Sereyra se despertó temprano y se dirigió a los aposentos de Viserys para desayunar con este. Tras charlar levemente, este aceptó que lo mejor sería coronar a Sereyra mientras él viviera. Y declararon que la celebración sería esa misma tarde.
Seryera volvió a sus aposentos encontrando a Rhaenys leyendo un libro mientras tomaba unas frutas.
—¿Has hablado con el Viserys?
—Esta tarde seré reina... Y no sé cómo me siento al respecto.
—Llevas años comportándote como una. No puedo imaginar a nadie mejor —dijo Rhaenys acercándose a ella y acariciando su cara.Antes de que Sereyra pudiera decir algo más, unos fuertes golpes en la puerta hicieron saltar las alertas de ambas.
—Alteza, lamentó entrar así, es una emergencia —dijo Harrold Westerling. —Han secuestrado a Lady Mysaria.
Sereyra se giró y lo miró con incredulidad.
—Debo ir. Te quiero. —dijo a Rhaenys. Tomó su espada y abandonó la habitación con paso apresurado mientras Rhaenys observaba la escena descolocada.
—¿Dónde está? ¿Qué ha pasado?
—Alguien se ha enterado de que os informa y eso no ha sido del agrado de los que no os apoyan —dijo Harrold andando rápidamente junto a Sereyra.
—Sereyra —dijo Rhaenys apareciendo en uno de los balcones. —¿Qué piensas hacer? —dijo viendo cómo esta abandonaba la fortaleza por la parte trasera empuñando su espada.
—Quédate aquí —ordenó Sereyra a Rhaenys sin detenerse. —¿Cómo os habéis enterado? —preguntó a Harrold Westerling.
—Escuché a Larys Strong hablar con Otto Hightower.
—¿Espiabais? —preguntó Seryera.
—Alteza...
—Gracias. Hacedlo más a menudo —dijo Sereyra sorprendiendo al Westerling. —¿Sabéis dónde está?
—Escuché que en el burdel donde hace años trabajaba. Desconozco cuál es.
—Yo no —dijo Sereyra. —Seguidme.
—Alteza, dejadme a mí. Es peligroso.
—Es mi amiga. Y no tengo ninguna más. Es mi más leal aliada.
—Pues avisaremos a más guardias.
—No tenemos tiempo. Id a avisarlos. Me las apañaré hasta que lleguéis.
—Estáis demente. No pienso dejaros sola.
—Es una orden. Sois rápido. Venga. —dijo Sereyra continuando la marcha y tapándose la cara con la capa que llevaba. Al pasar por delante de la casa de la Lysena. Pudo ver como esta se hallaba en llamas. Se detuvo un Segundo conmocionada y pudo ver a Waves sobrevolando la ciudad, quien al ver a su jineta la escoltó desde los cielos.Esta entró al burdel como si de un hombre se tratara. Y supo que Waves estaba fuera lo suficientemente cerca. Pudo reconocer a la Madame. Pues no era la primera vez que liberaba a alguna de las chicas. Y la madame supo de quién se trataba. Más fue discreta.
—¿Qué os trae por aquí?
—No os tomaba por traidora. ¿Dónde está?
—Intenté que no lo hicieran. Pero vuestros hombres la trajeron como a una perra. Con un saco en la cabeza y grilletes. Esperaba que mandarais a alguien. Está detrás. Quizá hayáis llegado a tiempo.Seryera entró esquivando gente y con la mano en su espada para desenvainarla en cualquier momento. Entonces comenzó a abrir cortinas, una tras otra. Sin importarle quien pudiera estar detrás. Hasta que llegó a una, la abrió sin cuidado y pudo ver a la mujer a la que buscaba atada con grilletes con los brazos extendidos, con una mordaza que le impedía gritar y con un miedo que nunca antes había visto en sus ojos. Lo sorpresivo fue que estaba sola. Sereyra comenzó a desatarla. Quitándole la mordaza. Pero incapaz de abrir los grilletes, y no tardaron en hacerse ver tres hombres. Dos de ellos incitaban al tercero, contándole que habían conseguido "una puta lysena" con la que podrían obrar como quisieran.
Estos quedaron sorprendidos y extrañados al ver al sujeto encapuchado que se hallaba frente a ellos.
—¡Eh! ¡Esta es nuestra! —señaló uno de los tres extendiendo su mano. Con un acto veloz, Sereyra saco su espada y rebanó el brazo extendido que ese hombre. Haciéndolo soltar un grito de dolor. Entonces el caos se hizo presente.
—¡Waves! —exclamó la heredera. Antes de que cualquiera hiciera nada, una de las paredes se desplomó al igual que parte del techo, dejando ver a la dragona de la heredera apoyada en el muro ahora roto con su cabeza dentro del lugar.
Uno de los otros dos, sacó un cuchillo. Pero antes de que pudiera siguiera intentar atacar a Sereyra, su dragona arrancó la cabeza de este de un bocado.
—Si alguien más quiere... —dijo quitándose la capucha. Dejando ver su larga cabellera blanca. —¿Algún voluntario?
—Solo sois una niñita —dijo el tercero sacando su machete de su cinturón.
—No soy piadosa. Desde ya os lo advierto.Con solo una mirada, la dragona calcinó al hombre entre los gritos de terror de los que ahí se encontraban.
—Alteza —dijo Harrold entrando al lugar.
—Harrold —dijo Sereyra. Esta iba a girarse a Mysaria, pero esta se desplomó de repente. —Quitadle esos grilletes y llevadla a la fortaleza —ordenó Sereyra a los guardias.Todos salieron con rapidez del burdel dirigiéndose al castillo. Nada más llegar, la heredera vio a Rhaenys esperándola.
—Llegas a tardar un minutos más y habría ido a buscarte en Meleys —dijo Rhaenys. —Me tenías preocupada.
—Han prendido fuego a su casa y la habían dejado atada en un burdel para que cualquiera pudiera violarla. Los maestres van a revisarla, se ha desmayado.
—¿Tú estás bien?
—Lo estoy, Waves estuvo conmigo. Debo ir a ver cómo está.Seryera se dirigió al lugar en el que los guardias habían dejado a Mysaria y donde los maestres ya la estaban revisando.
—¿Cómo está? —preguntó Sereyra arrodillándose junto a la cama.
—Está bien, alteza. Está dormida. Le proporcionaron leche de amapola. Querían dejarla inconsciente.
—¿Y despertará?
—Sí, en unas horas quizá —dijo el gran maestre.
—Vigiladla, por favor.
—Descuidad. Estará bien.Sereyra abandonó los aposentos seguida por Harrold y andó a pasó rápido hasta los aposentos de Otto Hightower.
—¿Qué queréis hacer? —dijo Harrold deteniéndola.
—Apresadlos.
—Alteza. Solo debéis esperar unas horas. Cuando seáis reina podréis hacerlo. Si lo hacéis ahora vuestro hermano se opondrá y se creará una disputa que su delicada salud no necesita.
—Han quemado la casa de mi más leal consejera y la han entregado a un burdel para que fuera torturada y violada.
—Y tendrán lo que se merecen. Os juro que me haré cargo —dijo Harrold tranquilizando a la heredera.
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EL DRAGÓN DEL MAR (Rhaenys Targaryen)
RomantizmDicen que su sombra al horizonte atemorizaba a los marineros. Que en cuanto la veían estos comenzaban a despedirse. Pues sabían que se trataba de sus últimos momentos en alta mar. Es dicho que los Targaryen están cerca de los dioses. Esto se debe a...