𝟭𝟲

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Yuji había llegado casi una hora antes a la escuela, para evitar a toda costa encontrarse de frente con Megumi.
Cosa que le sería bastante difícil, puesto que sus horarios chocaban.

Megumi al contario, había llegado tarde a su primer clase y todo por olvidar el cuadro donde había retratado algo para su hermoso amigo Yuji.
Se decidió por darle el más sutil, el paisaje de árbol rosa, puesto que el retrato de él lo conservaría.

El pelirosa estaba en su odiosa clase de cálculo, la odiaba pues no sabía nada de matemáticas. Cada que entraba ahí era como si se estuviera ahogando entre un mar de números.
Quería salir de ahí, pensaba pedir permiso para ir al baño y perderse el resto de los cuarenta minutos faltantes.
Hasta que su salvavidas llegó o más bien, vibró.

mEGUMIII

hola

A decir verdad, no tenía ánimos de hablarle.
La noche anterior había llorado un poco por su indiferencia, pero pensó que solo estaba inventando escenarios y buscando problemas en donde no los había, así que contestó.

hola

¿estás libre?

no lo , supongo

¿podemos vernos detrás de
los salones? en donde
están los árboles rosas,
por favor.

bno

Y tal como se lo pidió aquella piedra preciosa llamada Megumi, Yuji pidió permiso para salir al baño y salió cual cohete en dirección a esos lindos árboles rosas.
Corrió hacía donde le indicó su amigo.

¿De verdad me pidió vernos?
Pensó, de nuevo dándole tanta importancia a las palabras vacías de Fushiguro.

En menos de cinco minutos llegó al, algo alejado lugar y vislumbró a Megumi sentado de piernas cruzadas bajo el lindo árbol de Sakura.

—Hola— saludó el azabache sin pararse de su sitio, Yuji se acercó.

—Hola— dijo sonando sin muchos ánimos aunque por dentro se moría por el pobre hecho de que Megumi solo le pidió verse.
—¿Para que querías verme?— cuestionó, sonando algo directo lo cual era inusual en él.

—Para esto— sacó de su mochila negra decorada con algunos pines de calaveras; un cuadro pequeño donde lo que predominaba era el color rosa, tal cual el mismo tono del cabello de Yuji.
—Es para ti— y no pudo evitar sonrojarse ante ello.

Para ti.

—¿Para mi?— tartamudeó un poco, -según él- nada nervioso.

—Si, ábrelo— siguió sus instrucciones y lo abrió, cuidadosamente tratando de no estropear la linda envoltura.
Una vez descubierto en su totalidad, solo atinó a abrir sus lindos ojos de par en par al igual que su boca.

—Es hermoso— dijo lleno de sinceridad.
—¿Lo hiciste tú?— sus ojitos mielosos brillaban como los de un niño al recibir un regalo en navidad o en su cumpleaños.

—Si, ayer— sonaba algo modesto, pero en el fondo estaba orgullo de la reacción de Yuji.

—Lo colgaré en mi cuarto, gracias Megumi—
y se moría por ganas de abrazarlo, pero no era el momento, aún no.

—Claro no es nada, me gusta pintar y quería hacer algo para ti— se sinceró, su voz era tan calmada.

—No sabia eso— y había miles de cosas que desconocía de Megumi y que jamás llegaría a conocer.

—Bueno, no es como que vaya por ahí contando lo que me gusta hacer— ambos rieron por lo bajo, tratando de no hacer incomodo el lindo momento.

—Cierto cierto, ¿se te da muy bien?— preguntó aún admirando la obra de arte que sostenía con suma delicadeza como si de algo exhibido en un mueso se tratase.

—Supongo, solo lo hago como pasatiempo cuando me siento— hizo una pequeña pausa, pensando por fracciones de segundos si ahora era momento de llegar a esa íntima conversación.
—Estresado o cosas así— divagó, esforzándose por no hablar y al mismo tiempo por hablar lo que no hablaba con nadie.

—¿Cosas así?— no quería soñar demasiado intrusivo.

Megumi sintió como, nuevamente las olas surgían en su estómago, jamás había hablado con alguien más sobre lo que le pasaba.
Dudaba demasiado si sincerarse ahora o probablemente nunca. Yuji notó los mares por ojos que llevaba Megumi moverse hacía todas direcciones, sus ojos no sabían guardar secretos.

—¿Pasa algo?— preguntó, para apoyar su mano en su hombro, estoy aquí, quería que supiera que Megumi no estaba solo, que podía confiar plenamente en él sin ningún prejuicio.

—No lo sé— se limitó a decir. Las ganas de al fin hablar, aunque sea un poco con alguien más que no fuera él, lo carcomía.

—Sabes Megumi, si te tragas todo lo que sientes al final, te ahogas—

Y Megumi habló.

—Quiero morir— afirmó en seco, dejando al contario sin palabras.

¿Querer morir? Bueno, Megumi se veía muy antisocial, emo, un poco deprimido y todo eso, pero ¿querer morir? de ninguna manera se veía como alguien suicida o tal vez Yuji no quería ver eso.

—¿Ah?— preguntó atónito.

—Si, eso— soltó un largo suspiro. Denotaba cosas atrapadas entre su mar de emociones.
—No lo sé, tal vez sólo sea que he estado pensando más de lo que debo o estoy estresado por la escuela— trataba de desviar la atención, quería tanto hablar, pero tenía miedo. Miedo de volver a abrirse con alguien y que termine dañado de cientos de distintas formas.

—Puedes hablarme, jamás te juzgare Megumi— le dedicó una sonrisa cálida, la cual despertó algo dentro del mencionado. Las mariposas.

—Me siento solo, sé que hay personas conmigo, pero me sigo sintiendo solo. No sé que hacer con mi vida, no sé que hacer conmigo mismo, no me soporto, odio estar solo, pero al mismo tiempo me acostumbré a la ausencia que ahora la presencia me incomoda. Y es estúpido, porque nacemos para estar rodeados de personas, pero no creo que yo sea como los demás. Odio vivir, odio despertarme y abrir los ojos, si pudiera pedir un deseo sería ser amado o morir, aunque no creo merecer ninguna de las dos.
No me amo a mí mismo, ¿cómo espero que alguien me ame? si estoy lleno de defectos hasta en los poros. Me hago tanto daño a mí mismo y no sé porque, quiero parar, pero al mismo tiempo quiero seguir y seguir hasta poder morir, pero no quiero morir.
Quiero vivir, quiero nadar en el mar, amo el mar, amo la naturaleza, amo respirar y sentir el verde pasto en mi piel y oler las plantas y todas esas bonitas flores, amo poder estar con personas que quiero; como tú, me gusta cuando salimos a comer o cuando vamos solos caminando por ahí, me gusta estar contigo, me gusta escucharte y reír junto contigo, hace tiempo no disfrutaba tanto estar con alguien como tú y quisiera estar todo el tiempo posible contigo, me agradas Yuji, me agrada tu presencia y todas las idioteces que dices siempre, me haces reír y me haces ver que la vida probablemente no es tan mala como creo, pero me da miedo eso de encariñarse

𝗴𝗹𝗶𝗺𝗽𝘀𝗲 𝗼𝗳 𝘂𝘀.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora