Capítulo 3: Transmisiones

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El frío inundó el bosque completo aquel invierno. Todo el mundo estaba en sus casas con una taza de cacao, frente al fuego, pero la familia RipHill no tenía esos privilegios. Por suerte, Alastor quería onorgullecer a su madre, por lo tanto, salíó al bosque.

El pequeño niño, salió a recoger madera para poder encender un fuego y refugiarse del frío.

Estaba muy concentrado recogiendo palos y tablones cuando escuchó un fuerte ruido cerca.        Se acercó y vio que se trataba de un pequeño ciervo mal herido por algún lobo, habitaban muchos en la zona. 

Alastor se acercó a el animal y trató de desinfectar la gran herida que se extendía desde el cuello hasta el lomo del ciervo. El animal se revolvió nervioso, impidiéndole hacer nada.

-Tranquilo, no te haré daño.-susurró.

El cervatillo le miró con miedo, pero al final le dejó hacer su trabajo.

Era raro ver a un cervatillo dejar así por que sí que alguien le tocara, pero, con Alastor sentía una buena vibra, que le decía que podía confiar en él.

Lo que el niño no sabía es que detrás suyo una mirada furiosa le observaba, una mirada fría y amarga mientras sonreía cruelmente.

-Niño estúpido-dijo para sí mismo, mientras sacaba su cuchillo para cazar.

Tom se abalanzó sobre el cervatillo mientras intentaba clavarle el cuchillo. El ciervo intentaba huir, pero los brazos de Tom le retenían en en frío suelo .

-¡TOM, PARA!-gritaba el pobre Alastor, sin saber que hacer.-¡DÉJALE IR!

-¡Es que no sabes que tenemos que comer niño tonto!-ladró Tom, mientras sujetaa con esfuerzo al ciervo.-Eres más estúpido de lo que pensaba, si quieres cenar esta noche, adelante, mátalo tú.

Tom le ofreció el cuchillo a Alastor mientras él miraba horrorizado.

-No pienso matar a este cervatillo.-dijo, muy decidido.

Tom suspiró.

-O lo matas tú o lo mato yo, Alastor.-dijo muy seriamente mientras esbozaba una sonrisa.

Alastor se horrorizaba de solo pensar que el cievo iba a morir injustamente cuando por fín había conseguido que confiara en él. No, no podía hacerlo, no podía matar inocentes. Su madre le había repetido eso demasiadas veces como para desobedecer. En cambio, él podría proporcionar al cierv una muerte rápida y sin dolor si lo mataba él, pero, si lo mataba Tom, bueno, sabía que le mataría lentamente para que sufriera, y no podía permitir eso.

Con miedo en los ojos, Alastor agarró el cuchillo. Era un cuchillo de hoja afilada, tenía restos de sangre, confirmando que no era la primera víctima de Tom. El mango era fuerte aunque tenía algunos rotos, desde luego, ese era el cuchillo preferido de su padrastro.

-E-está b-bien-tartamudeó Alastor.

El chico alzó el cuchillo al cielo, mientras pensaba para sí mismo: el ciervo iba a morir de todas maneras, Alastor no había podido terminar de desinfectarla, por lo tanto, se le infectaría y sería cuestión de días que muriera. Pero, ¿y si en esos días el ciervo pudiera estar con su familia? ¿y si el animal iba a despedirse de sus padres, sus hermanos e incluso si tenía de su pareja e hijos?

Sí él supiera que iba a morir en unos días, estaría con su familia y crearían unos recuerdos que a su madre le harían recordarle a él. Reiría, lloraría y hasta discutiría con ella, hasta si después de la discusión acabara con un gran y reconfortante abrazo.

-Vamos niño, no tengo todo el día-rugió Tom, cansado.

Tom le sacó de sus pensamientos, centrándose en su tarea.

"Lo siento, espero que puedas perdonarme"-pensó, mirando los ojos del ciervo, ya cansado y habiendo aceptado su destino final.

Alastor cerró los ojos, dirigió el cuchillo hacia el ciervo, y...

...CHAS...

La luz desapareció de los ojos del animal.

La sangre del ciervo se extendió por todo el claro del bosque, aunque apenas se distiguía de la nieve.

Alastor dejó caer el cuchillo, y una lágrima calló sobre su mejilla rosada.

-Buen chico-dijo Tom con una sonrisa malévola.

Alastor ignoró a su padrastro y se quedó sentado en el área dónde había cometido su primer crímen

"mi primero y último-pensó.

Que equivocado estaba.

El Demonio RadiofónicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora