Capítulo 4: Fin de la primera transmisión

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Hacía ya mucho tiempo desde que el pequeño Alastor había cometido su primer crimen, 7 años.

Alastor ya era un alto y guapo muchacho de 14 años, con su típico moreno pelo peinado perfectamente hacia un lado, sus ojos marrones, y su personalidad. Era muy responsable y educado, siempre mostraba una sonrisa.

En su instituto se le acercaban pocas personas, menos por el grupo de chicas que le observaba desde lejos con suspiros. "Ay maldita sea," "esque es tan guapo"-decían entre ellas.                            Siempre que Alastor recibía una pedida o una carta, él rechazaba educadamente a las chicas. Élno sentía atracción por nadie por el momento, y no quería herir a ninguna de ellas. Algunas se daban por vencidas, pero, había otras que no paraban de espiárle y de pedirle salir. Alastor era la envidia de toda su clase, era el más observado, con mejores notas y el que poseía su atención. Muchas veces se veía obligado a huir de las peleas de sus compañeros que le pegaban, solo para que se fuera y volver a ser el centro de atención de las chicas de nuevo.

Solo había una chica que no estaba enamorado de él y que era su amiga, la envidia de todo el resto de chicas de su escuela, y una gran consejera:Mimzy.

Mimzy era la única amiga que Alastor realmente había tenido. Ella siempre estaba ahí y siempre le defendía de los chicos. "Idos a la mierda"-les gritaba, y tras esto cogía a Alastor de la cadera y se lo llevaba lejos de esos idiotas.

Alastor le repetía a Mimzy que él tenía todo controlado y que lo resolverá hablando.

-A ver Al, no todo el mundo tiene esa educación que tienes tú, ellos te quieren inflar a leches por ser el centro de atención para todo, aunque tu no lo hagas a propósito.-le repetía.

Alastor no entendía porque tantas chicas se le acercaban.

-Si quieren ser mis amigas, que me lo digan y que no me observen, ¿no?.

Mimzy suspiró.

-Al, cariño, ellas no quieren ser tus amigas.-sonrió ante la inocencia de su amigo.

-¿Ah no?-dijo, frunciendo el ceño.

-No, ellas lo que quieren es...¿quieres saber la verdad?-preguntó Mimzy, preocupada.

Alastor asintió.

Cuando Mimzy teminó de explicarle lo que esas chicas querían con él, Alastor se quedó en shock(por supuesto sonriendo, pero menos).

-Eh, vale, gracias amiga-dijo después de unos  momentos, cambiando completamente su cara.-Nos vemos mañana en clase-dijo, y se fue.

Mimzy sonrió, sabía que siempre iba a poder tener a Alastor con ella, pero, ella estaba al tanto de lo que ocurría con su padrastro, y estaba un poco preocupada por su amigo. Ella no podría defenderlo siempre de los abusones,...o de abusón de su padrastro. Y estaba realmente preocupada.


Alastor llegó a su casa tras hacer la compra con lo que había guardado y ahorrado para darle a su madre una gran sorpresa.                                                                                                                                             Traía de todo: Carne, pescado, pasta, pan, trigo, maiz, fruta, verdura...Estaba seguro de que su madre estaría súper orgullosa de él.

Lo que no se esperaba era encontrar a su madre tendida en el suelo con sangre alrededor suya.

Alastor se tomó unos instantes para pensarlo que estaba viendo. Era Elisabeth, su madre, tumbada en el suelo, con un agujero en medio del pecho que se etendía con demasiada sangre, la cual manchaba su bonito vestido amarillo.

-¡MAMÁ!-gritó.-dios mío, aguanta mamá, AGUANTA.

Alastor tiró las bolsas de la compra al suelo, se acercó a ella y rápidamente se aseguró de que seguía respirando. Su madre abrió los ojos y sonrió.

-Ya...ya has vuelto-dijo con una voz muy débil.

A Alastor se le llenaron los ojos de lágrimas.

-Mamá, ¿quién te ha hecho esto?-lloraba, mientras sujetaba la mano de su madre y la ponía en su cara.

-Eso no importa-dijo con una sonrisa-me alegra saber que voy a pasar mis últimos momentos con la persona que más quiero en el mundo entero.-dijo, besándole la mano.

-No-no digas eso mamá, te vas a poner bien, LO VAS A HACER-gritó Alastor, mientras sus lágrimas caían sobre el vestido manchado de Elisabeth.

-Cariño, mírame a los ojos-dijo ella, agarrando suavemente su barbilla y moviéndola en su dirección.-prometeme que cuidarás de la casa, no le hables a tu padrastro, y sigue siendo tan gentíl como siempre eres, por favor.

-Mamá, no digas eso, te vas a poner bien-Alastor estaba en un completo pánico.

Elisabeth besó suavemente a su hijo en la frente.

-Sonríe cariño, nunca estás completo sin una sonrisa.-dijo con su último aliento.

Alastor se quedó llorando a su madre por muchas horas, se negó a comer aunque estaba hambriento. Él solo quería estar allí con su madre, abbrazándola y llorándolapara siempre, así moriría y podría ir con ella.

Pasó el tiempo, y no supo cuando pero se quedó dormido en los brazos de su madre, cuando se levantó, vio frente a él al culpable de todo, de la muerte de su madre, de su rabia, de sus lloros, de sus crímenes. Allí estaba Tom riéndose en su maldita CARA POR SU MUERTE.

Alastor se levantó, mirándole fijamente con más odio del que jamás hubiera podido mostrar hacia alguien.

-Tú, maldito desgraciado, tú la has matado, ¿verdad?-dijo, como si estuviera...¿riéndose?

Alastor levantó la cabeza suavemente, y Tom vio que efectivamente tenía una amplia sonrisa en su rostro, era raro ver a un niño sonreir así después de perder a su madre. Lo que no vió...fue el cuchillo que tenía en a mano.

Tom se rió.

-Nunca serás capaz de hacerme nada, niño-dijo al ver su arma.

-Bueno, querido, creo que has tenido una buena vida. Te has aprovechado de mi madre, le has quitado lo que más querría y la has arrebatado su vida. Espero que estés satisfecho...ahora ES MI TURNO DE VENGARME:

Alastor se abalanzó sobre Tom con el cuchillo, el hombre movó los brazos para esquivar sus ataques, pero al final acabó apoyado contra la pared y con la mirada rabiosa de su hijastro.

-¿Últimas palabras, querido?-preguntó Alastor.

Al ver la cara de miedo de su padrastro, supo que no iba a contestar.

-Bien entonces au revoir.

Alastor le clavó el cuchillo en la garganta, dejándo al hombre anclado contra la pared, antes de un amarillo alegre, ahora roja por la sangre.

El niño se tomó unos momentos para pensar. Acababa de matar a su padrastro...a su padrastro, había cometido un asesinato...con solo 14 años...pero...no se sentía como con su primer crímen...se sentía...bien...

Se sentía aliviado de haber acabado con Tom.


El Demonio RadiofónicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora