Alastor pov:
Me desperté con sudor hasta en los pies. Miré a mi alrededor y solo ví el cuarto que me dejó la señorita Charlotte. No había cuerpos. No había sangre. No había perros. Suspiré aliviado y decidí ignorar esa pesadilla. Sorprendentemente a los pies de mi cama me encontré un cesto de ropa completamente nueva, más mi ropa del día anterior limpia.
-"La señorita Charlotte se lo ha tomado en serio"-pensé para mí mismo.
Me vestí con lo primero que ví. Era ropa muy bonita. Una camisa blanca con el cuello abierto y unos pantalones negros. Me gustó bastante, aunque me sentía raro sin tirantes ni mi usual chaleco. Pero aún así e gustó bastante.
Después de arreglarme bajé a la cocina, donde ví a mi compañera cocinando...¿tortitas?. Cuando bajé ella se giró y me sonrió.
-¡Buenos días, querido!, justo te iba a avisar para desayunar.-saludó, alegremente.
-Buenos días, querida Charlotte, debo agradecerte tu acto cortés de anoche, muchas gracias por dejarme ropa nueva.
-No hay problema, tenía ropa que ya no le valía a mi hermano, crei que a tí te puede servir, pero bueno, siéntante y ponte cómodo.
Estuvimos desayunando y charlando durante un buen rato. Más tarde, Charlotte se despidió y me dejó en la casa por que tenía que abrir su tienda. Era Sábado, por lo tanto yo no trabajaba, pero ella sí, asique me dejó a cargo de la casa.
Estuve limpiando y arreglando la casa y mi cuarto, cuando oí que llamaan al timbre, primero de vez en cuando, luego con portazos. Bajé las escaleras, abrí suavemente la puerta y me econtré con unos hombres enormes con armas en la mano.
-Queremos ver a Charlotte-dijo uno de ellos.
-Perdone, pero la señorita Charlotte no se encuentra es casa en este momento.-respondí
El más grande gruñó.
-Nos da igual, déjame entrar, la señora Morningstar nos debe dinero, mamón.
-Perdone, usted no tiene autorización de la propietaria de la casa para pasar, así que debe irse.
Pov Narradora
Uno de los hombres se lanzó a Alastor, empezó a darle puñetazos pero él siempre lo esquivaba. Después de un buen rato esquivando a los mafiosos, Alastor cogió un cuchillo de la cocina, y con un movimiento veloz les cortó el cuello a los dos secuaces, mientras el jefe se quedaba mirando aterrorizado.
-Como comprenderá, señor, no es de buena educación entrar en casa de alguien sin su permiso.-dicho esto, le clavó el cuchillo en el corazón.
"Oh mierda"-pensó-"ahora tengo que limpiar toda esta sangre hasta que vuelva Charlotte".
Sin decir más, tiró los cuerpos en la basura y rápidamente limpió la casa como un rayo. No había prueba de que él hubiera hecho nada. Sinceramente algo en su interior le decía que matara, le gustaba, le relajaba, y disfrutaba de ver el miedo en los ojos de sus víctimas, y cómo se desvanecía la luz en sus ojos.
-"No, debo de estar loco"-pensó, y decidió ignorar ese sentimiento.
Tras unas horas en casa de Charlotte, decidió que ya era hora de irse a su cabaña. Le dejó unos frutos que había recogido y una nota de agradecimiento. Después, salió de la casa.
Charlotte llegó unas horas después, ya anocheciendo, al principio se asustó al no ver a Alastor, pero al ver los frutos y la nota se relajó. Sonrió al ver que en la nota Alastor mencionaba invitarla a cenar en unas semanas.-"Por fin podré quedar con él"-pensó.
Hasta aquí el capítulo 9. Una advertencia.
AHORA SI SE VIENE LO BUENO (no digo más)
bye
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El Demonio Radiofónico
RomanceLa historia del pasado del demonio más peligroso de todo el pentagrama del infierno, Alastor