el suelo. —Lo siento, lo siento —dijo Westerling. —No entiendo por qué Cole no está aquí. Le toca cubrir vuestra guardia. Alteza, perdonadme de haber sabido que no cumpliría me habría quedado yo mismo.
—Hoy es un día de descanso para vos —dijo Seryera.
—No me importa perder el descanso si eso implica proteger a mi futura reina.
—No es culpa vuestra. Necesito que mandéis a revisar la fortaleza y convoquéis un consejo.
—Descuidad alteza. ¿Os encontráis las dos bien?
—Sí... La princesa Rhaenys escuchó el escándalo mientras se dirigía a dar un paseo matutino. Suerte para mí. Me ayudó clavándole una de mis espadas en la pierna. De no haber sido por ella...
—Alteza —dijo Harrold llevando su vista al vestido que Rhaenys llevaba la noche anterior tirado en el suelo.
—Harrold...
—Teneis mi lealtad —dijo este. —Soy completamente ciego —añadió.
—Gracias —sonrió Seryera.Este se marchó y Sereyra recogió la ropa de Rhaenys, tomó uno de sus propios vestidos y tiró de ella para salir de esa habitación ensangrentada. Entonces se dirigió a los aposentos de la princesa y entró seguida por la misma.
—¿Te importa que me cambie aquí en lo que arreglan mis aposentos? —preguntó Sereyra.
—¿Te encuentras bien? ¿Tu herida? —preguntó Rhaenys con preocupación.
—Estoy bien.
—Harrold Westerling lo sabe.
—Si alguien tiene que saberlo me alegro de que sea Harrold Westerling. Me es leal.
—Eso espero.
—¿Tú estás bien?
—Sí —dijo Rhaenys cambiándose al igual que Sereyra.
—No lo parece.
—Hace cinco minutos estaba acostada en la cama contigo tranquilamente y hace dos viendo como decapitabas a un desconocido que intentó matarnos.
—Siento haberte puesto en esa situación. Venía por mí. El pueblo me quiere... pero mis acciones y la justicia que implanto no contentan a aquellos que son beneficiarios de la injusticia...
—Eres la mujer que más se ha preocupado por la gente del reino. Mereces reinar más que nadie. Ansío verte en él.
ESTÁS LEYENDO
EL DRAGÓN DEL MAR (Rhaenys Targaryen)
Lãng mạnDicen que su sombra al horizonte atemorizaba a los marineros. Que en cuanto la veían estos comenzaban a despedirse. Pues sabían que se trataba de sus últimos momentos en alta mar. Es dicho que los Targaryen están cerca de los dioses. Esto se debe a...