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TOKIO

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TOKIO

—Buen día, terroncito de azucar.— una voz masculina resonó detrás de mí. Salté del susto, casi tiro al suelo mi desayuno—. La comida va en el plato, Tokio.

—Que gracioso.— hice una mueca de disgusto, tenía puesta una mascarilla de avena que apenas me dejaba gesticular—. No me llames de esa manera jamás, ew.— caminé por su lado en dirección al comedor, hasta que me percate que en esta casa solo vivíamos Gigi y yo—. ¿Como entraste a mí casa?

—Giselle me abrió.— se alzó de hombros—. Le dije que tenía unos asuntos que resolver contigo, la verdad.

—¿De que hablas?

—De la entrevista que tenemos en dos horas.— frunció el ceño y sin autorización alguna, entró a la cocina—. ¿No tienes nada para mí? Que poca responsabilidad afectiva, Tokio.

Mierda, la entrevista. Lo había olvidado por completo.

—Esto sabe horrible.— escupió sobre una servilleta el yogurt griego—. Buah, como puedes comer esta mierda.

—¿Qué desayunas tú?— pregunté, fingiendo tranquilidad. No había planeado nada para ponerme, ni maquillarme, ni peinarme. Nada, absolutamente nada.

—¿Hoy? Sobras de pizza de anoche.— comenzó a escarbar la alacena. Me estaba poniendo nerviosa verlo mover todo de su lugar.

—¿Pizza? No me jodas, ¿¡cómo es posible que luzcas así desayunando una maldita pizza!?— me levanté de mi lugar, decidida a buscar algo por mi cuenta y darselo para que dejara de molestar, como un perro.

—Que te puedo decir, el universo me ama.— lo jalé de la camiseta para alejarlo de mis malditos cereales—. Ay que linda, vas a prepararle algo de desayunar al amor de tu vida, como si fuéramos esposos.— juntó sus manos y las colocó debajo de su mandíbula, en una pose cursi que me hizo reír a carcajadas.

—No eres el amor de mi vida y jamás estaremos cerca de ser esposos, no alucines.— tomé un plato y para no desgastarme mucho, le preparé lo mismo que a mí.

—Era un chiste, Chucky.— jugó a golpear mi coleta como si fuera un saco de boxeo, aunque no con la misma fuerza, claro—. No le pongas eso, es horrible.

—Silencio.— me dió igual y verti parte del yogurt en el plato—. Quizás solo no sepa tan bien, pero ya verás que así es una delicia.— me apresuré a picar algo de fruta y decorar con mantequilla de maní, algo rápido pues tenía que subir cuánto antes a prepararme para esa tonta entrevista—. Ten, comelo y sube a mi habitación, debemos acordar lo que diremos.

Corrí hacia la segunda plata, directo al baño para tomar una ducha rápida pero efectiva para quitar todas las cosas que tenía en la cara y cabello. Salí casi empapada hacia mi armario en busca de algo bueno para ponerme.

𝗨𝗡𝗙𝗢𝗥𝗚𝗘𝗧𝗧𝗔𝗕𝗟𝗘 | 𝘛𝘰𝘮 𝘒𝘢𝘶𝘭𝘪𝘵𝘻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora