𝟭𝟱

94 8 0
                                    

A los lejos, Yuji pudo visualizar a su amigo.
Después de haber pasado aquella noche, pensando, en medio de una cruel crisis en donde solo había cuestiones yendo y viniendo como salvajes y despiadadas olas, llegó a la conclusión de que no le gustaba, solo se estaba acostumbrando a él y lo que el pelirosa no sabía era que acostumbrarse era otra forma de morir.

Caminó, demasiado dudoso de si seguir con esto, es decir, seguir hablando con él, seguir yendo a todos lados juntos después de la escuela, jugar videojuegos en su casa, salir y regresar a casa del azabache con el miedo en la punta de cada vello de que vayan a regañarlo por llegar casi dos horas tarde, le gustaba esa adrenalina de estar con él, se sentía vivo, sentía que podía montar cualquier ola salvaje cuando estaba con Megumi, pero pronto se ahogaría y las fascinante olas lo acabarían por consumir.

Manoteó por lo bajo, saludando al azabache que se dirigía a él con una mirada y un semblante bastante serio, un poco diferente a las demás veces.

—Hola Megumi— saludó una vez cuando estuvieron ambos a una distancia prudente, uno frente al otro.

—Hola— dijo sin mirarlo a los ojos, lo cual permitió que los ojos avellana de Yuji pudieran recorrer y apreciar cada detalle de su linda presencia.

Su cabello se veía brillante, era lo más cercano a una ónix, sus ojos eran como un zafiro; solo que sin pulir debido a que no poseían brillo alguno, su piel se veía como aquella piedra preciosa llamada ónice blanco.

Megumi es perfecto.
Atinó a pensar Yuji.

—Hoy no quiero salir, quiero ir a casa— lo sacaron de su ensoñación las palabras dichas por Megumi.

Si Yuji pudiera describir la atmósfera entre ambos sería algo así como un mar turbulento, donde las olas llenas de tensión; por alguna razón, rompían contra las rocas del silencio incómodo.
Incomodo era la palabra, por quedarse corto.
No entendía porque, si en los últimos meses habían salido, habían reído, parecía que todo estaba bien.

Trató de no darle demasiadas vueltas al asunto y solo asintió para luego ver como el azabache se iba mientras llamaba por teléfono, probablemente a su padre.

...

Megumi iba caminado por el largo camino que le quedaba desde la escuela hasta su casa.
No quería ir con Yuji, no quería pensar en Yuji, tampoco lo quería ver y menos escuchar.
Cada vez que lo veía la recordaba y lo odiaba por eso, bueno, no lo odiaba a él exactamente.
Odiaba el hecho de que se parecieran tanto.

A los diez minutos de caminar, notablemente cansando, el pelinegro se sentó en una linda banca blanca que miró a lo lejos.
Tan pronto como pudo descansar, sacó una cajetilla de cigarros que le había robado a su padre, seguramente si lo supiera lo mataría sin dudarlo, que más da; era lo que quería.
Sacó el encendedor de color rosa de su mochila y lo prendió.

Dio una idiota calada al cigarro ahogándose un poco, no del todo mal para ser su primera vez fumando. Soltó el humo al aire y siguió fumando cerca de dos minutos hasta que su celular vibró dentro de su pantalón.
Retiró su celular de sus pantalones negros y abrió su panel de notificaciones.

Carajo, se dijo a sí mismo.

Yuji.

HOLA

hola*

me quedé pensando sobre
lo que acaba de pasar
digo, estas bien?
(っ- ‸ - ς)

𝗴𝗹𝗶𝗺𝗽𝘀𝗲 𝗼𝗳 𝘂𝘀.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora