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TOKIO

El reflejo en el espejo me devolvía una versión de mí misma que había dejado de lado por demasiado tiempo. Entre ensayos, giras y… bueno, dramas innecesarios, me había olvidado de cómo era el ritual de una cita. Leonard, un modelo y amigo de Giselle, era un soplo de aire fresco en mi vida, o al menos, eso quería creer.

—¿En serio planeas usar un Valentino en la primera cita? —La voz de Bill irrumpió detrás de mí mientras él se recostaba en el marco de la puerta, cruzado de brazos y con esa mirada crítica de hermano que no perdona ni una arruga.

Me giré y le dediqué una sonrisa sarcástica. —Si, ¿Te gusta? —le pregunté, dándole una vuelta rápida para que inspeccionara el look.

—Por supuesto, pero... ¿Ese chico Leonard merece algo tan increíble? —Bromeó, arqueando una ceja y dejando caer un mechón de su cabello sobre su rostro. Su tono era ligero, pero con un toque de ironía que me hizo reír.

—Merece esto y más. Giselle lo describió como un auténtico caballero, alguien divertido, amable y que, además, sabe escuchar. Creo que... Es una buena opción. —Lo último salió con un suspiro, y al mirarme en el espejo, vi que Bill me observaba con una mezcla de orgullo y preocupación—. Además, es modelo y muy atractivo.

—Suena como algo salido de un cuento de hadas, excepto lo último, claro. ¿Salió en Play Boy?— Reímos suavemente mientras se acercaba y ajustaba un pliegue en el vestido, como si fuera un experto en el tema. —Sólo espero que no termine aburriéndote.

—Por Dios, Bill, ¡déjame soñar al menos una noche! No todos tienen que ser idiotas.—Él rodó los ojos.

—Te recuerdo que dijiste exactamente lo mismo la última vez que saliste con uno, y... ¿cómo fue que terminó?

—Conmigo escapando por puerta trasera del restaurante, pero eso fue un caso aislado. Esta vez es diferente. Leonard no es ese tipo. —Intenté sonar segura de mí misma, aunque Bill no parecía convencido.

—Bueno, sólo porque es amigo de Gigi te daré el beneficio de la duda. Pero prométeme que no vas a hacer ningún desastre... o al menos intenta no hacer un caos si es que algo ocurre. —Se encogió de hombros y puso los ojos en blanco de manera exagerada, mientras yo me retocaba el delineador.

—Prometido. Esta vez quiero hacer las cosas bien, en serio. —Sonreí, con una confianza renovada mientras le daba los últimos toques a mi maquillaje.

Bill asintió, claramente satisfecho con mi determinación. Me miró unos segundos más antes de tomarme por los hombros y sonreír con un toque de melancolía.

—Te ves increíble. Diviértete y, si resulta ser un idiota, me llamas. Te recojo en diez minutos y te llevo de fiesta para compensar.

Ambos reímos, y por un instante, toda preocupación parecía haber desaparecido. Sin más palabras, me dirigí hacia la puerta mientras Bill me daba un último empujón hacia la libertad de esa noche, como si estuviera despidiéndose de una versión de mí que hacía tiempo no veía.

—¡Intenta tener sexo en la primera cita!— me gritó mientras atravesaba el jardín principal. Miré a Leonard, quién solo se dedicó a reír.

Leonard estaba en la cerca, con un ramo de flores en una mano y una sonrisa despreocupada en el rostro.

—Estas son para ti. —dijo, extendiéndome el ramo con un pequeño guiño—. Si te soy sincero, no tenía idea de qué tipo de flores te gustan, así que… improvisé.

—No soy muy exigente en ese aspecto. —sonreí mientras tomaba el ramo y notaba que estaba compuesto de rosas y tulipanes en tonos suaves—. A decir verdad, esta es la primera vez que alguien me trae flores.

𝗨𝗡𝗙𝗢𝗥𝗚𝗘𝗧𝗧𝗔𝗕𝗟𝗘 | 𝘛𝘰𝘮 𝘒𝘢𝘶𝘭𝘪𝘵𝘻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora