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TOM

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TOM

—Odio mi vida.— bufé, saliendo de mi auto. Por ser impulsivo ahora tenía que prestarme para estas cosas.

Miré a Tokio, que caminaba a mi lado mirando al suelo y probablemente arrepintiendose de esto, al igual que yo.

Había un equipo de paparazzis fuera del restaurante, todos en posición para atacar con los flashes tan pronto como estuvieramos frente a ellos. ¿Cuánto dinero habrían gastado en esta tonta publicidad?

—Tokio.— le llamé, pero le dió igual. Siguió caminando con la vista ahora fija en su teléfono—. Haz que esto sea facil para los dos.— soltó un suspiro y aunque de mala gana, apagó la pantalla y se acercó a mí—. Esto será más sencillo si aprendemos a llevarnos bien.

—Ni en mis pesadillas.— espetó. Sentí un escalofrío tan pronto como su brazo rozó el mío.

¡Pero vaya humor de perros tenía esta mujer!

—¿En qué momento te volviste tan insoportable?— me miró incrédula, intuí la respuesta—. No digas nada.—hablé cuando abrió la boca para responder.

Ambos tomamos una bocanada de aire, nos miramos y ella asintió. Caminé a su lado varios metros, pretendiendo divertirme.

—Tómame de la cintura.— susurró. La miré extrañado—. ¡Hazlo!— ni siquiera me permití pensarlo, estiré mi brazo hasta que atravesé su cintura.

Tuve un Déjà vu de inmediato, aunque no tardó en desaparecer. Todo era tan diferente ahora. Ella, yo, nuestras vidas; todo había dado un giro.

Fue allí, mientras la abrazaba y entraba al restaurante que de manera genuina pude apreciar el presente. Su cuerpo era diferente y se mostraba mucho más segura con ello. Su cabello tenía otro color y sus brazos estaban llenos de tatuajes que cualquiera podría detenerse a admirar por horas.

—Ya puedes soltarme.— pidió, calmada. ¿Sin sarcamos o tono grosero? Fue extraño. Aleje mi cuerpo del suyo y sacudí la cabeza, de vuelta a la realidad—. La nota no tardará en salir, espero todo salga como está planeado.

—Si, ojalá.— me dió un golpe de nostalgia que no pude controlar por más ridículo que me sentía.

Comencé a cuestionarme como sería todo si los problemas con Tokio jamás hubieran sucedido, si mis padres jamás se hubieran divorciado... Si jamás hubiera aceptado esos gramos de cocaína.

No era un adicto, no dependía de una sustancia para mantenerme en pie todo el tiempo. Pero sí era una necesidad cuando sentía que el mundo se me venía encima. Una línea era aquello que me alejaba del dolor aunque fuera temporal y quizás contraproducente.

Nadie sabía de ello, y planeaba mantenerlo así tanto como me fuera posible.

Si Bill se enterara me obligaría a ir a terapia y probablemente le afectaría a él también. En caso de que fuera Gustav o Georg, se mantendrían vigilandome todo el tiempo o buscarían actividades absurdas para "Distraerme". Y ni hablar si alguno de mis padres llegara a saber, todo sería un caos, yo me convertiría en una decepción para ellos y me enviarían a algún centro de recuperación al otro lado del mundo. No quería ser una carga para ninguno de ellos. Ya tenía una manera de lidiar con todo y así debía mantenerse todo.



𝗨𝗡𝗙𝗢𝗥𝗚𝗘𝗧𝗧𝗔𝗕𝗟𝗘 | 𝘛𝘰𝘮 𝘒𝘢𝘶𝘭𝘪𝘵𝘻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora