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TOKIO

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TOKIO

Las luces del set brillaban con una intensidad incómoda que hacía que todo pareciera más expuesto de lo que realmente era. Tom y yo estábamos sentados juntos en el sofá, demasiado cerca como para que pareciera una casualidad, aunque sabía que a la audiencia le encantaba ver esa falsa intimidad entre nosotros. El calor de su cuerpo irradiaba hacia mí, y cada pequeño roce de su brazo contra el mío era tan calculado como nuestras sonrisas. Nos habíamos vuelto expertos en mantener esa fachada de pareja perfecta, en aparentar una realidad que ni nosotros mismos entendíamos del todo.

El entrevistador, un hombre de mediana edad con un peinado demasiado perfecto y una sonrisa que no alcanzaba sus ojos, comenzó la charla con preguntas suaves, casi aburridas, para establecer el tono. Las típicas sobre nuestra química, nuestra relación profesional y cómo trabajábamos tan bien juntos en cada proyecto. Cosas fáciles, para abrirnos.

-Entonces, Tom, Tokio...-dijo, apoyándose en su silla con una postura que pretendía parecer relajada-, tienen que contarme. ¿Cómo es realmente su relación detrás de cámaras? Porque lo que vemos aquí es... bueno, bastante perfecto.

Tom rió, una risa baja y tranquila, como si la pregunta no fuera más que una formalidad. Lo conocía lo suficiente para saber que ya estaba jugando, que estaba a punto de aprovechar cada palabra para manejar la situación a su favor.

-Bueno, creo que lo que ves es lo que obtienes.-respondió Tom, encogiéndose de hombros-. Tokio y yo somos simplemente nosotros. No hay mucho misterio, la verdad.

Sentí su mano rozar la mía por un momento, y aunque para el entrevistador eso debía parecer algo natural, calculado como un gesto cariñoso, la verdad era que ni siquiera lo habíamos planeado. Había algo tan cómodo en la forma en que nos movíamos alrededor del otro, que ninguno lo terminaba de comprender.

-¿Simplemente ustedes? -repitió el entrevistador, claramente buscando algo más jugoso-. Vamos, tiene que haber algo más que eso.- Levanté una ceja, divertida por su insistencia, y Tom me lanzó una mirada rápida, esa clase de mirada que decía "sígueme la corriente". Me apoyé en el respaldo del sofá, cruzando las piernas lentamente mientras intentaba no reírme por lo ridículo que estaba siendo todo.

-Bueno, si te dijéramos todos nuestros secretos, entonces perderíamos el encanto, ¿no crees? -dije con una sonrisa juguetona. El entrevistador pareció tomarlo como un desafío, inclinándose hacia adelante con los ojos brillando de interés.

-Oh... así que hay secretos. -Su sonrisa se volvió un poco más afilada-. Dime, Tokio, ¿cuándo fue el momento en que te diste cuenta de que Tom era algo más que un compañero de trabajo?

El aire se tensó, pero no de una manera incómoda para mí. De alguna manera, la pregunta me daba la oportunidad de controlar la narrativa. Levanté la mirada hacia Tom, como si estuviera considerando realmente su presencia, aunque en realidad estaba jugando con el entrevistador, dándole justo lo que quería sin darle nada en absoluto.

𝗨𝗡𝗙𝗢𝗥𝗚𝗘𝗧𝗧𝗔𝗕𝗟𝗘 | 𝘛𝘰𝘮 𝘒𝘢𝘶𝘭𝘪𝘵𝘻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora