𝗴𝗹𝗶𝗺𝗽𝘀𝗲 𝗼𝗳 𝘂𝘀.

𝟭𝟮

—Y desde ahí comenzó todo— soltó un gran suspiro, notablemente abrumado por todo, por todos.

—Pero no lo entiendo, nadie te dijo nada, tú solo...—

—Si— sabía a lo que se refería.

Nadie jamás había hecho algún mal comentario sobre su cuerpo, fue él mismo quien comenzó a compararse con un ideal imposible de alcanzar.
Su obsesión con bajar de peso empezó desde los catorce años y desde ahí no hubo un solo día en el que no pensara en tratar de no pasar las mil calorías por día.
Era todo un martirio y lo sabía, pero le gustaba.
Le gustaba comparar su cuerpo nada nutrido con el de los demás, le gustaba ese vacío en su estómago, escuchar como su estómago pedía comida, pero no era sano, nada de como él se trataba a sí mismo era sano.

No tenía ni un gramo de amor propio.

—Es complicado, sé que soy complicado— tiró una roca por el suave y verde césped.
—Solo no lo sé, me gusta verme así, me gusta ver mi débil cuerpo en el espejo y mirar atrás para ver todo lo que he tenido que sacrificar, me gusta sentir mi cuerpo y sentirlo tan delgado, me gusta que me digan que parece que me voy a romper con un solo toque, es lindo—

Yuji estaba tratando de progresar todo lo que salía de ese par de lindos y rosados labios, no entendía nada.

—Mi papá sabe que no como demasiado y hemos hablado de eso, pero es inútil hablar conmigo, finjo que me importa y al día siguiente me salto el desayuno y como hasta las dos de la tarde y ceno un café— jugaba ahora con ambas manos, entrelazando sus dedos nervioso.

—Pero Megumi, puedes morir por esto, no es sano, nada de eso es sano— en su voz claramente se podía percibir preocupación, como en la de todos que le decían que comiera o moriría por inanición.
Lo veía poco probable pues claro que comía, bebía agua y todas esas cosas simples por hacer para lamentablemente seguir con vida.

—Lo sé y realmente no me preocupa—

El pelirosa no podía creer que hubiera alguien tan irresponsable consigo mismo, creía que eso solo era una gran mentira dicha por los adultos, pero no, estaba a lado de esa gran mentira encarnada como persona haciéndose llamar Megumi Fushiguro.

—No lo puedo creer Megumi— rascó notablemente alterado su cabeza, provocando que alguno que otro cabello rosa caiga.
—No está bien—

—Eso lo sé— se limitó a decir, todos los demás le decían lo mismo, tendría que escuchar por milésima vez el mismo estúpido sermón.

—No voy a decirte algo como que debes de comer o morirás porque es más que obvio que lo sabes, pero también sabes que le puedes llegar a preocupar a los demás ¿cierto?— estaba más que consciente de ello.
—Así que por favor, trata de comer aunque sea por lo menos un poco, no busco obligarte a ello porque seguramente tendrás tus razones, pero si no lo haces por ti intenta por los demás— finalizó y le dedico una dulce y cálida sonrisa, como si sus palabras no le hubieran afectado.

...

El cielo comenzaba a teñirse de un azul obscuro siendo pintado con algunas estrellas y las luces de la ajetreada ciudad.
Ambos podían escuchar las suaves olas rompiendo a la orilla de la cercana playa que había, su suave sonido acompañaba el murmullo de su profunda conversación, envolviendo cada dolorosa palabra en un eco sonoro.

—Creo que algunas personas naturalmente nacen tristes y otra naturalmente felices— se encogió de hombros, pues jamás había hablado con alguien sobre sus miedos, sus anhelos, sus desesperanzas, sus metas -las cuales tenía pocas-, sus sentimientos y su negativa visión sobre la vida misma.