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TOM

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TOM

Ya habían pasado dos semanas de aquél pleito con Tokio. Dos semanas sin saber nada de ella.

Traté de hablar con Giselle, pero se negó a darme razón de si siquiera había llegado bien a casa esa noche. Y ni hablar de Bill, a duras penas me hablaba para entregarme el desayuno.

Era un hecho que estaba bien, de lo contrario mis consecuencias hubieran sido mil veces peores. Sin embargo, eso no disminuía mi preocupación.

[...]

-¿Qué?- no encontré más palabras, la mente se me había quedado en blanco.

-Esa mierda arruina vidas y nadie merece sufrir por ello.- el tono de voz le cambió, sonaba rota. Ya no me veía a los ojos, su vista estaba fija en el suelo-. Ni siquiera lo hagas por tí, piensa en tu hermano o tus amigos, en gente a quién de verdad le importas.

-Tokio, yo no sabía lo de tu padre...- me quise acercar a ella, pero como resultado solo obtuve un fuerte empujón.

-¡No me toques!- sentenció, aún sin mirarme-. No quiero tu empatía, no ahora. Quiero que dejes tú estúpida terquedad y pienses en las consecuencias de lo que haces.- me sentía como un imbécil, bueno, me había comportado como uno-. Ni siquiera sé qué carajos hago aquí. Me largo.- se apresuró a caminar hacia la salida.

-Puede ser peligroso a esta hora.- caminé tan rápido como pude tras de ella.

-Me importa un carajo. Prefiero arriesgarme a un posible atraco a pasar toda la noche encerrada aquí con un idiota egoísta.- abrió la puerta y salió del lugar a pasos largos.

-Carajo.- me regresé por las llaves del Loft y salí a toda prisa, pero aún así cuando eché un vistazo a la calle, ya no había rastro de ella allí.

[...]

Pasé más de una hora buscandola por toda la zona pero no logré encontrarla. Al día siguiente tomé el teléfono de Bill y busqué su número, intenté llamarla y le envié al menos treinta mensajes, ni siquiera los vió.

-¡No te diré nada!- mi hermano se cruzó de brazos-. Eres una mala persona, mereces no saber nada de ella durante otros seis años.

-Bill, carajo, solo dime en dónde puede estar.

-Mhm...- se llevó el dedo índice a la boca, fingiendo que pensaba-. Nope.

-Dímelo o...- miré por toda la habitación, buscando algo con que chantajearlo y como si la vida estuviera a mí favor, encontré la pequeña caja en la que guardaba cosas de sus momentos favoritos con Tokio.

𝗨𝗡𝗙𝗢𝗥𝗚𝗘𝗧𝗧𝗔𝗕𝗟𝗘 | 𝘛𝘰𝘮 𝘒𝘢𝘶𝘭𝘪𝘵𝘻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora