TOKIO
Abrí los ojos con violencia, dando vueltas en la cama ya irritada por los rayos del sol que no podía ignorar por más que cubriera mi cara.
Solté un suspiro y aunque de mala gana, me obligué a despertar por completo.Sentí un movimiento extraño a mi lado, creí que era alguno de mis gatos, pero no, fue mucho más brusco. Con pesadez me giré para comprender de que se trataba.
Ví a Tom, me ví a mí. Sentí como el corazón se me detuvo por un momento. Quité la manta y por suerte, ambos estábamos completamente vestidos.
No me juzguen, tengo un historial apto para entrar a Alcohólicos anónimos.
Hice memoria y entonces mis ojos se clavaron en aquellas preciosas botas que me había obsequiado la noche anterior. Sonreí como estúpida.
—Yo sabía que esto iba a pasar tarde o temprano.— su voz me sacó de mi hiperfijación. Me miraba con una sonrisa ladeada que lejos de resultar seductora, lo hacía ver estúpido.
—Me sorprende tu habilidad para decir estupideces desde que despiertas.— Me levanté, escuché como tomó una enorme bocanada de aire y por el rabillo del ojo pude ver como se cubría los ojos—. Estoy vestida, Tom, igual que tú.— movió las sabanas de su cuerpo, hizo una mueca rara que preferí ignorar antes de indagar mucho más.
—Ya lo sabía.— se alzó de hombros. Caminé directo al baño, pretendiendo ignorar que él no tenía ningúna intención de moverse de mí cama.
Me miré al espejo Me veía fatal y si había algo que soportara menos que eso, era oler mal. Era de mis peores miedos, después de los insectos y la oscuridad.
No tengo idea de cuánto tiempo pasé allí, pero sé que fue mucho. Y aún así el seguía allí.
—Tu también tienes una habitación, ¿Sabías?— Me asomé por la puerta. Estaba semidesnuda y por ningún motivo le permitiría verme así.
—Pero esta tiene más personalidad.— se paseó por todo el cuarto, toqueteando todo lo que se le plantaba en frente y moviendo algunas cosas de lugar.
—Vete.— exigí. Tenía frío, mucho y que él siguiera allanando mi habitación no ayudaba en lo absoluto.
—¿Qué es esto?— preguntó, retrocediendo desde mi armario. Sostenía entre sus manos una caja de cartón.
La caja en la que encerré todos sus recuerdos.
—Deja eso.— espeté. Él ni siquiera me miró, estaba concentrado en observar todo a su alrededor—. Tom, deja eso en su lugar y vete de mi habitación.— me ignoró por completo. Recargó la caja entre su brazo y su abdomen y se preparó para abrirla.
No tuve tiempo siquiera de pensarlo, de un saltó llegué a él y se la arrebaté. Se quedó atónito, mirandome con los ojos bien abiertos, casi tanto como su boca.
—Eres muy rara a veces.— frunció el ceño y luego de mirarme de manera extraña, se fue. Me encargué de dejar la caja en lo más profundo de mi armario, me vestí, maquillé y aproveché para reacomodar todo lo que él había desorganizado.
Quería salir, visitar los jardines de las afueras y pasar tiempo conmigo misma. Solía usar el trabajo como mecanismo de defensa ante los problemas, tratando de mantener mi mente ocupada el mayor tiempo y claro, cada cierto tiempo eso acababa en un colapso emocional de esos que te dejan tumbado en el suelo sin poder respirar.
Bajé al primer piso casi corriendo y jugando con las llaves del auto entre mis dedos. La casa estaba en completo silencio, algo extraño aquí. Recordé que Carl y mamá habían salido muy temprano rumbo a Hamburgo a un festival en el que mamá tendría un stan para sus postres.
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𝗨𝗡𝗙𝗢𝗥𝗚𝗘𝗧𝗧𝗔𝗕𝗟𝗘 | 𝘛𝘰𝘮 𝘒𝘢𝘶𝘭𝘪𝘵𝘻
Fanfiction𝐄𝐥 𝐥í𝐦𝐢𝐭𝐞 𝐞𝐧𝐭𝐫𝐞 𝐞𝐥 𝐨𝐝𝐢𝐨 𝐲 𝐞𝐥 𝐚𝐦𝐨𝐫 𝐞𝐬 𝐝𝐢𝐦𝐢𝐧𝐮𝐭𝐨, 𝐜𝐚𝐬𝐢 𝐢𝐦𝐩𝐞𝐫𝐜𝐞𝐩𝐭𝐢𝐛𝐥𝐞... 𝘠 𝘴𝘰𝘭𝘰 𝘦𝘭 𝘵𝘪𝘦𝘮𝘱𝘰 𝘳𝘦𝘷𝘦𝘭𝘢 𝘭𝘢 𝘷𝘦𝘳𝘥𝘢𝘥𝘦𝘳𝘢 𝘯𝘢𝘵𝘶𝘳𝘢𝘭𝘦𝘻𝘢 𝘥𝘦 𝘯𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘰𝘴 𝘴𝘦𝘯𝘵𝘪𝘮𝘪𝘦𝘯...