𝟭𝟰

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-¿Hola?-

Pasó de dejar de escuchar su dulce melodía por meses a al fin tenerla del otro lado de la línea telefónica.
Sentía su estómago lleno de fuertes olas.

-¿Fushiguro?-

Colgó la llamada.

Se esperaba de todo menos volver a escuchar su nombre salir de sus labios.

Sentía como todo su interior revoloteaba lleno de olas, llenas de espuma y felicidad.

...

12:40 a.m.

-Hola- dijo del otro lado de la línea, sonando un poco decaído.

-¡Hola Megumi!- saludó con notable emoción y el mencionado bajó el volumen de la llamada, pues sabía que el otro tendía a gritar demasiado por el celular.
-¿Por qué sigues despierto?- cuestionó ambiguamente.

¿Cómo le iba a explicar que estaba ocupado cortándose la delgada piel de su brazo y de sus desnutridas piernas mientras lloraba como si fuera un niño pequeño? Claro que no iba a hacer eso.

-Insomnio- mintió, aunque un pequeño porcentaje era cierto. Solía frecuentemente no dormir debido a éste.

-¿Te pasa seguido?- Yuji al otro lado del teléfono jugueteaba con sus pies apoyados en la pared y su videojuego en pausa.

Cuando al fin Megumi contestó los mensajes de Yuji, el otro sugirió una llamada nocturna con la excusa de que se había quedado preocupado porque su amigo llegó tarde a su bonita casa.

-No mucho, si, bueno depende del día- balbuceó.

-Pero- dijo sin saber exactamente cómo poder consolar la falta de sueño de Megumi, Yuji no era para nada experto en aconsejar a los demás.

-No hablemos de mi, no me gusta hablar de mi-

No le gusta hablar de sí,
se dijo Yuji mentalmente.

-Bueno, ¿de qué quieres hablar?- cuestionó empezando a formular palabras que venían a su cabeza como marea, tratando de tener temas de conversación lo suficientemente interesantes para el azabache.

-No lo sé, tengo sueño- mintió nuevamente, tratando de evitar por hoy a su dulce amigo.

-Claro- dijo Yuji un poco decepcionado. De verdad quería seguir escuchando a su lindo amigo.
-¿Hablamos luego?- finalizó totalmente resignado.

-Si, buenas noches- y sin dejar al otro responder, colgó abruptamente la llamada.

Yuji en su habitación, estaba desconcertado y triste. Que difícil sería querer a Megumi, eran tan difícil de querer que ni él mismo lo hacía.

Megumi seguía despierto, viendo vídeos en su laptop y limpiando algunos libros con polvo que tenia.
Hacía de todo menos dormir, perfectamente pudo haber seguido hablando con el pelirosa, pero se sentía tan abrumado por todo.
Era tan estúpido haber pensado así sobre él.

Megumi era alguien difícil.
Quería ser amado, pero al mismo tiempo no se dejaba amar, tampoco se amaba a sí.
¿Cómo esperas que alguien te ame si tú no te amas?
Para Fushiguro, eso era algo estúpido y sin sentido, ¿si no te amas no mereces que alguien más te ame? No le encontraba pies ni cabeza a ese estúpido pensamiento.

Quería amar, quería disfrutar la vida, dejar de sentirse mal con su cuerpo, poder comer todas las comidas deliciosas que había sin tener que preocuparse por las calorías que subiría, quería poder dibujar y pintar sin sentirse vacío e inútil por no poder hacerlo como los artistas preparados hace años, quería poder usar todo tipo de ropa sin tener que esconder su delgado cuerpo, quería caminar por el parque sin sentirse tan desesperanzado de la misera vida que llevaba, solo quería hacer tantas cosas sin ser él.

Me siento mal por no hacer nada y no hago nada porque me siento mal.
Si pudiera ser alguien más, no lo dudaría.

Anhelaba morir lo más pronto posible, pero no tenía el coraje para hacerlo él mismo.
Lo único que podía hacer era autodestruirse a largo plazo.
Cortarse, no comer, consumir cantidades abismales de cafeína y azúcar, dormir hasta que escuchaba los pájaros y veía el cálido atardecer, destruirse emocional y mentalmente, se odiaba tanto que siempre encontraba forma de castigarse por no poder morir.

Y se odiaba por odiarse, pero no podía parar de hacerlo.
Odiaba pensar y odiaba no hacerlo, tener que prevenirse de tantos escenarios catastróficos como el abandono que había experimentado tantas veces.

Pronto entré tantas olas de pensamientos, dieron las tres de la madrugada y Megumi no paraba de pensar, como si le pagaran por ello.
Itadori Yuji.
¿Qué carajos quieres?
Invitándome a tu estúpida casa a cocinar estúpidas galletas y ver tu tonto rostro.
Te pareces tanto a ella y te odio por eso, también la odio a ella y a papá y a mi, odio a la vida.
Te odio, yo sé que tarde o temprano me vas a mandar a la mierda, todo esto es solo porque de un día para otro te sentiste solo y sólo quieres tener a alguien a tu lado y claro, quieres que yo sea ese alguien, pero eres un idiota si crees que quiero estar contigo.
Pero si quiero estar contigo, hornear galletas, caminar por el parque viendo a los patos y dulce sonrisa.


Tus ojos tan parecidos a los de ella, tu sonrisa tan linda como la de ella, tu cabello rosa y brillante, tu lindo porte, la hermosa forma en la que siempre tratas de hablar conmigo a mi modo, la atención que me pones.
Te acercaste a mi a pesar de que habías escuchado tantas cosas malas de mi y aunque te haya tratado tan mal los primeros días de los primeros meses.

Hace casi seis meses de habernos conocido por mera coincidencia.
L

a coincidencia más caótica que pudo pasarme.

No creo que me gustes, tal vez me gusta como me tratas.

Era tan contradictorio con sus palabras.

𝗴𝗹𝗶𝗺𝗽𝘀𝗲 𝗼𝗳 𝘂𝘀.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora