Capítulo I
En una mañana soleada en Chrysó Limáni (Χρυσό Λιμάνι/Puerto Dorado) como cualquier otro día, el almirante Aithíōn (Αἰθίων) contemplando el vasto océano azul que rodea a la Atlántida observa a una milla náutica lo que parece ser un barco, pero no cualquier barco, era distinto a cualquier otro navío atlante, este poseía remos que salían de agujeros que tenía a los costados, su mástil estaba a la mitad y sin vela. De inmediato el almirante Aithíōn ordenó a sus hombres que prepararán sus naves para abordar dicho navío que divisó a lo lejos. Rápidamente los soldados atlantes izaron sus velas y zarparon hacia el barco que parecía inmóvil, por lo que él capitán de una de las naves atlantes sugirió a sus hombres que quizás se trataba de un naufragio dadas las deplorables condiciones en que se encontraba el extraño barco, por lo que lo remolcaron devuelta al puerto.
Habiendo arribado, el almirante Aithíōn y sus hombres inspeccionaron el barco y para su sorpresa había cinco hombres inconscientes dentro de la galera, eran de estatura bastante pequeña con algunas prendas encima, de tez morena y con grandes barbas rizadas, vestidos con algunas prendas raídas. Rápidamente el almirante ordenó que los llevaran de inmediato a recibir atención medica.
El médico naval que se encontraba en el fuerte de la armada atlante, preparó un brebaje con algunas plantas diluidas en agua potable y se los dio a beber. De inmediato recobraron la conciencia por unos segundos antes de volver a caer dormidos, a lo que el médico aseguró que era completamente normal y que despertarían en unas horas.
Por otro lado, al dar la orden de llevarlos con el médico, el almirante Aithiōn también ordenó informar de inmediato al rey de la llegada de personas muy extrañas a la Atlántida. Sin embargo, debido a la lejania de Chrysó Limáni, los soldados tardarían por lo menos seis horas en llegar a la capital donde se encontraba el palacio del rey. Mientras no recibía una respuesta, el almirante ordenó poner bajo extrema vigilancia a los extraños mientras despertaban.
Dos horas más tarde, los extraños comenzaron a despertar y para su gran sorpresa y al mismo tiempo alivio, seguían vivos pero pronto comenzó el caos al percatarse que se encontraban en una cámara de piedra con unas cuantas aberturas en una de las paredes dónde atravesaban los rayos del sol, por lo que comenzaron a gritar en un idioma muy extraño. Los guardias al oír los gritos, dieron aviso de inmediato al almirante Aithíōn que los extraños habían despertado.
Ahí estaba el almirante frente a los extraños con hogazas de pan, agua y algunas cuantas frutas, pero los extraños no se atrevían a tomar la comida que les ofrecían. Tenían miedo, no sabían dónde estaban y no entendían porque había gigantes que hablaban una lengua similar al griego antiguo ofreciéndoles comida y aguano fue hasta que el más joven de ellos se atrevió y comenzó a comer desesperadamente. Al ver esta acción, los otros cuatro también comenzaron a comer, mientras eso sucedía, el almirante les preguntó -¿Quienes son?, ¿De dónde vienen?, ¿Que les pasó?- Pero ninguno de ellos entendía del todo lo que decía, a excepción del extraño con aparentemente más edad que el resto, que entendió "quienes" y "dónde" pues hablaba un poco de griego y con una muy burda pronunciación, le contestó al almirante -Perdidos, no saber-.
Después de ese pequeño intercambio de palabras, el almirante escoltó a los extraños fuera del fuerte para mostrarles su barco y dónde estaban. Mientras eso sucedía, entre ellos se preguntaban en su lengua si los habían capturado los griegos o quienes eran estos humanos tan altos.
Al salir del fuerte los extraños quedaron perplejos al ver el vasto océano junto con el paisaje tan hermoso que poseía el lugar, lleno de árboles, palmeras, plantas y edificios tan grandes y majestuosos. De inmediato el extraño que hablaba un poco de griego, le preguntó al almirante - ¿Atenas? ¿Esparta? ¿Tebas?- A lo que el almirante confundido preguntó -qué significa eso?- pero solo hubo silencio como respuesta, al ver la reacción del almirante, los extraños dijeron entre si, -ésto no es Grecia, pero si no es Grecia ¿dónde estamos?- Preguntaron todos.
Al cabo de dos horas después, el soldado que traía el mensaje del almirante Aithíōn, llego al palacio y entró de inmediato a la sala principal donde se encontraba el rey Atlas, entregando así de inmediato el mensaje. Al leerlo, pidió preparar los caballos de inmediato para partir lo más pronto posible a Chrysó Limáni.
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Atlántida: Se Alza Un Nuevo Imperio
Fiksi SejarahEn un mundo antiguo lleno de misterios y leyendas, la Atlántida y nuestros protagonistas: el rey Atlas, el rey Jerjes, Kurosh y Arash, deberan enfrentar desafíos inesperados y la constante amenaza persa. Una civilización completamente aislada del m...