El Falso Guía

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Capítulo VI

Después de haber golpeado a Arash, ordenó a su general Qaisar que lo encarcelaran y lo torturaban hasta que les dijera todo lo que sabe de ese lugar llamado "Atlántida". Los soldados de inmediato lo llevaron arrastrando a su celda y cuando llegaron lo esposaron de manos y pies contra el muro, después de hacer eso, le aventaron un balde de agua encima para despertarlo. Arash confundido intentó escapar pero estaba esposado por lo que solo se lastimaba con las cadenas las muñecas y tobillos; de inmediato el general Qaisar le dice con voz firme -nos vas a decir todo lo que sabes de la "Atlántida" y si te resistes, vas a sufrir, y lo voy a gozar como no lo puedes imaginar. Arash vio con horror al general y mientras veía pasar por sus ojos toda su vida; sabía que tenía que hablar o de lo contrario, haber sobrevivido a todo lo que pasó no habría valido la pena, y mientras eso sucedía, rápidamente pasó por su mente fingir cooperar, entonces fingió quebrarse y con un tono de decepción dijo -esta bien, pero quiero hablar con el rey primero.

Lo llevaban esposado y escoltado, abrieron la puerta y Jerjes al verlo de nuevo ante él pregunta -está listo para hablar?; Arash responde con voz cansada -estoy listo para negociar. Entonces Jerjes lo voltea a ver y se levanta de su trono para aproximarse a Arash y le pregunta -qué es lo que esperas de esta negociación?; Arash responde -yo los guío a la Atlántida pero a cambio quiero que ejecuten a Aziz y también quiero ser almirante; Jerjes se hinco para quedar cara a cara con Arash y le preguntó -cuál es tu nombre?; -Arash, me llamo Arash; respondió de inmediato. -Bien Arash, tu nos vas a guiar a la victoria. Denle armadura y preparen a las tropas, salimos al amanecer.

Ese mismo día, en la noche, Jerjes pide que Arash venga ante su presencia por lo que uno de sus súbditos corre de inmediato a buscarlo, a los cinco minutos se abren las puertas del salón nuevamente y ahí estaba Arash, quien se arrodilló y preguntó -en que le puedo servir mi señor?; Jerjes hizo un gesto con la mano y trajeron a un hombre con el rostro cubierto, al mismo tiempo que pregunta -este es el hombre que quieres que ejecute?; hace otro gesto y le quitan el saco de la cabeza para revelar a Aziz amarrado y amordazado; Arash se incorpora y responde -si mi señor, es el; Jerjes con la mano le pide que se aproxime a él y cuando llega a un costado de su trono, le entrega una espada y le dice -ejecutalo tu mismo; la expresión de Arash cambia a preocupación y sin más que poder hacer o decir se aproxima a Aziz y de un solo movimiento le corta la cabeza. Jerjes y todos los súbditos del salón rien a carcajadas mientras Jerjes le dice entre risas que ya puede retirarse. Mientras se iba, Arash vio horrorizado como los súbditos corrieron a comer la carne y beber la sangre de Aziz.

Jerjes manda llamar al general Qaisar y le dice -yo dirigiré la invasión, así que prepara mi caravana y mi armadura. -pero mi señor, usted nunca ha salido del palacio; interrumpió el general. Jerjes solo lo miró y gritó -solo házlo!

A la mañana siguiente Jerjes se encontraba en su caravana, misma qué le llevaban cargando cientos de esclavos; el pueblo gritaba y lo alababa pero nadie sabía cómo era el rey en realidad, Arash junto con el general Qaisar iban uno a cada lado de Jerjes. Entre tanto, Jerjes con su imponente voz gritó a todo pulmón -A la victoria!; el ejército persa marcho con curso a Jerusalén, dónde abordarían trescientos triremes y galeras cada uno con una capacidad de cien soldados, es decir, treinta mil soldados invadirian a la Atlántida.

El camino fué algo cansado, pues únicamente se detenían para comer y beber agua solo dos veces al día, con excepción del rey, el general Qaisar y Arash, quienes podían comer y beber cuando quisieran. Pero finalmente, después de catorce días de trayecto, llegaron a los puertos de Jerusalén, dónde ya se encontraba reunida tres cuartas partes de los triremes totales, por lo que en lo que el resto llegaba al puerto, abastecerían a los que ya estaban y armarían un campo militar en la ciudad dónde descansarían el tiempo restante.

Jerjes nunca bajó de su caravana, no le gustaba que la gente lo viera, así que mandó al general Qaisar llamar a Arash, quien se encontraba pensado en su tienda en los acontecimientos recientes y en sus compañeros de travesía, pensando en sus siguientes movimientos, pues sabía que debía guiarlos o si no, sería asesinado de inmediato, pero también tenía muy presente que lo que estaba por hacer lo convertiría en un traidor y alguien faltó de honor, así que pensó y dijo para si mismo -habrá forma de llegar antes y poder dar aviso a la Atlántida de lo que se avecina? Pero rápidamente sus pensamientos se vieron interrumpidos por Qaisar diciéndo en tono déspota -levántate, el rey quiere hablar contigo.

Al llegar a la caravana de Jerjes, se aproximó y se arrodilló diciendo -en qué le puedo servir, mi señor?; Jerjes lo interrumpe y le dice -deja las formalidades a un lado, quiero que me digas: cómo es el territorio? Tienen ejército? Qué debemos saber de ésta "Atlántida" para vencerlos?; Arash con voz firme y muy decidido respondió -el terreno es árido, no tienen ejército, solo unos cuantos guardias sin armaduras y unas cuantas lanzas, no tienen muchos edificios y en general será bastante sencillo derrotarlos; hizo una pausa, pensó y agregó -tienen dos playas por dónde atacar y por la playa norte será más sencillo atacar; -correcto! Dijo Jerjes interrumpiendo, de ahora en adelante tu guiarás a todas mis tropas, retirate y piensa en una estrategia para ello.

Atlántida: Se Alza Un Nuevo Imperio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora