El Camino de la Pérdida

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Capítulo IV

Eskandar, Behnam y Dariush se internaron en el vasto desierto del imperio persa, camino a la ciudad Susa, trayecto que duraría veinticinco días de viaje, así que decidieron hacerlo lo más rápido posible para tratar de acortar cinco días su viaje, ¿cómo lograrían eso? Se preguntaron, -sencillo, dijo Eskandar -solo dormiremos dos horas por turnos cada noche, agregó; a regañadientes aceptaron y continuaron con su largo camino.

Pasaron diecinueve días y ya no quedaban provisiones, -en el desierto y sin agua, no vamos a durar demasiado, dijo Dariush mientras seguían caminando, entonces Eskandar dijo de inmediato -sobrevivimos a un naufragio, descubrimos un lugar y una cultura nuevos, logramos regresar a Persia y todo fue por nuestras familias y seres queridos, ¿De verdad nos vamos a rendir estando tan cerca de volver a ver a nuestros hijos, esposas y nietos? Si ustedes quieren hacerlo, adelante, pero yo no me daré por vencido. Sus palabras los inspiraron, así que tomaron fuerzas y continuaron caminando y así fue hasta al día siguiente por la noche que llegaron a las afueras del pueblo.

Eskandar los acercó a él y les dijo, -tomen a sus familias y nos vemos en este punto en una hora, tomen comida y provisiones y nos iremos hoy mismo, recuerden que si no llega alguno en una hora, los demás deben irse; aceptaron y fueron de inmediato por sus familias.

Dariush fue rápidamente a su casa pero todo estaba ya en silencio, así que entró sigilosamente y despertó a su esposa mientras le tapaba la boca con su mano mientras le decía -soy yo, regresé; su esposa lo abrazó y besó mientras tanto, Dariush le dijo -toma a los niños mientras yo guardo comida y provisiones para irnos de inmediato, tenemos una hora; consternada le preguntó -que sucede?; Dariush solo le dijo -has caso, no tenemos tiempo.

Mientras tanto, Behnam fue corriendo a su casa y fue por su madre y hermana quienes estaban cenando. Entró de pronto asustandolas mientras les decía que se callarán, que era él; entre lágrimas lo abrazaron y el las interrumpió diciendo -tenemos que darnos prisa, junten comida y agua para irnos de inmediato, tenemos una hora, después les explico que sucede; entonces su madre y hermana hicieron caso de inmediato.

Eskandar fue de inmediato a su hogar, dónde vivían su esposa, su hija, su hijo, su nieto y su nuera, pero al llegar se percató que su casa estaba en ruinas, y había sido saqueada, todo estaba a oscuras y no había nada, asustado corrió a la casa de los padres de su nuera y tocó la puerta desesperado; abrió la puerta el padre de su nuera y preguntó entre lágrimas -dónde está mi familia?; él lo reconoció de inmediato y lo metió a su casa, allí lo sentó y con los ojos llorosos y la voz quebrada le respondió -ellos fueron asesinados, el ejército intento llevarse a tu hijo y tu esposa e hija se opusieron, entonces violaron y mataron a tu esposa, a tu hija y a la mía, a tu hijo y su hijo, los obligaron a verlo y después los mataron también. -no pude hacer nada, perdón; agregó entre lágrimas. Eskandar salió furioso de ahí y se aproximó a la entrada de la ciudad con una roca en la mano, al intentar entrar, un guardia lo detuvo pero Eskandar lo golpeó con la roca hasta matarlo, entró a la ciudad furioso y entre lágrimas gritaba -donde estás!? Dónde estás!? Sal cobarde! Quien asesinó a mi familia!?; eso llamó la atención de todos los soldados y de inmediato fueron a confrontarlo, Eskandar los maldijo a todos y lanzó la roca que llevaba a la cabeza del coronel, matandolo al instante; después en un abrir y cerrar de ojos, fue atravesado por una flecha en el pecho, todo se vuelve lento para Eskandar, recibe una segunda flecha al corazón y mientras ve pasar su vida y a su familia por sus ojos mientras recibe una tercera flecha al estómago, cae al suelo y con su último aliento dice sus últimas palabras para si mismo y con una lágrima saliendo de su ojo derecho -al fin juntos.

Dariush y Behnam ya estaban en el punto con sus familias y todas las provisiones, solo estaban esperando a Eskandar para irse, pues ya habían pasado cincuenta y nueve minutos y no aparecía, entonces al llegar la hora, Behnam dice nervioso -dale un minuto más, tiene que llegar, no podemos irnos sin él; Dariush lo toma del rostro y le dice -debemos irnos, todos acordamos éso, lo siento; entre lágrimas, Behnam asiente con la cabeza mientras se marchan entre la oscuridad del desierto y las estrellas como testigos de todo lo que sucedió esa noche.

Atlántida: Se Alza Un Nuevo Imperio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora