𝟭𝟬

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eran las siete de la mañana.
toda la noche ambos vieron películas y jugaron videojuegos en la consola de Megumi.
ambos se durmieron cerca de las cuatro de la mañana.

—¿Megumi?— dijo susurrando el pelirosa, incorporándose silenciosamente, para poder ver lo más hermoso -nuevamente- que sus ojos podrían llegar a ver.

el pelinegro yacía dormido, en posición fetal mientras abrazaba una almohada negra que hacia contraste con su piel pálida y lisa como la porcelana.

su cabello negro como el cielo de noche estaba desplegado en la almohada, como una marea suave y oscura, donde crees que morirás si te adentras a ella.
veía su pequeño pecho subir y bajar con delicadeza, cada respiración era un susurro, un eco lejano de las olas rompiendo suavemente en el muelle, se veía tan etéreo.

Yuji sentía que estaba en un sueño tan irreal y real a la vez que no quería despertar nunca más. parecía que el tiempo se había detenido y podría contemplar en todas sus vidas al pelinegro dormido, reflejando tanta paz y tranquilidad.
los contornos suaves de su rostro, su fina mandíbula, la respingada nariz, la ligera curvatura de sus finos labios; parecía una obra esculpida por el mismísimo universo.

veía a Fushiguro como un pedacito de la luna, lo que sus ojos veían era algo más allá que un ser humano podía comprender, en palabras simples: era como ver el reflejo de la luna sobre un mar tranquilo, una imagen de perfección donde pareciera imposible la existencia del caos del mundo cotidiano.
lo que no sabia Yuji es que en ese momento, debajo de la tranquila superficie se estaba formando un tsunami que lo dejaría con todo el amor en sus manos.

en ese momento, en ese instante que su corazón latía y sus pulmones inhalaban y exhalaban, con su consciencia casi inconsciente, supo que Megumi Fushiguro había entrado sigilosamente en su corazón.

...

—adiós— dijo el pelinegro despidiéndose de su padre, cerrando la puerta de la casa para salir después del pelirosa.

la mañana había transcurrido con normalidad, excepto con un Yuji pensando y pensando y pensando si tan solo estaba confundiendo las cosas o solo se dejo llevar por esa imagen tan irreal de su amigo dormido a su lado.
si, era eso, que estupidez pensar que sentía algo por él.

—la pasé bien ayer, gracias Itadori— dijo mirando al suelo mientras intentaba no pisar las rayas de la acera.

—¿ah? ah si, si no fue nada— dijo siendo sacado de la marea de pensamientos que inundaba su mente.

—deberíamos salir otra vez, tú y yo

tú y yo ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ

tú y yo

tú y yo

tú y yo

tú y yo

tú y yo

tú y yo

—si, deberíamos de volver a repetirlo—

y claro que volverían a salir juntos, no una ni dos y tampoco tres, sino infinidad de veces, pero eso solo era como una presa llenándose de agua hasta llegar a su limite para después desbordarse y traer solo desgracias y caos a su paso, pero claro Yuji no tenía ni idea de lo que pasaría  y menos Megumi, ninguno de lo dos.

...

ambos chicos estaban sentados en la parada de autobús, hablando de cosas vagas como sus videojuegos favoritos o sus películas favoritas.

𝗴𝗹𝗶𝗺𝗽𝘀𝗲 𝗼𝗳 𝘂𝘀.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora