𝟬𝟱

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—ya llegué— su voz estaba tan cansada, esuchar a Yuji todo el día lo había agotado, en realidad estuvieron una hora juntos en total.
suficiente para agotar a Megumi, no estaba acostumbrado a eso desde hace meses.

era el tipo de persona que prefería estar en su habitación, escuchando música, viendo animes, leyendo mangas, viendo películas o solo en silencio mientras pensaba en lo miserable que era su vida y lo mucho que quería morir.

—¿que tal la escuela?—

Toji, su padre, era un hombre abusivo, impulsivo, bastante fuerte e inteligente.
después de la última golpiza que le dio a su hijo, no lo volvió a tocar.
Megumi agradecía esto, porque muchas veces lo había golpeado y sin querer entre jalones y golpes había abierto sus heridas en el brazo y piernas y habían vuelto a sangrar.

—bien— contestó tirándose en el sofá de color negro

—¿algo nuevo?— estaba tratando de ser un buen padre.
mostraba interés en su vida, en sus amigos, los pocos que tenía, en las cosas que le gustaban, se estaba esforzando.

—no...— dudó en si contarle sobre su nuevo "amigo", por llamarlo de alguna forma, pero al final no lo hizo.

—mañana son tres años desde-— se vio interrumpido por su hijo.

—lo sé. — se paró del sillón y se fue a su habitación sin decir nada, dejando a su padre en la sala, con una bandeja de pastelitos.

trataba de ser buen padre.

...

a la mañana siguiente, su padre lo despertó.

—Megumi— dijo con voz suave, casi nunca le hablaba así.

el mencionado sólo hizo un ruido y se tapó hasta la cabeza con su sábana negra, quería seguir durmiendo.
se durmió hasta las cinco de la mañana, ¿haciendo? pensando, lo mejor que podía hacer.

—Megumi, levántate a bañarte—

—no quiero— dijo adormilado.

al cabo de dos horas, el pelinegro se dignó a levantarse, su cabello estaba tan desordenado, parecía un puercoespín, sus ojeras eran más notorias junto a su rostro pálido y delgado.

bajó al comedor, donde vio a su padre en la cocina, quien le sirvió desayuno; waffles con fresas y leche con chocolate.
le gustaba desayunar eso cuando era niño, su madre siempre lo hacía los fines de semana.

—siéntate—

Megumi obedeció y se sentó, muerto de hambre desayunó después de estar medio año sin desayunar.

—tenemos que ir al-—

—lo sé— siempre lo interrumpía en estas situaciones, odiaba pensar en eso.

—ponte un traje—

...

ambos iban en el auto negro, Megumi con la ventana baja, le gustaba sentir el aire en su rostro.

pararon en una florería y compraron un oso de peluche y algunas rosas y girasoles.

—estas eran sus favoritas— dijo melancólico Toji.

—lo sé—

en treinta minutos, en medio de un silencio incómodo llegaron a su destino.

el cementerio.

—aún siguen vivas— dijo Megumi, señalando a flores que habían.

—si, alguien las riega seguido—

𝗴𝗹𝗶𝗺𝗽𝘀𝗲 𝗼𝗳 𝘂𝘀.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora