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TOM

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TOM.

Sentía un vacío fuerte en el estómago, era un sentimiento que solo había experimentado al menos tres veces en toda mi vida.

Solté un largo suspiro, aún dudaba en si tocar la puerta o irme de allí. Podría ir a visitar a mi padre, no lo veía desde mi cumpleaños pasado. Sacudí la cabeza, ignorando todos mi pensamientos y golpeé la puerta.

—¡Un momento!— gritó Margareth, la madre de Tokio. Llevaba años sin cruzar palabra o siquiera ver a la mujer. Incluso llevaba años sin pisar esa casa, era todo muy extraño—. T-Tom... ¿Tom Kaulitz?— abrió los ojos de par en par y me miró de arriba abajo, casi como si estuviera viendo un fantasma.

—El mismo.— respondí con una sonrisa. La confusión de la mujer lentamente se convirtió en alegría.

—¡Santo dios! Ya no eres un niño, ¿Qué pasó con tus rastas?— señaló mi cabello—. Luces diferente.

—Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que los visité.— me sentía nervioso, las manos me temblaban al igual que la voz—. Pero tu te ves exactamente igual.

—Que cosas dices.— río por lo bajo—. Desearía verme igual que hace años, aún estoy tratando de recuperarme de ciertas cosas.— su tono se volvió neutro al decir lo último, notó mi curiosidad y fingió una sonrisa—. Pero pasa, dime que te trae por aquí.

—Tokio.— dije mientras entraba, ella me miró con el ceño fruncido.

—¿Tokio?— ladeó la cabeza—. Creí que ella solo hablaba con tu hermano.

—Eso cambió hace poco.— murmuré. Su sonrisa se mostró mas genuina—. Dígamos que ella y yo...

—¡No puede ser!— se tapó la boca con ambas manos—. ¿Entonces todo era cierto?

—¿Todo?

—Si, lo que decían en esa revista sobre ustedes dos...— alcé las cejas, algo confundido. Todos sabían que eramos pareja menos nosotros, irónico.

—Así es.— me alcé de hombros, confiado.

—Que inesperado.— me indicó que me sentara en el sillón, lo hice y ella se acomodó junto a mí—. Mi pobre Tokio la pasó tan mal después de la ruptura... Nunca quiso darme muchos detalles, pero la ví llorar varias veces.

—Ella fue muy importante para mí...— sentí un golpe de nostalgia bastante violento en mi pecho—. Pero bueno... Todo pasa por algo.

—Si... Pues me alegra mucho tenerte aquí de vuelta, Tom.— me acarició el hombro. Su mirada transmitía una dulzura única, esa que jamás ví en mi madre—. ¿Aprovecharás el tiempo para visitar a tus padres?

—No lo creo, se divorciaron hace mucho y aún no se superan el uno al otro.— rodé los ojos. No había un solo encuentro en el que Bill y yo no terminaramos con dolor de cabeza debido a las quejas de mis padres—. Quizás vaya a casa de mis abuelos.

𝗨𝗡𝗙𝗢𝗥𝗚𝗘𝗧𝗧𝗔𝗕𝗟𝗘 | 𝘛𝘰𝘮 𝘒𝘢𝘶𝘭𝘪𝘵𝘻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora