TOKIO
—Por favor cooperen, tenemos una agenda ocupada hoy.— Coraline se asomó por la ventanilla del auto, estiró la mano y se acomodó varios mechones de cabello—. Perfecta.— me sonrió—. Ya saben lo que deben hacer, no es tan difícil. Tokio, tu ya has actuado algo así.
—Si, pero era Chace Crawford.— respondí con ironía, ella río por lo bajo.
—Como sea, será más fácil para todos si hacen esto bien.— la ví alejarse y hablar con el camarógrafo, indicándole que hacer.
Bien, la última semana junto a Tom había sido menos difícil e incomoda que las anteriores desde el viaje y lo sucedido en la última entrevista. Si bien no eramos amigos del todo, habíamos tenido un avance.
La relación entre los dos era rara, no era nada comparada con mi amistad con Bill, Gustav o Georg. Había algo que no me permitía soltarme con él como con los otros chicos. Sin embargo, con el podía ser más yo, no tiene sentido, lo sé. Por una parte, él conoce una parte de mí que casi nadie siquiera sabe que existe, pero por otra, no conoce mi faceta de amiga, nunca le he hecho una broma pesada como a Georg o hablado sobre la intimidad sin pudor como con Gustav y ni hablar de Bill, de ninguna manera Tom podría conocerme como su hermano lo hace.
En mi cabeza aún rondaba lo que había dicho esa noche en Londres. Quizás tenía razón, entre nosotros había una historia que había quedado a medias y no podíamos ignorar.
La atracción era clara, pero ninguno era capaz de dejarla en evidencia.
—¿Segura que quieres hacer esto?— apretó el volante con ambas manos, estaba nervioso.
—No, pero tampoco puedo hacer algo al respecto.— me alcé de hombros, mantenía la vista fija en todo el maldito equipo de producción que estaba a metros de nosotros.
Dinero es dinero, Tokio. Solo será un tiempo y podré seguir con mi vida tal y como lo llevaba haciendo hasta el día de esos premios.
Soltó un largo suspiro, le dió play a una canción en la radio del auto y subió el volumen.
La situación era un tanto confusa, lo asimilaba como grabar un video musical. Solo eramos Tom y yo en uno de sus autos y la orden de Coraline era que, en conclusión, debiamos besarnos y prácticamente tener sexo como si no hubieran otras diez personas viendo todo.
—Ahora o nunca.— murmuró. Se giró para mirarme, llevó una de sus manos a mi rostro y me acarició la mejilla. Tragué seco, nerviosa a más no poder.
Se acercó a mí, su respiración interrumpió la mía. Hicimos contacto visual por unos pocos segundos hasta que su mirada abandonó la mía para analizar mis labios. Soltó un suspiro y se decidió, cortó aún más la escasa distancia entre los dos y antes de que finalmente me besara yo...
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𝗨𝗡𝗙𝗢𝗥𝗚𝗘𝗧𝗧𝗔𝗕𝗟𝗘 | 𝘛𝘰𝘮 𝘒𝘢𝘶𝘭𝘪𝘵𝘻
Fanfiction𝐄𝐥 𝐥í𝐦𝐢𝐭𝐞 𝐞𝐧𝐭𝐫𝐞 𝐞𝐥 𝐨𝐝𝐢𝐨 𝐲 𝐞𝐥 𝐚𝐦𝐨𝐫 𝐞𝐬 𝐝𝐢𝐦𝐢𝐧𝐮𝐭𝐨, 𝐜𝐚𝐬𝐢 𝐢𝐦𝐩𝐞𝐫𝐜𝐞𝐩𝐭𝐢𝐛𝐥𝐞... 𝘠 𝘴𝘰𝘭𝘰 𝘦𝘭 𝘵𝘪𝘦𝘮𝘱𝘰 𝘳𝘦𝘷𝘦𝘭𝘢 𝘭𝘢 𝘷𝘦𝘳𝘥𝘢𝘥𝘦𝘳𝘢 𝘯𝘢𝘵𝘶𝘳𝘢𝘭𝘦𝘻𝘢 𝘥𝘦 𝘯𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘰𝘴 𝘴𝘦𝘯𝘵𝘪𝘮𝘪𝘦𝘯...