Capítulo 8

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Al día siguiente, desperté con la esperanza de que Lucas me hubiera llamado, pero al comprobar mi teléfono, no había ninguna notificación. Aun así, traté de no dejar que eso me desanimara. Me preparé para ir al colegio, pensando que tal vez lo vería allí y podríamos hablar.

Sin embargo, al llegar al colegio, noté que algo no estaba bien. La atmósfera era diferente, más tensa de lo habitual. Mis amigas me recibieron con miradas preocupadas.

—¿Has visto a Lucas? —me preguntó María, con una expresión de inquietud en su rostro.

—No, pensé que estaría aquí. ¿Por qué? —respondí, sintiendo que la preocupación comenzaba a apoderarse de mí.

—Escuché que no vino porque tuvo un problema familiar grave. Al parecer, su hermana tuvo un accidente —dijo Claudia, su voz llena de preocupación.

—¿Un accidente? ¿Qué clase de accidente? ¿Su hermana está bien? —pregunté, sintiendo que la ansiedad me invadía.

—No lo sé, no sabemos nada, los rumores dicen que fue un accidente, pero también escuché que había sido un asesinato.  Parece que su familia está pasando por un momento difícil. Muchos de los chicos están hablando de eso —respondió Ceci, mirando a su alrededor.

La noticia me hizo tener ganas de vomitar. ¿Otro asesinato? Esto no podía estar pasando. ¿Primero la chica de la fiesta y ahora su hermana? 

—Deberíamos intentar contactarlo —sugerí, sintiendo que debía hacer algo.

—Sí, pero no quiero ser invasiva. Si está pasando por un momento complicado, tal vez necesite espacio —dijo María, intentando ser comprensiva.

—Entiendo, pero también quiero que sepa que estoy aquí para él. —Mi voz temblaba un poco mientras hablaba. La conexión que había comenzado a formarse entre nosotros me hacía sentir que debía estar a su lado, incluso en los momentos difíciles.

A medida que el día avanzaba, la preocupación por Lucas me acompañaba. Cada vez que miraba mi teléfono, esperaba ver un mensaje o una llamada que nunca llegaba. La incertidumbre se hacía más pesada, y la idea de que algo pudiera estar mal con él me mantenía inquieta.

Cuando finalmente llegó el final de la jornada escolar, decidí que no podía esperar más. Tomé mi teléfono y le envié un mensaje a Lucas directamente

"Hola, Lucas. Solo quería saber cómo estás. Estoy aquí si necesitas hablar. No estás solo."

Después de enviar el mensaje, me quedé mirando la pantalla, esperando una respuesta. La incertidumbre me llenaba de ansiedad, pero sabía que debía hacer lo correcto. Lucas necesitaba apoyo, y yo quería estar allí para él, sin importar lo que sucediera.

Los días pasaron y Lucas no volvió al colegio. La noticia había llegado a los medios de comunicación de que su hermana había sido asesinada, había sacudido a todos, y la preocupación por él crecía cada vez más. Mis amigas y yo hablábamos de ello a menudo, pero no había mucho que pudiéramos hacer. La incertidumbre era abrumadora, y la tristeza se sentía en el aire.

Cada vez que miraba mi teléfono, esperaba ver un mensaje de Lucas, pero la pantalla seguía en blanco. La falta de comunicación me llenaba de inquietud. ¿Estaba bien? ¿Cómo estaba lidiando con la pérdida de su hermana? La conexión que había comenzado a formarse entre nosotros se sentía ahora más frágil que nunca.

Un día, mientras estábamos en la cafetería, María sugirió:

—Deberíamos ir a su casa. Tal vez podamos hacerle saber que estamos aquí para él.

Finalmente, acordamos que iríamos juntas a su casa después de clases. La idea de ver a Lucas me llenaba de nervios, pero también de esperanza. Quería que supiera que podía contar conmigo, sin importar la situación.

Secuestrada por un conocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora