Capítulo 29

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Mónica

Siempre por alguna razón todo lo que aventamos al mar tarde o temprano siempre lo regresa a la orilla, de cierta forma nos lo regresa, como en la vida. Las acciones tanto buenas como malas por alguna fuerza indestructible, por el karma o por cualquier otra razón inexplicable que cometemos en nuestra vida, se nos regresa; da igual el día, el momento e incluso como, pero siempre pagaremos por nuestros errores o simplemente seremos reconocidos por lo bueno que hacemos.

Como establecería la Tercera Ley de Newton: toda acción tiene una reacción de igual intensidad, pero en sentido opuesto. Por lo tanto, en la vida de los seres humanos dejando de lado la física, se podría decir que todo aquello que produzcamos tendrá una reacción igual de fuerte, pero en nosotros mismos.

Creo que todos también conocemos acerca de la palabra karma, la hemos escuchado mínimo una vez a lo largo de nuestra vida. Esta creencia sobrenatural o de justicia cósmica de cierta manera cumple también con todo lo anterior, pero en la sociedad actual está más asociado a las personas que causaron daño y la vida se encargaba de una manera poco sutil de hacerlos sufrir también.

Mónica la filósofa, llámenla para más reflexiones.

Yo ahora en este momento había optado por ser el karma personificado, aquí tomando la decisión de que tanto como Melissa como Michael, recibieran su respectivo castigo. Tenía que empezar por mí, por mí mano. Sí bien todo lo que Melissa había dicho hace algunas horas en mi habitación era cierto esto no era un simple tema.

Me quise y quiero engañar a mí misma, pensar de que estoy errada que no pudieron llegar tan lejos, de esa forma descabellada. Era una locura en toda la magnitud de esa palabra, habían estado cometiendo delitos en toda regla y muy serios solo por una estúpida obsesión o enamoramiento adolescente, pero después de lo que comento Samuel una señal de alerta se hizo presente en mi mente. Esto no era normal y merecía justicia.

La justiciera

Por lo general y volviendo al tema del karma, este se basa en dejar más a la vida que haga su parte y los haga caer en la angustia y dolor; ese fue mi pensamiento principal dejárselo a la vida, pero al ser un tema tan grave de justicia no pude solo dejarlo estar.

Tenía que ser valiente y pues aquí estaba prestando declaración en una pequeña sala de nuevo al borde lágrimas, pero conteniéndolas. Los oficiales habían decidido que entraríamos mis abogados y yo primero, luego tomarían las declaraciones de los demás, el corazón me latía acompasado. Aquel despacho de color verde un poco deteriorado daba muy mal rollo y no solo por sus sillas y muebles como un despacho cualquiera, los reconocimientos del teniente que tenia enfrente al igual que la bandera de Estados Unidos de América en formato diminuto en la mesa o el simple sonido de las teclas del ordenador en el que escribíamos todo lo que hablábamos era un recordatorio constante de que estaba denunciando a dos personas que hasta hace unas horas eran muy importante para mi en esa comisaria. Tenía ganas de correr.

La comisaria daba una sensación gélida, me congelaba los huesos y no solo por el frío de la New York; el ambiente era tenso e incómodo. Los oficiales me prestaban mucha atención a todo lo que decía con mucha atención y hacían preguntas para obtener más información, llegué a creer que desconfiaban en lo que les contaba justo como había dicho Samuel, lo mismo que pensaría Melissa supongo, pero al mostrarles el audio, sus caras se volvieron del todo serías.

-¿Qué cargo ocupa su padre en Chicago?- pregunta el teniente que un inicio había comenzó a tomar mi declaración

-Comisario Principal- al escucharme masculló por lo bajo

-¿Cómo crees que ella pudo obtener esa información?- me pregunta mirándome fijamente a los ojos

-No lo dijo, supongo que la haya conseguido por su cuenta o le preguntara su papá

Alma DesorientadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora