Capítulo treinta y uno

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Cuando terminaron de cenar, los padres de Leandro levantaron la mesa y aunque el dijo que podía ayudar, ellos se negaron rotundamente.

Tampoco pudo insistir mucho pues Lean lo tomó de la mano y lo arrastró por las escaleras de su casa.

— Leandro espera.— lo detuvo cuando vió que el paso al que subían era demasiado para sus adoloridas piernas.

Cuando el pelinegro notó que no podía seguirle el paso se detuvo de inmediato y caminó a su lado con paciencia, aunque su rostro denotaba una genuina preocupación. Pero sabía que no ganaría nada preguntando y ahora solo quería que Aaron la pasara bien, quería mostrarle un poco más de su mundo, meterlo en el si era necesario porque además esto le daba la esperanza de que podría salvarlo del suyo.

— ven, es por aquí.— le señaló una vez llegaron al piso de arriba.

— ¿A dónde vamos?

— a mi habitación.

— pero ya conozco tu habitación.— le recordó.

— no es eso lo que quiero mostrarte.

Sin protestar más lo siguió. Entraron en la habitación del mayor, la cual estaba bastante ordenada y las luces estaban apagadas, habiendo encendida únicamente la lámpara de la mesa de noche y la luz del baño.

Lean le soltó la mano, dejándolo en el medio de la habitación y se fue hasta la ventana.

— espera un momento.— dijo mientras la abría.

Aaron se acomodó un poco el gorro que Lean le había dado, el cual casi no se había quitado luego de que este se lo regalara.

— ¿Por qué abres la ventana?— la curiosidad era más fuerte que el así que no pudo evitar preguntar.

— no seas impaciente niño.— lo regañó Leandro con tono suave.— ya lo verás, es una sorpresa.

Así que el castaño solo esperó de pie, jugando con sus manos de manera distraída.

Lean finalmente volvió hacia el y lo tomó de la mano otra vez.

— vamos a salir afuera, quiero mostrarte algo pero para eso tenemos que subir así que necesito que hagas lo que yo te diga porque no quiero que te caigas, ¿Okey?

El menor asintió. No estaba muy seguro de a qué se refería Leandro ni que tenía planeado hacer pero sabía que fuera lo que fuera confiaba en el e iba a hacer lo que dijera.

Lo llevó hasta la ventana y por esta salieron a un balcón.

— Okey, nuestro destino final es el techo así que allí debemos llegar.— le comentó tranquilamente.— no es tan difícil, yo lo hago desde los ocho años pero hay algunos pasos que debes de seguir.— se detuvo un momento y lo miró.— no le temes a las alturas... ¿O si?

— no.

— muy bien.— asintió y entonces se acercó a la pared.— muy bien, ¿Ves esos caños de allí?— esperó a que Aaron asintiera para continuar.— muy bien, necesito que te apoyes en ellos para subir, apoya ahí los pies y ten cuidado de no resbalarte. Sostente de los bloques que sobresalen. Yo te ayudaré de todas formas, iré detrás de ti para sostenerte por cualquier cosa.

— está bien pero... ¿Para qué?

Lean sonrió y se acercó para darle un corto beso.

— allá arriba está la sorpresa, precioso.

Cuando comenzaron a subir, justo como le había dicho, Leandro fue detrás suyo, podía sentir como su mano le tocaba la cintura, apenas un roce, no lo sujetaba para dejar que lo haga solo pero estaba preparado por si llegaba a caer.

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⏰ Última actualización: 2 days ago ⏰

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