Alastor Pov:
Esa noche había sentenciado mi destino. Vivo y con la chica, o muerto sin la chica. No pensaba vivir sin ella, y si por ello debía luchar contra unos tíos de 3 veces mi tamaño, lo haría. Me llevé a Charlotte esa misma noche del hospital y decidí invitarla a cenar y a un jardín muy bonito al que solía llevarme mi añorada madre. Charlotte estaba decepcionada y preocupada, pues no creía que hubiera hecho un trato con uno de los empresarios más ricos de Nueva Orleans. Y por supuesto, su temor por perderme era palpable, tanto que me abrazaba cada 10 minutos y se quedaba ahí. A mí no me molestaba, pero no quería ver a Charlotte así de afectada.
Charlotte y yo nos encontrábamos llegando al restaurante más caro de la ciudad. Ella al principio se negó a ir ya que sabía que mi situación económica no era muy estable, pero al final, a regañadientes, aceptó, así que allí nos encontrábamos, andando por las calles de la mano.
Pov Narradora:
-Alastor-dijo, la pelirubia, casi en un susurro.
-Dime, querida
-Esto...me gustaría que no lucharas.
-Oh querida-Alastor sintió pena por ella-sabes que no tengo otra opción. No te dejaré ir con ese imbécil. Jamás lo haría.
Charlotte se retorció en su lugar, algo que el moreno notó y se aferró más a su agarre. Siguieron todo el camino en silencio hasta llegar al restaurante. Enseñaron su identificación y pasaron juntos.
La sala era realmente bonita. Se trataba de un salón inmenso con grandes decoraciones doradas. El suelo, blanco, como de un marfil muy gruesa, era reflejado por las increíbles ventanas de gran tamaño. También, en el techo se podían distinguir pinturas de ángeles y demonios. Y era toda entera para ellos 2.
-Alastor, esto es...-Charlotte se quedó sin palabras, mientras que su pareja la miraba sonriendo ampliamente.
-¿Precioso? sí, lo es-sentenció él, observando el tapiz del techo.
-Oh dios mío, es el lugar más bonito que he visitado.
-Y solo para nosotros-dijo el chico, haciéndola girar una vuelta.
Charlotte rió y se sentó en la pequeña mesa que había en el fondo de la habitación, dando así unas vistas espectaculares a los jardines de fuera. Pidieron y disfrutaron de su cena en un completo silencio, menos sus conversaciones. Había momentos en los que ella volvía a ver al Alastor demonio, parpadeaba y ya volvía a ser el chico moreno sonriéndola.
Charlotte siempre había pensado que quería pasar toda su vida junto a aquel hombre, pero ella no se atrevía a dar el paso. Ya que si perdía, sería su condena. La lucha era al atardecer, en las afueras de la ciudad, donde nadie les arrestaría por una pelea callejera.
-Estoy muy contento de que hayas disfrutado, ma chère Charlotte (mi querida Charlotte).
-Sí, estoy muy felíz de que tengamos la oportunidad de cenar en esta maravillosidad, y es todo gracias a tí.
Alastor se levantó de la silla y le ofreció su mano a Charlotte.
-¿Me concede este baile...improvisado, querida?
Charlotte se rio y aceptó su mano. Una música de la nada empezó a sonar y las dos figuras se movieron al son de la música. Todo era perfecto, ya se conocían la melodía de la primera vez que compartieron un momento así.
(La imagen no es mía)
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El Demonio Radiofónico
RomanceLa historia del pasado del demonio más peligroso de todo el pentagrama del infierno, Alastor