CAPITULO 42

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Mis parpados se abren lentamente, siento una mano rodearme la cintura, me despierto. Miro alrededor, paredes blancas. No ubico bien en donde estoy. Giro mi cabeza y me encuentro la cara de Franco, durmiendo tranquilamente. Los recuerdo llegan. Sonrió. Me giro como puedo y quedo frente a él. Mi cuerpo duele. Muerdo mi labio inferior.

Qué tranquilo se ve dormido.

Sus facciones están relajadas, su boca levemente entreabierta, acaricio suavemente su mentón y llego hasta sus labios. Con mi pulgar acaricio su labio inferior. Quito mi mano y me giro. Su brazo esta pesado, pero logro moverlo para que me libere. Me siento al borde de la cama. ¿En qué momento llegamos a la cama? Mis pies tocan el suelo. Mi cuerpo se siente liviano pero adolorido, mi vista se dirige a mis muslos y mis ojos se abre. Marcas de mordidas, chupones y marca de sus dedos se encuentran por ambas piernas. Sigo mirando mi abdomen y también hay. Suspiro, niego con mi cabeza.  Agarro el borde de la sabana y trato de cubrir mi cuerpo. Una sonrisa quiere salirse, pero la retengo. Me levanto, pero me fui de brucé al suelo. Mis piernas tiemblan y no me responden. ¿Qué carajos? Intento pararme, pero se me dificulta. mi brazo quedo apoyado en el borde de la cama. Siento que la cama se mueve. Respiro hondo y siento unos brazos levantarme. Me sienta en la cama, su mano agarra mi mentón y lo levanta. Deje un pico en mi boca. Sus ojos azules irradian tranquilidad. Me pierdo en ellos. Sonríe. Y en mi estomago aparece un cosquilleo. Se levanta y se va por una puerta. Acomodo bien la sabana e intento pararme. Esta vez logro mantenerme de pie, aunque me siguen temblando las piernas. Busco mi ropa, pero no veo nada. Frunzo el entrecejo e intento dar un paso. Pero Franco vuelve y se sostiene de la cintura. Es más sencillo así, caminamos juntos hasta que llegamos al baño. No dice nada, ¿Por qué no dice nada? Lo miro exasperante. La ansiedad aparece. Dejo que me quite la sabana que cubría mi cuerpo, no lo miro a la cara,  y nos mete debajo de la ducha. El agua caliente hace contacto con mi piel y de inmediato se senté tan bien, que me olvido del entorno. Una vez bañada, me envuelve con una toalla. Regresamos a la habitación. ¿no dice nada? Intento hablar, pero no me salen las palabras.

Mierda, ¿Qué digo?

Mi mente queda en blanco, no sé qué decir y las palabras no salen. Carraspeo y el vuelve vestido con un jean negro y camisa negra. Se me hace agua la boca, me alcanza una muda de ropa, la agarro sin mirarlo. Él se retira dándome privacidad y sale de la habitación, me visto con una remera a tiritas roja con un jean negro. Me coloco las medias y las zapatillas. El dolor es soportable ahora, me levanto y camino despacio. Bajo las escaleras y me dirijo a la cocina, miro alrededor, ni rastro hay de lo que paso anoche. Me dirijo a la cocina. Me recuesto en la pared y miro como se mueve. Intenta preparar café mientras arma la mesa con bocadillo. Sonrió levemente. Se gira y me mira, me señala una silla, y sigue con lo suyo. Hago lo que me indico y me siento. Me recuesto en el respaldo y lo observo. Luego de unos minutos tiene todo preparado, me sirve el café. Comimos en silencio. Un silencio que es cómodo, pero con mi ansiedad por saber que me va a pasar se vuele tediosos. Apoyo la taza en la mesa y la sostengo con ambas manos. Miro el café y suspiro.

- ¿y ahora qué? -suelto sin mirarlo.

-Tengo muchas preguntas que quiero hacerte, Jara- despego la vista del café y lo miro directamente a los ojos, asiento- ¿pensabas decírmelo en algún momento de tu vida?

-En reiteradas ocasiones lo pensé, venir y poder rechazarte para continuar con mi vida- su mirada cambia, en mi pecho aparece un sentimiento que desconozco, pero es doloroso, por inercia presiona la taza de café frunzo el entrecejo. Respiro hondo, no es mío es de Franco, el sentimiento de dolor que le causaron mis palabras- pero algo me detenía, llámalo esperanza o no sé. Solo no podía. - trago el nudo que se formó en mi garganta, carraspeo.

-Sé que Matt no lo sabía porque me lo hubiera dicho así que ¿Quién más lo sabía? Ese vampiro-suelta enojado.

-No puedo confirmar si Vladimir sabía que eras tú, pero supongo que si, además...

RechazadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora