El Cóncavo de la Tempestad

11 3 0
                                    

Capítulo XI

Faltaban unas cuantas millas náuticas para llegar a la costa norte de la Atlántida, Arash se encontraba contemplando el amanecer impaciente y muy nervioso, Qaisar al verlo así se acercó y mientras ponía su mano en el hombro de Arash le preguntó en tono amigable -qué tienes? Te miras nervioso o tenso; -no sé que es lo que pueda suceder al llegar; respondió Arash sin apartar la mirada del frente. Qaisar lo miró incrédulo y respondió en tono firme y un poco burlón al final -tu ya habías sido soldado y ya habías estado en combate, por qué te preocupa que puede suceder? Eres almirante, no estarás en el frente; -lo sé, solo no he dejado de pensar en las palabras que dijiste aquella noche y además el rey Jerjes es quien va a liderar el ataque; respondió Arash en tono desanimado mientras seguía con la mirada perdida al frente. De pronto su charla se vió interrumpida por un soldado que gritó con mucha fuerza -hay cuatro barcos de velas azules al frente!. Después de tal anuncio, el barco donde venían Arash, Qaisar y el rey Jerjes, desaceleró mientras seis triremes lo cubrían en posición de ataque.

Al otro lado, las tripulaciones atlantes se percataron de la gran flota que venía desde el norte por lo que el capitán del primer barco de izquierda a derecha, ordenó girar todo a estribor para alertar de inmediato a la Atlántida de la inminente llegada de la invasión persa; -no me imaginaba una invasión de tal magnitud; dijo para si el capitán Calisto (Καλλίστο) mientras el barco daba media vuelta de regreso a la Atlántida. Entre tanto, los otros tres capitanes ordenaron a sus tripulaciones tomar posiciones de combate y defensivas; -les daremos hasta el último segundo que podamos; dijo la capitana Dione (Διόνη) con tono perspicaz a su primer oficial después de ordenar tomar posiciones. Los tres barcos atlantes poseían un lanza rocas cada uno, por lo que inmediatamente después de cargarlo, abrieron fuego de inmediato contra los triremes y galeras persas.

El rey Jerjes al percatarse de que la guerra ya había comenzado, salió de su camarote por su propia cuenta y gritando con su estruendosa voz ordenó hundir de inmediato esos barcos. Inmediatamente después tomó bruscamente a Arash  del hombro y preguntó -cómo es posible que supieran que llegamos!? Cómo tienen barcos!?; -no sé cómo es posible mi señor, respondió de inmediato Arash un poco consternado. -y bien? Haz algo! Ordenó Jerjes. Arash corrió para tomar un cuerno hueco de chivo y así soplar en el para alertar a las tropas de que tomaran posiciones de ataque, por lo que una vez hecho sonar el cuerno de guerra, toda la flota persa hizo lo mismo y en formación de columnas se abrieron paso a través de la lluvia de rocas que caían desde el cielo contra sus barcos, de los cuales ya habían logrado hundir dos por lo que era crucial hundir los tres barcos atlantes.

Del otro lado, el barco del capitán Calisto se encontraba a una escasa milla náutica del puerto, dónde Calisto entre lágrimas dijo para sí -cómo es esto posible? Yo estoy lejos de la batalla mientras que mis hermanas y hermanos están allá atrás dando su vida para protegernos. Mientras tanto, en el frente, los barcos atlantes recibían lluvias de flechas incendiarias, quiénes únicamente podían cubrirse tras sus escudos, pero cómo no todos se encontraban cerca del suyo, más de la mitad de los soldados y marineros atlantes cayeron con la primera lluvia de flechas, entre ellos el capitán Darius (Δάρειος) quien fue terriblemente atravesado por todo su cuerpo con dieciséis flechas. Al quedar inmovilizados y no poder operar los lanza rocas por las incesantes flechas, seis triremes persas abordaron los barcos atlantes y fue hasta ese momento en que dejaron de caer flechas del cielo, al abordar los barcos, los primero soldados persas saltaron de regreso a sus barcos al ver que se enfrentaban a un ejército de gigantes muy bien armado. Sus capitanes ordenaban luchar cueste lo que cueste. Realmente era una carnicería, pues a pesar de ser superados en número, los soldados atlantes, además de estar muy bien entrenados, al ser mucho más grandes y fuertes, podían luchar contra seis persas al mismo tiempo y aún así recibir muy poco daño, por lo que Qaisar al ver a lo lejos tal escenario, ordenó abrir fuego a los barcos atlantes, Arash al ver éso, gritó Alto!; Pero ya habían disparado los arqueros, por lo que de nuevo el cielo se tornó oscuro cubriendo a atlantes y persas de flechas. Arash empujó a Qaisar y en forma de reclamó le preguntó -por qué lo hiciste!? También había soldados nuestros!?; Qaisar volteó y respondió en tono burlón -y sus cadáveres nos dieron ésta victoria. Arash lo golpeó con el puño derecho en el rostro, por lo que Qaisar tambaleó y cuando estaba apunto de responder el golpe, el rey Jerjes intervino y ordenó arrestar a Arash hasta que se tranquilizara, por lo que un grupo de cuatro soldados lo sujeto y lo esposaron.

El barco del capitán Calisto se encontraba arribando al puerto y de inmediato, Calisto, ordenó a sus hombres desembarcar y correr a informar al rey y a los altos mandos militares sobre la flota persa a escasas millas náuticas de la Atlántida. Dos soldados brincaron del barco mientras uno de ellos le dijo al otro -yo buscaré al rey; -yo buscaré a los altos mandos; respondió el otro. El rey que se encontraba cerca fué el primero en enterarse, por lo que corrió a la sala de guerra. Mientras tanto, el otro soldado entró en la sala de guerra y alertó a los generales y almirantes que estaban con Kurosh terminando los detalles de la estrategia de lo acontecido. Instantes después entró el rey y ordenó tomar las posiciones de defensa y salieron juntos del lugar.

En el frente de batalla, los soldados persas quemaron y hundieron los barcos atlantes para poder seguir hasta la costa y desembarcar las tropas, al finalizar Jerjes volteando a ver al cielo y mientras se regocijaba, desenvainó su espada y apuntando hacia el frente, gritó -hacia la victoria!!

Atlántida: Se Alza Un Nuevo Imperio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora