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TOKIO
Un nuevo día, una nueva batalla.
En este caso la mía era lanzarme al suicidio social entrando de la mano de mi ex novio. Algo estúpido, pero era mi 'batalla' de todas formas.
Lado bueno, nadie en el resto del mundo sabía de nuestra historia. Aunque...
¿Y si alguien de la escuela hablara sobre nuestro pasado?
-¿En qué tanto piensas?- Bill se inclinó hacia mí, dandome como vista principal al abrir los ojos, su rostro a centímetros del mío.
-En lo caliente que me veo.- puse mis manos sobre sus hombros y lo empujé hacia abajo para obligarlo a sentarse-. Esta debe ser una buena noche.
—Estarás con Tom.— aclaró, algo confundido.
—¿Y eso qué? Hoy conoceré al amigo de Gigi.— me alcé de hombros, él arrugó los ojos—. Espero todo salga como lo tengo planeado.
—¿Te has puesto a pensar que pasaría si todo sale de esa manera?— se cruzó de brazos frente a mí, mirandome de una manera extraña, analizandome—. Tienes un contrato de un año, no puedes exponerte a algún rumor de infidelidad, eso sería peor.
—No había pensado en eso...— me mordí la parte interna de las mejillas. Que la prensa me atacara aún más y una posible demanda por incumplimiento de contrato eran lo último que necesitaba.
—¿Qué habías pensado? Que llegarías con mi hermano de mano, fingiría un rato y luego podrías ir con el otro tipo para coquetear, lo enamorarías allí mismo y en dos meses serías una esposa trofeo que solo se preocupa por verse bien pero se mantiene con el sueño frustrado de ser alguien importante por sí misma y vive condenada a ser "La esposa de..."— imitó las comillas con sus dedos. Me quedé viendolo, en silencio y con la boca entre abierta.
—¿De dónde sacas todo eso?— en realidad solo tenía planeado que me invitara a salir al día siguiente.
—Es la historia de mi madre.— respondió con total tranquilidad, posicionando un pequeño espejo frente a su rostro.
—Eso es... Triste.
—Nah, se lo merece.— limpió con la llema de sus dedos una parte de su parpado y luego volvió a mirarme-. Que más da. Piensa en eso, podrías pasar de ser una rockstar a una esposa infeliz.
—¿Cómo tu madre?— hablé sin pensarlo.
—No, ella trabajaba en una tienda de Hermes en Munich.— bajó el espejo y me miró con una pequeña sonrisa—. Incluso Tom es mejor opción.
—De ninguna manera. Tu hermano es un idiota y un asqueroso que se acuesta con todo lo que tenga pechos grandes y piernas tonificadas.
—¿Te estás describiendo?— soltó una risita y me miró con una ceja levantada. No respondí, me limité a rodar los ojos y caminar hacia el colgador para tomar mi vestido—. ¡¡Quieres revolcarte con mi hermano!!— gritó y se levantó de un salto.
